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Mait Soroa | msoroa@gara.net

El truco del almendruco

A alguien se le deben haber hinchado las narices en los aledaños de La Moncloa y ayer le encargaron al editorialista de «El País» una andanada contra los defensores de la «teoría de la conspiración» del 11-M. Y el editorialista, ya lo verán, se tomó en serio la tarea.

Empezaba afirmando que «se sabía que la teoría de la conspiración sobre el 11-M, uno de cuyos apartados es la implicación de ETA, tenía defensores a ultranza sentados en estrados de la sala de audiencia (...) pero era difícil sospechar que llegaran hasta el extremo de amagar con confundir al tribunal». Y pasa a enumerar algunos detalles de la operación. Recuerden: «A los intentos esperpénticos de involucrar a ETA, como los del ácido bórico o la orquesta Mondragón transmutada en el grupo industrial vasco del mismo nombre, llevados a cabo durante la instrucción sumarial, se han añadido en la vista oral comportamientos profesionales de du- dosa práctica forense». Y es que, en opinión del escribiente de «Prisa» «quienes buscan desesperadamente puntos de conexión de ETA con el 11-M creen haber encontrado uno de ellos en el temporizador hallado en el domicilio de un procesado, que ellos consideran, contra toda evidencia, del tipo de los usados por la banda terrorista en sus atentados. Y han aprovechado la primera ocasión que han tenido a mano, en este caso el interrogatorio de este procesado, para intentar dar carta de naturaleza procesal a su obsesión, presentando por sorpresa la fotografía de un temporizador incautado tiempo ha a ETA por la Guardia Civil, como si fuera idéntico al intervenido al procesado que se sienta en el banquillo». El truco del almendruco. ¿Qué dirá mañana Pedro J.? Para concluir, sentenciaba con bastante sentido común: «El juicio sobre el 11-M pasará a la historia, entre otras cosas, por la simbiosis y perfecta sincronización con que actúan algunas acusaciones y defensas, como si su distinta posición en el proceso no fuera obstáculo para compartir el mismo objetivo». ¡Qué coincidencia!

Mientras tanto, en «El Mundo» espolvoreaban un poquito más de confusión: «otro enigma del 11-M es quiénes fueron los misteriosos visitantes de la casa de Morata, donde se prepararon los explosivos». No tardarán en decir que se les vio vestidos de baserritarras, con txapela y todo. Ya lo verán.

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