«La empresa se cierra y sálvese quien pueda». Fernando Gutiérrez, director general de Emanbilbo, fue así de contundente en la comparecencia de prensa celebrada ayer para anunciar el fin de la actividad de la pala profesional. Señaló que esta decisión responde «a la imposibilidad de llegar a acuerdos con las partes más directamente implicadas», en alusión a los pelotaris, y «a la respuesta negativa de las instituciones a apoyar esta actividad de la forma que se merece por su trayectoria».

Gutiérrez afirmó que «la deuda es lo suficientemente grande como para cerrar la empresa», al tiempo que reiteró que «por parte de las instituciones ha habido desinterés hacia una modalidad nacida en Bizkaia en 1884». Indicó que sin ayuda pública la pala es «inviable» y que en el ámbito del deporte profesional ese apoyo es «esencial», como lo demuestran, según sus palabras, «los numerosos casos de equipos y deportistas apoyados directa o indirectamente por instituciones o empresas públicas o el apoyo a especialidades de pelota también minoritarias, como es el caso del remonte en Navarra».

El empresario aseguró que, ante la falta de apoyos tanto públicos como privados, ha sido él quien «ha subvencionado la pala profesional» en los últimos meses a costa de su patrimonio personal. Recordó que «la decadente» situación de la actividad palista le empujó a presentar a los profesionales un plan de viabilidad basado en un recorte salarial con un incremento del número de partidos y en la prórroga de los contratos de 14 de los 23 jugadores que conforman el cuadro, «quedando postergada la renovación de otros seis a una mejor situación de la empresa». Los tres pelotaris restantes, según informó, cursarían baja al finalizar la temporada por motivos personales.

«No ha podido ser»

El caso es que, tal y como destacó el director de Emanbilbo, esa propuesta fue rechazada por el conjunto de los pelotaris, «a pesar de contar con el apoyo a título individual de un importante número de miembros de la plantilla». Gutiérrez remarcó que los profesionales no aceptaron las condiciones «a pesar de los graves riesgos que podía conllevar para el futuro de la pala profesional», cuando esas medidas, según el promotor, suponían una reducción de los ingresos de los palistas de «únicamente un 10%».

Reconoció que vio que «todo se acababa cuando los pelotaris rechazaron mi propuesta, no apoyaron el proyecto y noté que la unidad entre los palistas y la empresa se perdía». Subrayó que «sabía que éste iba a ser un camino con problemas, pero no pensaba que todo se iba a precipitar con tanta rapidez. Tenía previsto llegar a julio y hacer una reestructuración. He hecho todo lo posible -prosiguió-, he buscado una salida para salvar la especialidad, no mi prestigio, pero no ha podido ser».

Añadió que a corto plazo le parece «imposible» que entre otra empresa y se mostró muy pesimista sobre el futuro inmediato de la especialidad.