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El menú esta servido: una tele bien grande, algo para picar y una cerveza

Esta noche se disputa la Super Bowl, la final de fútbol americano que despierta pasiones en EEUU y dispara el consumo de comidas y bebidas «basura», así como la compra de televisores. Algo similar a lo que sucede a este lado del Atlántico con el fútbol o los Juegos Olímpicos.

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Jorge A. BAÑALES

La Super Bowl -final de la liga de fútbol americano- no es sólo la competición deportiva que atrae cada año la mayor audiencia mundial televisiva, sino un gran tazón de comidas baratas que amenaza con arruinar las dietas de millones de espectadores. Un estudio publicado en la edición del viernes del New England Journal of Medicine, referido a los peligros de salud que acarrean las grandes competiciones deportivas -como por ejemplo el mundial de fútbol de Alemania del 2006-, indica que los ataques cardíacos pueden llegar a duplicarse.

La Super Bowl, que se juega mañana en Glendale (Arizona), no es una excepción. Más bien un exponente de este problema, dada la tradición que los estadounidenses tienen de hartarse de «comida basura» mientras ven el partido. Un estudio del Consejo de Control de Calorías y la Asociación de Comidas de Meriendas (snacks) señala que durante el partido entre los New England Patriots de Boston y los Giants de Nueva York los televidentes en EE.UU. consumirán casi 14 toneladas de bocadillos.

Los cálculos incluyen 5 toneladas de patatas fritas, 3,7 toneladas de tortilla de maíz, 1,7 toneladas de maíz tostado, y 1,1 toneladas de nueces, almendras, cacahuetes y otros frutos secos. Los partidos del fútbol americano, acomodados a las necesidades de los anunciantes -que pagan hasta 2,6 millones de dólares (en torno a 1.750.000 euros) por 30 segundos de publicidad-, atraen ante los televisores entre 100 y 130 millones de personas.

Entre los que aguantan todo el partido y los espectadores ocasionales, el televidente promedio consumirá unas 1.200 calorías y 50 gramos de grasa tan sólo con los aperitivos, sin contar alguna comida regular como pizzas, salchichas, sodas y cerveza, según los investigadores. Kathleen Zelman, una experta clínica en pérdida de peso que trabaja para el sitio de internet de información médica WebMD, explica que «aunque no se piensa en las bebidas como contribuyentes al peso en la misma medida que la comida barata, las calorías de las bebidas pueden sumarse rápidamente, especialmente si contienen alcohol».

«Un gramo de alcohol tiene 7 calorías, comparado con 4 calorías por gramo de carbohidratos y proteína. De modo que gramo por gramo, uno puede consumir casi el doble de carbohidratos y proteínas para llegar a la misma cantidad de calorías que con el alcohol. Un vaso de vino o cerveza tiene de 125 a 150 calorías... dependiendo del tamaño del vaso. Las bebidas gaseosas, que habitualmente se sirven en vasos de 350 mililitros, agregan 150 calorías», añadió.

El Consejo de Control de Calorías determina que las patatas fritas, que son el aperitivo favorito de la teleaudiencia, aportarán el domingo 27.000 millones de calorías y 1.800 millones de gramos de grasa a la corpulencia de una población ya afectada por la obesidad y el exceso de peso en grados epidémicos. Esos 1,8 millones de kilos de grasa equivalen al peso combinado de los 13.000 jugadores ofensivos en la Liga Nacional del Fútbol (NFL), que tienen un peso promedio de 140 kilogramos cada uno.

Alternativas con menos grasas

El Consejo recomienda que los aficionados planifiquen las comidas que consumirán cuando se acomoden en el sofá o se congreguen en bares de todo el país, mientras los corpulentos jugadores estarán quemando calorías. Por ejemplo, si de salsas para las patatas y tortillas se trata, se puede rebajar la grasa sin perder en el sabor. La salsa con tomate, cilantro, perejil y ají picante no contiene grasa. Las salsas cremosas pueden hacerse con crema ácida y yogur sin grasa.

También hay en los mercados patatas fritas sin grasa que pueden ahorrar a cada espectador una media de 300 calorías y 14.000 millones de calorías a los fanáticos de este deporte. Beth Hubrich, una dietista del Consejo, también recomienda una sesión de ejercicio físico a cargo de los telespectadores que se apoltronarán para ver el partido. «Por ejemplo, uno puede quemar esas 1.200 calorías de los aperitivos con tres horas de caminata alrededor de una cancha de fútbol, o una hora y 45 minutos de trote», explicó.

Pero el de «comida basura» no es el único consumo que se dispara con la llegada de la Super Bowl. Una reciente encuesta realizada por la Federación Nacional de Minoristas (FNM) de Estados Unidos calculaba que se iban a adquirir 3,9 millones de televisores nuevos y de pantalla grande para el acontecimiento deportivo del año. Por otro lado, la Asociación de Consumidores de Productos Electrónicos (CEA) calculaba que se iban a vender 2,4 millones de televisores de alta definición (HDTV).

El estudio de la CEA también revela que la experiencia de la Super Bowl no termina cuando acaba el partido de fútbol americano, pues el 57% de los propietarios de una televisión de alta definición están dispuestos a navegar por internet para ver la repetición de los mejores momentos del partido o los anuncios.

Las tiendas y grandes almacenes estadounidenses ofrecen ofertas especiales y descuentos con motivo del partido y los estadounidenses están dispuestos a rascarse el bolsillo a pesar de la crisis crediticia y aunque tengan que apretarse en cinturón. Se espera que unos 158 millones de espectadores vean este año la Super Bowl y que se gasten una media de 59,90 dólares (unos 40,50 euros), un 5% más que el año pasado, en productos relacionados. En total se espera que el gasto alcance los 9.500 millones de dólares (más de 6.400 millones de euros).

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