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Toni Moral decidió en el descuento

La alegría llegó en el último suspiro

Cinco semanas después, el Alavés se reencontró con la victoria. Lo hizo en un buen partido, en el que la falta de puntería estuvo a punto de costar cara. Afortunadamente, Toni Moral acertó con un golazo en el descuento que desahoga mucho la situación del equipo.

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ALAVES 1

SEVILLA 0

Amaia U. LASAGABASTER | GASTEIZ

Vaya cómo celebraron los jugadores del Alavés el pitido de Ceballos Silva. Y no es de extrañar, porque a la olla a presión en que se había convertido la situación albiazul, con un solo punto en cuatro partidos y noventa minutos ayer de acoso y derribo que estuvieron a punto de quedar en agua de borrajas, no había válvula de escape que le valiese. Sólo podía acabar en explosión, para bien o para mal.

Afortunadamente fue lo primero, gracias al golazo que anotó Toni Moral sobre la campana, cuando los milibares andaban ya por las nubes. Un gol que hizo justicia a lo sucedido en los noventa minutos anteriores porque, tras los titubeos iniciales, el Alavés fue dueño de un partido que sólo la falta de puntería -y alguna decisión arbitral, cuando menos discutible- le impidió decidir antes.

Un gol que, valga el tópico, supone tres puntos de oro. Más aún teniendo en cuenta los resultados que se dieron en otros campos -derrota del Nástic y empate entre Las Palmas y Racing de Ferrol- y que, a falta de lo que hagan hoy Albacete y Xerez, en ambos casos con compromisos muy complicados, pueden ampliar el colchón de los albiazules hasta los cuatro puntos. Una situación, desde luego, muy diferente a la que ha vivido el equipo esta semana pasada y que, evidentemente, le permitirá afrontar con mayor tranquilidad sus próximas citas.

Sobre todo porque ayer, al margen de la victoria, se vio a un buen Alavés. No hay que olvidar que tenía enfrente a la revelación de la temporada, a un Sevilla Atlético en puntos de ascenso y que, además, se está mostrando algo mejor a domicilio que en su propio campo.

Ayer, de hecho, demostró que puede ser un equipo joven, pero no tiene nada de cándido. Primero Manolo Jiménez y ahora Fermín Galeote, han adoctrinado muy bien al filial hispalense, que parece saber hacer lo que conviene en cada momento. En Mendizorrotza empezó descarado y queriendo jugar el balón; y cuando vio que el Alavés despertaba, la tónica del partido cambiaba y por ahí no iba a poder sacar nada, se decantó por limitar sus salidas al contragolpe y perder tiempo con una maestría digna de sus mayores. Y todo eso, evidentemente, sin la presión que, sin ir más lejos, acompañaba al Alavés.

Presión que se dejó notar en los primeros compases del encuentro, en los que el Sevilla intentó marcar el ritmo, aunque arriesgando lo justo. Los albiazules, de hecho, necesitaron 25 minutos para realizar su primer remate a puerta -aunque antes hubo un posible penalti, con la primera de las tres manos de jugadores andaluces que el árbitro no vio-, un flojo cabezazo de David Aganzo, directo a las manos de Javi Varas.

Dos minutos después, Gaspar -que, viendo cómo le fue ayer, puede convertirse en el pivote que buscaba Josu Uribe tras la marcha de Astudillo y la desafortunada lesión de Cabrera- se encargaba de despejar el letargo en el se desarrollaba el partido, al enviar un balón al larguero.

El choque se abrió, y mientras el Sevilla amenazaba con otro balón al palo, en este caso a cargo de Salva, otro buen remate del propio centrocampista ante el que se lució Ardouin o una clara contra que desaprovechó Juanjo, el Alavés respondía con un buen servicio de Ángel que Gabri no pudo rematar al resbalarse, un disparo de Jairo que Gallardo despejó con el brazo o un remate a bocajarro de Aganzo ante el que estuvo muy atento el meta hispalense.

Una y otra vez

Las cosas pintaron aún mejor tras el descanso. El Sevilla se metió atrás. Porque no quiso arriesgar y apostó por el contragolpe como único recurso ofensivo, pero también porque su anfitrión no le dejó. Desde el mismo inicio de la reanudación, el Alavés se lanzó en busca del gol, que rondó la portería sevillana continuamente, aunque con David Aganzo tan insistente como desatinado, se hizo esperar hasta el último suspiro.

En sólo seis minutos, los albiazules apuntaron lo que debía ser la tónica de toda la segunda parte: un buen centro de Edu Alonso, que Aganzo cabeceó fuera, y tres grandes servicios consecutivos de Lacen, que ni Aganzo ni Jairo lograron llevar a las redes.

Mientras el Sevilla aguantaba en la cueva como podía, Aganzo a la media vuelta y Gaspar desde fuera del área volvieron a intentarlo, pero Javi Varas se cruzó en el camino de ambos. Ocupando el vacío que dejaba la puntería, la desesperación amagaba con hacer acto de presencia en las filas gasteiztarras. Más aún cuando un par de estiradas de su rival apuntaron la posibilidad de que la tarde pudiera acabar aún peor de como estaba, sospecha que confirmó Alfaro, al aprovechar un error en el despeje para enviar un balón muy mal intencionado desde fuera del área, que Arduoin despejó a córner con una estirada.

Lejos de amedrentarse, el Alavés insistió en su empeño. Sobre el campo y en el banquillo, desde donde Josu Uribe metió más madera, viendo que el partido había entrado ya en la cuenta atrás. El fútbol fue justo esta vez y recompensó el esfuerzo del conjunto albiazul que, minutos después de que Prieto despejara sobre la misma línea de gol un remate de Aganzo, y recién sobrepasado el noventa, consiguió por fin su objetivo. Y lo hizo, además, con un golazo de Toni Moral, que ajustó al palo una falta lanzada desde la frontal.

Al Sevilla le entraron entonces las prisas, pero ya no hubo tiempo más que para una pequeña bronca y la comprensible explosión de júbilo final.

 

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