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En medio del futuro

Ines INTXAUSTI

Crítica de televisión

Desde el veneradísimo Dr. Gannon que perpetraba Chad Everett en los años 70 hasta el Dr. House del siglo posterior los productos televisivos universalmente estrella han tenido su plató en múltiples hospitales y alrededores. «House», «Anatomía de Grey», «Hospital Central», «Urgencias», «Enfermeras de Filadelfia», «MIR», «Nip Tuck (A golpe de bisturí)», amén de culebrones paródicos de vida casi inmortal en las parrillas estadounidenses, representan y teatralizan algunas de las mayores obsesiones del ser humano: la salud, la muerte, la vejez, la juventud, la inmortalidad, el dolor, la belleza quirúrgica... Y los programadores -algunos de ellos seres humanos, a su vez- no son tan ajenos a esta debilidad de la audiencia a la hora de seleccionar un producto. En un hospital confluyen todas las grandezas del ser humano. Hay sangre como para volver a llenar el Mar Rojo. Hay sexo en casi todos los departamentos: andrología, ginecología, traumatología, sexología, pediatría y, sobre todo -créanmelo-, en foniatría. La muerte es segura en casi todos ellos. Así que solamente nos queda el tercer elemento para dar forma a una buena novela negra de bolsillo: el dinero. No conozco ningún sitio dónde no haya dinero. Bueno, quizá sí. Pero no está en este mundo, sino en el Pozo del tío Raimundo. Al fondo, a la derecha. Así que una teleserie bien convenida en un ambulatorio, clínica privada, hospital o sitio ilegal donde se trafica con cuerpos humanos tiene un tirón asegurado con unos buenos guionistas. De hecho, el siguiente formato estrella tiene todos los ingredientes para convertirse en un producto de culto inmediato: «In treatment». Lo protagoniza Gabryel Byrne (una elección acertadísima) y se trata de un siquiatra que los lunes, martes, miércoles y jueves recibe a un paciente en su diván, que va desgranando su problema sin mayor ayuda que la presencia de los dos personajes y ningún tipo de flashback o recurso exterior. Todo transcurre en la consulta. Se preguntarán si el viernes descansará el apuestísimo doctor. Pues no, el viernes es Byrne quién acude a su propio siquiatra. ¿Cómo les suena?

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