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Garbiñe Bueno Trabajadora social

Incoherencia en la política municipal

He leído en la prensa que en el pasado Pleno del Ayuntamiento de Iruñea se presentó una moción para que el Ayuntamiento compareciese como acusación particular en la causa que se sigue en el asesinato de Nagore Laffage, ocurrida en plenos sanfermines.

Como mujer que soy hay algunas cosas que no logro entender. Fui testigo de cómo una hora después de que se hubiera realizado una concentración para rechazar la muerte de Nagore (por cierto ni UPN, ni PSN, ni NaBai convocaron pleno extraordinario como hacen en otras ocasiones con motivo de muertes violentas), parte de la corporación municipal, con Yolanda Barcina y Uxue Barcos a la cabeza, hacían los honores a la sociedad gastronómica Napardi.

Conviene recordar el carácter machista de esta sociedad que entre sus socios no cuenta con ninguna mujer y que nos prohíbe la entrada, incluso acompañadas de socios, salvo cuando ellos quieren, como en este caso.

No parece muy coherente presentar mociones pidiendo que el Ayuntamiento se persone como acusación particular, ni pedir que se ayude a la familia de Nagore, mientras se agasaja y acompaña a quienes día a día fomentan valores machistas y discriminan a las mujeres, pues son precisamente estos valores los que posibilitan que las agresiones contra las mujeres sigan siendo una realidad cada día más sangrante. De Yolanda Barcina ya lo hemos visto todo pero llama la atención la postura de Uxue Barcos que hace declaraciones grandilocuentes contra la violencia machista para acto seguido apoyar a quien mantiene actitudes inaceptables para las mujeres.

Tampoco parece coherente la actitud del Ayuntamiento de Iruñea que tan «magistralmente» dirige UPN, porque ¿qué se ha hecho a nivel institucional ante las muertes de Tatiela y Nagore? Se han firmado comunicados de condena (que como en otros casos no son más que palabras que no aportan ningún tipo de solución), se han convocado manifestaciones de repulsa, que están muy bien, pero, mientras tanto, no se adopta ningún tipo de medida que permita superar las desigualdades existentes.

Sin embargo, lo más grave no es qué no se haga nada, aparte del consabido «bla, bla, bla», sino que incluso desde las mismas instituciones se siguen fomentando los valores machistas que en última instancia son la causa de la muerte, sufrimiento y discriminación que sufrimos las mujeres.

La muerte de estas mujeres, el maltrato que sufren otras muchas, así como la discriminación que sufrimos todas las ciudadanas tienen una misma causa común: los valores machistas que reinan en esta sociedad y que desde muchos ámbitos se impulsan. Es decir, se trata de un problema estructural, un problema de dominación secular de los hombres sobre las mujeres.

Como estamos comprobando cada día, con estas posturas se hace muy difícil (por no decir imposible) que las cosas cambien. Los posicionamientos mediáticos sirven para lo que sirven, pero si no vamos a la raíz del problema, si no somos capaces de plantarnos ante el machismo, si no adoptamos medidas transversales que incidan en todos y cada uno de los aspectos de la vida, si no somos capaces de ser honradas y coherentes ni con nosotras mismas, si no educamos (el ejemplo es una manera de educar) en la igualdad, todo lo demás sólo sirve para que algunas y algunos se laven la cara y tranquilicen sus conciencias, mientras la violencia machista sigue avanzando en nuestra sociedad.

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