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Cicatrices personales y crudas denuncias sociales en las cintas de Punto de Vista

Este viernes conoceremos quiénes son los ganadores de Punto de Vista, el festival internacional de cine documental que desde el pasado viernes se está celebrando en Iruñea. Hacemos una parada en el camino para conocer algunas de estas películas de no-ficción y descubrir cuáles han sido las motivaciones y las razones por las que sus directores han decidido rodarlas. Una muestra del cine más atrevido y vanguardista del momento.
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Ane ARRUTI | IRUÑEA

«Es un cine distinto. Intentamos conformar una programación equilibrada que represente lo mejor de lo que se está haciendo ahora, lo más vanguardista, lo más atrevido tanto en lo formal como en los contenidos», declaraba el director del festival Carlos Muguiro antes de adentrarse de lleno en una semana llena de proyecciones, charlas e idas y venidas de directores, cinéfilos y periodistas.

El japonés Kotani Tadasuke ha dirigido la propuesta probablemente más extravagante de todo el festival. Tanto es así, que los organizadores del evento se vieron en la situación de tener que añadir, junto al título de la película, la frase «Algunas escenas de esta película pueden herir la sensibilidad del público», y a pesar de la advertencia, hubo quien acudió al estreno del lunes y no terminó de verla entera. «Line» («Línea»), que se vuelve a proyectar esta tarde a las 17.00h en Civican, es el primer documental de Tadasuke. Cuenta una historia personal y, a través de la realización de este proyecto, ha intentado superar los traumas que arrastra por la relación con su padre alcohólico.

El director creció en Taisho-ku, donde el 30% de la población era originaria de Okinawa. En 2007 abandonó su ciudad, por la que siente un rechazo indescriptible, y se instaló en Koza-Yoshiwara, el barrio rojo de Okinawa. Desde ese momento fijó el objetivo de su cámara en las cicatrices corporales de las mujeres. «Recuerdo la relación con mi padre a través de las cicatrices corporales de las prostitutas. Es una comparación con mis cicatrices mentales», declaró en rueda de prensa.

Al preguntarle por cómo se le ocurrió la idea de retratar precisamente a estas mujeres, el director respondió que la historia se fue desarrollando por sí sola: «Al principio quería tratar sólo la relación entre mi padre y yo. Además, no quería irme a Okinawa, porque me parece un lugar triste y trágico, que durante muchos años ha estado ocupado por militares estadounidenses». Por ello, el inicio de la historia lo protagoniza el padre del director, a quien retrata constantemente ebrio. «Cuando me fijé en los edificios de Koza-Yoshiwara, me di cuenta de la existencia de personas que vivían allí con mi misma experiencia vital, las prostitutas. Gracias a ellas he conseguido terminar esta película, porque si sólo hablase de mí, seguirían abiertas las cicatrices». Tadasuke subrayó que lo que quiso transmitir con la película es que «siempre se dice que hay que mirar hacia delante, pero si tenemos traumas o heridas, como es mi caso, es muy importante mirar hacia atrás».

Niños trabajadores

Eugenio Polgovsky presentó el domingo su último largometraje, «Los herederos». En él muestra la miseria y la cruda realidad que han de soportar muchos menores en el mundo y lleva a la pantalla el duro trabajo que realizan muchos niños mexicanos para sobrevivir. En la cinta vemos niños que desde los dos o tres años recolectan hortalizas, cortan leña, fabrican ladrillos, preparan la comida o tejen la ropa. El trabajo de estos menores refleja el de sus ancestros. Polgovsky muestra el círculo sin salida en el que permanecen atrapados generación tras generación los habitantes del campo mexicano. Esta película de Eugenio Polgovsky Ezkurra, de padre ruso y madre navarra, ya se ha exhibido en los festivales de Venecia, Berlín y Guadalajara (México), y viajará además a Australia y Grecia.

La denuncia social está presente también en «Mirages» («Espejismos»), la primera película del francés Oliver Dury, que cuenta la situación en la que se encuentran decenas de ciudadanos nigerianos, con la esperanza de llegar a Europa. El director ha sabido retratar esta realidad desde un punto de vista muy diferente. «Mi intención era ir en contra de lo que reflejan los medios de comunicación, por lo menos en el Estado francés. Se habla de `sin papeles', `clandestinos'... Quería ir en contra de esas etiquetas y llegar a esas personas» declaró Dury. La película cuenta la historia de «alguien que vio algo». La imagen le persigue, y decide volver a ese lugar para comprobar si existe de verdad o era un espejismo. «No hay entrevistas, no quería saber los motivos del viaje. El cine que quiero hacer trabaja con sensaciones. Quería mostrar el proceso de cómo unas personas con estatus legal se convierten en clandestinos» añadió. Para el rodaje de este proyecto que al final dura 45 minutos, Dury viajó varias veces a Níger, «el último viaje en el que se rodó casi todo, duró cinco días y fue muy duro porque se acumularon todos los problemas que se puedan imaginar».

Modernismo y viaje a Irak

«El tránsito», de Elías León Siminiani, es un ensayo corto sobre cómo le afectan a él los nuevos hábitos de la modernidad. Es el cuarto capítulo de una serie titulada «Conceptos clave del mundo moderno» que comenzó hace doce años. «Son pequeñas venganzas personales a cosas que realmente me han afectado» explícó ayer tras la presentación de su cinta. Las anteriores películas fueron «La oficina», «El permiso» y «Digital» y han obtenido más de cincuenta galardones internacionales. Todos los trabajos tienen el mismo principio, final y telón de fondo, la ciudad de Nueva York. En este caso Siminiani se fija en los coches, trenes y el impacto de la hora punta en la vida del ciudadano moderno, realizando un ensayo «juguetón».

Por otra parte, un viaje realizado a Irak dio como resultado la película «Maesmak» («Cómo te llamas»), en la que el director griego nacido en Beirut George Salameh cuenta sus sentimientos «como si fuera una canción con un estribillo». Tres historias son las que conforman este relato: una viajera griega que llega a Rutba para plantar un olivo contra la guerra unas semanas antes de que ésta empezara, un médico inglés que empieza a trabajar con enfermos terminales y un contador de historias que narra el viaje. Todo ello en veinte intensos minutos en los que la muerte está muy presente en todo momento. Esta película se volverá a proyectar mañana a partir de las 17.00h en Civican.

Otro de los cortometrajes que se ha podido ver en Iruñea es «Lost world» («Mundo perdido»). Diez años de rodaje reunidos en veinte minutos de película. «Quería reflejar los cambios que ha traído el paso del tiempo a este sitio y para eso la película tenía que ser corta» aclaró el director húngaro Gyula Nemes. La historia se sitúa en la presa de Kopaszi, un olvidado paisaje del centro de Budapest. Presenta la vida, demolición y reconstrucción que sufre este lugar: gente viviendo en casas flotantes, la lucha contra las inundaciones, la nieve, los inversores desalojando las casas... Todo ello reflejado sin diálogos y en blanco y negro. «Creo que me ha salido una película muy lírica» añadió.

KOTANI TADASUKE

«Recuerdo la relación con mi padre a través de las cicatrices corporales de las prostitutas. Gracias a ellas he conseguido terminar esta película. Es una comparación con mis traumas, mis cicatrices mentales».

OLIVER DURY

«No quería saber los motivos del viaje que emprenden muchos nigerianos a Europa. No hay ninguna entrevista durante toda la película. El cine que quiero hacer trabaja con las sensaciones».

Ficha

Lugar: Civican, Cines Golem Yamaguchi y Cines Carlos III.

Fecha: Hasta este viernes.

Precio de la entrada: 2 euros.

Entrega de premios:

El viernes a las 19.30h en Civican. El sábado, a partir de las 12.30h y 17.00h, proyección de las obras premiadas en Civican. .

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