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El Nobel de Literatura premia a la rumano-alemana Herta Müller

La rumano-alemana Herta Müller, escritora en lengua germana, ha sido galardonada con el Premio Nobel de Literatura que la Academia Sueca le otorgó por su obra, que calificó como «concentración de la poesía y la franqueza», que describe «el paisaje de los desposeídos». Casi desconocida hasta hace poco, Müller escaló alto a última hora en las apuestas.

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La escritora rumano-alemana Herta Müller (Nytzkydorf, 1953), es la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2009, según anunció la Academia Sueca ayer, en reconocimiento a una obra que es «concentración de la poesía y la franqueza» y que «describe el paisaje de los desposeídos». La escritora, «narradora del desamparo y voz de las minorías alemanas en los países del centro de Europa», que vive en Berlín desde 1987, nació en Rumania en el seno de una familia de la minoría alemana en ese país -como otros escritores emblemáticos alemanes como Paul Celan u Oskar Pastior- y desde muy pronto trató de tender puentes entre las dos culturas a las que pertenecía.

La designación de Müller supone reconocer a una autora que encarna en buena parte el destino de las minorías alemanas en los países del centro de Europa que, tras el fin de la II Guerra Mundial, que en muchas ocasiones tuvieron que pagar por partida doble las culpas del nacionalsocialismo.

Herta Müller estudió filología germánica y filología rumana simultáneamente (en la universidad de Timisoara), tratando de profundizar los conocimientos de las dos literaturas a las que sentía que pertenecía. Entró en conflicto con la Rumanía del dictador Nicolai Ceaucescu, donde perdió su primer trabajo como traductora en una fábrica de máquinas en 1979, por negarse a colaborar con la Securitate, el servicio secreto de la Rumanía comunista.

Su primer libro, «Niederungen» (En tierras bajas -Siruela-), tardó cuatro años antes de que finalmente la editorial pudo publicarlo en 1982, con recortes impuestos por la censura rumana. Tanto en su debut literario como en «Drückender Tango», Müller retrata la vida en un pequeño pueblo germanoparlante y la corrupción, la intolerancia y la opresión que en él encuentra. Eso le valió la crítica de la prensa rumana, todo lo contrario de lo que ocurrió en Alemania, en donde «Niederungen» recibió en 1984 el premio Aspekte, al mejor debut en lengua alemana del año.

Tres años más tarde, Müller emigró a Alemania con su esposo, el escritor Richard Wagner, y allí ha seguido desarrollando su carrera, con novelas como «Der Fuchs war damals schon der Jäger» (La piel del zorro) y «Herztier» (La bestia del corazón), donde relata de forma detallista la vida cotidiana en una dictadura estancada. Miembro desde 1995 de la Academia Alemana de la Lengua y de la Poesía, ha desarrollado también una carrera docente como profesora invitada en universidades como Hamburgo, Swansea y Zúrich.

Duodécima mujer con el Nobel

Müller, que sospechosamente escaló posiciones de forma vertiginosa en las apuestas anteayer, se convierte en la duodécima mujer en recibir el Nobel de Literatura, dotado con 10 millones de coronas suecas -un millón de euros-, dos años después de Doris Lessing (el año pasado recayó en el francés Le Clézio) y cinco más que la anterior premiada en lengua alemana, la austríaca Elfriede Jelinek (el último alemán fue Gunter Grass, en 1999).

En su última novela, «Atemschaukel», Müller, quien tras conocer que había sido distinguida con el preciado premio declaró «no me lo puedo creer, no me lo merezco. Estoy desbordada», intenta desentrañar lo que se escondía detrás del silencio de su madre (pasó cinco años en un campo de trabajo ucraniano) y de otros muchos rumanos-alemanes de su generación, que no se atrevían a hablar de su época en la URSS. 

«Todo lo que he escrito viene de la dictadura»

Herta Müller, declaró ayer que todo lo que ha escrito «ha surgido de los 30 años que viví bajo la dictadura de Nicolai Ceasescu», interrogada sobre el posible matiz político de la concesión del Nobel, para añadir «no sé si el premio tiene que ver con que se cumplan 20 años del fin del régimen comunista».

La escritora, mujer pequeña que habla con un tono de voz algo fúnebre, como si acabara de ocurrir algo sumamente triste, cree que «para la gente que ha vivido en las dictaduras las cosas no terminan cuando cambian los tiempos» y su literatura tiene que ver con asuntos trágicos que, aunque ocurridos hace mucho tiempo, todavía la acompañan.

Herta Müller apuntó que en 1987 -cuando llegó a Alemania- por primera vez en mucho tiempo tuvo la sensación de que podía respirar, pero tuvo que esperar hasta 1989, cuando cayó el régimen rumano, para dejar de sentirse amenazada. Del Nobel, «es algo exterior, y lo que de verdad importa es la escritura», agregó. «Lo que quiero es seguir escribiendo en soledad». GARA

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