El cineasta portugués Manoel de Oliveira acaba de cumplir los 101 años y continúa en activo. Prepara el rodaje de «El extraño caso de Angélica», película que protagoniza Pilar López de Ayala. Antes celebró su centenario rodando «Singularidades de una chica rubia», basada en una novela decimonónica de Eça de Queirós, en un ejemplo de longevidad que supone un récord inalcazable para el resto de cineastas. Su misteriosa vitalidad le permite así aumentar su ya de por si prolífica filmografía, que se remonta a la época del cine mudo.

«Singularidades de una chica rubia» tiene una duración inferior a la de los largometrajes convencionales, por lo que para que pueda ajustarse a los horarios de las salas comerciales se ha incluido en la sesión el corto de Pere Portabella «Mudanza», en el que este eterno experimentador catalán aborda el tema de la memoria histórica en relación con los recuerdos de la residencia de verano de la familia de Federico García Lorca, hoy reconvertida en casa museo. Está bien traído, porque la película de Manoel de Oliveira también recoge la influencia del pasado, en una Lisboa donde todavía prevalece la hipocresía moral de una clase burguesa heredera de otros tiempos.