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Tras casi cinco años de prohibición

Empieza una nueva campaña de la anchoa, limitada y bajo control

Con un límite de 7.000 toneladas y condicionada a los resultados de un próximo informe científico, ayer comenzó una nueva campaña de la anchoa. Un alivio para un sector en crisis, mientras se advierte del peligro que entraña pescar una especie que sigue bajo mínimos.

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GARA | GASTEIZ

Casi cinco años después, los arrantzales vascos han podido iniciar una nueva campaña de anchoa en el Golfo de Bizkaia. La captura de este pescado, tan apreciado en nuestras cocinas y uno de los más importantes para la flota pesquera vasca, había estado prohibida desde julio de 2005 para favorecer la recuperación de la especie, seriamente amenazada después de años de pesca masiva.

A pesar de la progresiva recuperación en estos cinco años, la biomasa de anchoa no ha alcanzado las 33.000 toneladas fijadas como límite de seguridad para reanudar la pesca, y la Unión Europea (UE) había mantenido la veda en todo momento a pesar de las presiones recibidas para levantarla, al menos parcialmente. Esta postura cambió el pasado 15 de diciembre, cuando los ministros de Pesca de la UE cerraron el acuerdo para el reparto de las cuotas de pesca de la flota comunitaria en 2010, un acuerdo que incluía la reapertura de la pesca de la anchoa desde el 1 de enero, aunque la costera no empezó hasta ayer.

El grueso de la flota, en cualquier caso, aguardará a que concluya la campaña del verdel para dedicarse por entero a la anchoa.

El número de capturas, según acordaron los estados español y francés, estará limitada a 7.000 toneladas y condicionada a los nuevos informes científicos que se darán a conocer en primavera. Esta cuota se repartirá entre las flotas del Estado español (5.400 toneladas) y del francés (1.600 toneladas).

Ese mismo acuerdo fija también una «compensación» de 200 toneladas para los pesqueros con bandera gala.

Las cofradías de Bizkaia y Gipuzkoa expresaron en diciembre su satisfacción por la apertura de la pesquería, aunque se mostraron contrarios al reparto de la cuota, especialmente en lo que se refiera a las 200 toneladas de compensación correspondientes al Estado francés.

Las flotas de ambos estados no faenarán al mismo tiempo, de modo que los barcos de Gipuzkoa, Bizkaia, Cantabria, Asturias y Galiza tienen fijado para esta campaña el periodo comprendido entre el 1 de marzo y el 31 de mayo, mientras que la costera de los pesqueros del Estado francés comenzará el 1 de julio.

Precisamente, la consejera de Agricultura y Pesca de Lakua, Pilar Unzalu, anunció el pasado viernes que su departamento «procurará estar atento» para que en el periodo en que los arrantzales vizcainos y guipuzcoanos tienen asignado para la pesquería no se produzca «ninguna disfunción» en este sentido y apuntó que en caso de haberla, se la harán saber al organismo competente.

Peligro de vuelta atrás

La recuperación de la campaña de la anchoa supondrá un pequeño alivio para los arrantzales, que a la crisis estructural del sector han sumado estos años una veda que ha comprometido la viabilidad y el futuro de la pesca de bajura. Pero también ha sido criticada desde organizaciones ecológistas, que advierten del riesgo de que la biomasa de esta especie vuelva a reducirse a niveles críticos.

Así, la organización internacional de conservación marina Oceana exigió ayer un «máximo control» sobre esta campaña, al considerar que la reapertura «se realiza sin que se haya recuperado la especie y en contra de los informes científicos y de la Comisión Europea».

En una nota de prensa, recuerda que el stock de anchoa sigue «seriamente deteriorado» y avisa de que hay «muchas posibilidades» de que la pesquería tenga que volver a cerrarse ante el riesgo de un nuevo colapso. Según el director de proyectos de Oceana Europa, Ricardo Aguilar, la situación es «alarmantemente parecida» a la de 2006, cuando en marzo se levantó la veda con una cuota de 5.000 toneladas en contra de las recomendaciones científicas, y en julio tuvo que cerrarse de nuevo ante la situación crítica de la especie. «El stock aún no se ha repuesto de ese golpe», advierte. Recuerda también que en aquella ocasión, la ministra española de Pesca, Elena Espinosa, sostuvo que la cuota de 5.000 toneladas era «tan reducida» que no tendría ningún impacto, una afirmación que los hechos rebatieron posteriormente.

A juicio de Oceana, esta apertura «precipitada» de la pesquería después del esfuerzo y dinero invertidos, pone en serio riesgo la viabilidad de la especie y las posibilidades futuras de mantenimiento de los empleos ligados a ella.

 
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