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Antonio Alvarez-Solís | Periodista

Hechos y opiniones

E l escándalo va creciendo. Me refiero al escándalo jurídico y lógico en torno al escrito presentado ante el Tribunal Supremo por la abogacía del Estado español solicitando el rechazo de Sortu como partido político. En ese escrito las inducciones y las deducciones conforman una mala pieza literaria que es presentada como un relato de hechos. Es más, esas deducciones e inducciones no son siquiera las de un juez instructor -que ya serían inapropiadas también-, sino que proceden del ámbito policial formado por la policía y la Guardia Civil, que se extralimitan en su función al entrar en consideraciones de carácter ideológico. Hay algo que aparece claro en todo este embrollo: el tosco amasijo que se hace en el escrito de la abogacía con pareceres de los fundadores de Sortu, con reflexiones de ciudadanos diversos que pertenecieron en su día a unas determinadas formaciones políticas, con las opiniones de ETA a través de sus medios y con la postura del Gobierno de Madrid. Con todo ello se elabora una masa oscura e insidiosa en que se mienten hechos que no lo son, acontecimientos desvirtuados, coincidencias puramente verbales y situaciones de pervertida geografía ideológica. Estamos, pues, ante un escrito sobrevenido con fórceps, en el que se perciben sencillamente las órdenes a que obedece. Un escrito en que un tribunal relevante en la escala jerárquica se va a jugar un prestigio tan debatido ya por la ciudadanía. No sé si el Gobierno español, o este caso, el Ministerio del Interior se da cuenta del daño que está haciendo a la Administración que representa. Condenado, Sortu elevará su estatura moral; admitido, el Ministerio vivirá momentos dramáticos. Así no se gobierna un país.

 
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