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Un maillot amarillo que aguanta gracias al trabajo en las montañas de Mónaco

Thör Hushovd ha ganado ocho etapas en el Tour, dos cronos por equipos y ésta es la tercera edición en la que luce el maillot amarillo. Pero el de ayer fue el día en el que más satisfecho se mostró por lograr mantener el liderato en una etapa en la que esperaba perderlo.

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Joseba ITURRIA I

Tuvo que ser en una estación de esquí -Hushovd fue esquiador antes que ciclista- en la que el líder del Tour encontrara la mayor recompensa a todos los sacrificios que ha realizado en los últimos meses para pasar mejor la montaña. Su mejoría le ha sorprendido hasta a él mismo. Antes de tomar la salida en Aigurande manifestaba a la televisión francesa que «estoy seguro de que voy a perder el liderato en Super Besse». Horas más tarde sonreía al escucharse sus declaraciones con el amarillo puesto.

«Estos días he dicho que no creía que pudiera pasar esta etapa, pero tenía la intención de intentarlo y defender el maillot. Me veo en una forma en la que jamás he estado y he ido al límite. El tener el maillot amarillo te da una motivación suplementaria para conseguir estos éxitos».

Añadía que «aun en el caso de que hubiera perdido el maillot amarillo estaría igual de contento con este Tour porque todo esto que me está pasando era algo que no me esperaba. Por eso no estaría decepcionado ni aunque hubiera perdido algunos segundos con Evans, porque lo he dado todo y me he sorprendido por la fuerza que he tenido al final para aguantar con los mejores».

La amistad con Gilbert, clave

A la hora de explicar la mejoría que ha experimentado en la montaña apelaba al trabajo que ha realizado en los últimos tiempos para progresar en esa faceta y a la amistad con Philippe Gilbert, con el que vive en Mónaco y con el que se entrena habitualmente: «En Mónaco todos los días subo muchas montañas, me entreno mucho con Gilbert, él me lleva a la montaña y eso tiene efectos porque está muy fuerte y todo lo que he sufrido para aguantarle en las subidas me sirve ahora para aguantar a los escaladores».

Además su mejoría en la montaña está basada en un cambio en su estrategia: «En los últimos tres años he comprendido que no podía con Farrar y con Chavanel en los sprints en llegadas llanas y he trabajado en la montaña sobre todo para los finales con pequeñas subidas, que son mis preferidos. Con mi entrenamiento en Mónaco ya no tengo miedo a los puertos. Puedo subir con los mejores la media montaña porque el entrenamiento ha dado resultado».

Reseñaba que la estrategia ayer era dejar la responsabilidad a otros equipos: «Esta era la etapa en la que tenían que trabajar BMC, Omega y Astana, eran ellos los que tenían que controlar la carrera. Nosotros hemos estado toda la semana trabajando y esta vez les tocaba a los demás si querían coger el maillot amarillo. No han podido conseguirlo y estoy contento por ello».

No lo tenía claro al atravesar la línea de llegada porque sabía que Evans había esprintado por delante y tenía miedo de que todo el esfuerzo que realizó para seguir con los mejores se hubiera quedado sin la recompensa del maillot porque se hubiera picado un par de segundos entre ambos: «He llegado al límite y cuando me han dicho que seguía líder ha sido una gran alegría porque era pesimista. Pero no he bajado los brazos en ningún momento, he ido por encima de mis límites y la etapa era muy dura. Los dos últimos puertos eran importantes y no pensaba que podía conseguirlo, pero iba muy bien y he conseguido mantener el maillot».

Hoy la etapa vuelve a ser dura, con siete puertos, cuatro de ellos de Segunda categoría, con unas longitudes y unos desniveles que otros años descañarían a Hushovd. Preguntado sobre si se ve capaz de mantener el amarillo hoy en Sant Fluir, señalaba que «mi carrera es seguir a los favorito. Lo que estoy viviendo es formidable, estoy muy feliz con mi Tour. Estoy muy cansado, pero espero recuperar y seguir día a día».

La sensación que dan todos los corredores es que se encuentran muy fatigados a pesar de que todavía no ha llegado la montaña y sólo se llevan ocho etapas. Lo decía en la meta Gilbert y le daba la razón Hushovd: «Todos estamos muy cansados. Se está corriendo muy rápido, con mucha tensión y el mal tiempo aumenta la fatiga». Los que menos parecen acusarla son Gilbert y Hushovd, dos amigos que volvían a subirse ayer al podio con los maillots amarillo y verde gracias a los resultados del entrenamiento realizado en las montañas de Mónaco, un Principado que además de atraer a los ciclistas por ser un paraíso fiscal empieza a ser recomendable por las montañas que lo rodean.

Sólo un cambio de líder en las primeras ocho etapas de carrera

Thör Hushovd completaba ayer una semana de amarillo tras arrebatar el liderato el pasado domingo a Gilbert. Ha sido el único cambio de líder que ha registrado la prueba. Las dos primeras posiciones no han variado desde la crono por equipos de Les Essarts.

Si con las bonificaciones la primera semana del Tour se caracterizaba por los cambios de líderes entre los sprinters, en los últimos años tras ser eliminadas apenas hay cambios. El año pasado hubo tres líderes en los primeros ocho días -Cancellara, Chavanel y Evans- y en 2009 sólo hubo un cambio. Cancellara estuvo de amarillo los seis primeros días y Nocentini los siete siguientes.

Sin poder pelear por el maillot amarillo, los sprinters se han centrado toda la semana en luchar por el maillot verde con el aliciente que ha supuesto para ellos un sprint intermedio con puntuación para los quince primeros, que se están preparando y disputando como si fueran llegadas. J. I.

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