La Fiscalía General de Rusia informó ayer de que la embarcación que el domingo se hundió en el río Volga en medio de una violenta tormenta no tenía licencia para transportar pasajeros desde hace treinta años y presentaba varios fallos de seguridad, entre ellos un motor averiado, lo que no impidió que zarpara desde Bolgar a Kazan con 208 personas a bordo, a pesar de tener una capacidad máxima legal de 120 pasajeros. Además, no contaba con suficiente material salvavidas para el número de personas a bordo.

Así, el naufragio se ha debido a una combinación de negligencias criminales que han indignado al presidente ruso, Dmitri Medvedev, quien calificó de «insatisfactorio» el estado de la embarcación y ordenó la revisión de todo el transporte de pasajeros en el país. A su juicio, la tragedia no se hubiera producido a pesar de las condiciones meteorológicas «desastrosas» si se hubieran cumplido las normas de seguridad y de inspección técnica.

Antes de que la Fiscalía emitiera su informe, el Ministerio de Transportes había señalado que el barco había sido inspeccionado el 15 de junio y había recibido el certificado.

Sesenta y cuatro cuerpos han sido rescatados hasta el momento de entre los restos del antiguo crucero «Bulgaria». El balance final superará el centenar de víctimas mortales, ya que más de medio centenar de personas continúan desaparecidas y no hay prácticamente ninguna posibilidad de encontrar supervivientes. Ochenta personas han sido rescatadas con vida.

Aunque las cifras difieren según las fuentes, el Ministerio de Emergencia de la república rusa de Tatarstán, Sergei Shoigu, señaló que a bordo de la embarcación había 208 personas -sesenta de ellas niños-, 25 de las cuales no estaban registradas.

El barco «se inclinó hacia el costado derecho y volcó, eso fue todo: no hubo ni pánico», aseguró Nikolai Chernov, uno de los supervivientes del naufragio, que perdió a su esposa y a su nieto de cinco años. En un vídeo difundido por la versión digital del diario «Komsomolkaya Pravda», Chernov explicó que todo fue tan rápido y el pasaje no llegó a ser advertido de que el barco se hundía.

Relató que murieron muchos niños, porque antes de que el barco se fuera a pique fueron reunidos en la sala de juegos, en la cubierta superior.

Aseguró que dos barcos pasaron junto a los náufragos sin prestarles socorro, antes de ser rescatado por el «Arabella».