Ibon Iparragirre pasa su primera noche en casa en régimen de prisión atenuada
Ibon Iparragirre pasó su primera noche en su domicilio de Ondarroa en prisión atenuada, aprobada ayer por Instituciones Penitenciarias, después de que él solicitase a última hora de la tarde el alta médica voluntaria para escapar del duro régimen que soportaba en el modulo carcelario del Hospital de Basurto. La Ertzaintza se había negado a trasladarlo a otras dependencias hospitalarias y el prisionero optó por esta salida para mejorar sus condiciones de vida.
Agustín GOIKOETXEA | BILBO
Tras una tensa tarde, Ibon Iparragirre pudo retornar a su domicilio en régimen de prisión atenuada, pendiente de que se le coloque la pulsera telemática que controlará sus movimientos a partir de ahora. El ondarroarra se vio obligado a solicitar el alta médica voluntaria del Hospital de Basurto para escapar del duro régimen que soportaba en la habitación en la que estaba recluido. Hasta las 21.00, aproximadamente, no se supo que partía hacia casa, ya que la otra opción era reingresar en la cárcel de Basauri a la espera de que le pusieran el dispositivo de vigilancia.
Aunque la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias podía haber adoptado la decisión la misma tarde del viernes, después del auto de la Sección Primera de la Sala de lo Penal que decretó la libertad provisional de Ibon Iparragirre «por razones humanitarias» en una de las causas pendientes que tiene en la Audiencia Nacional, no fue hasta ayer cuando, siguiendo la propuesta de la Junta de Tratamiento de la cárcel, aprobó la prisión atenuada.
Un funcionario acudió a la habitación que ocupaba Iparragirre en la tercera planta del pabellón Jado para notificarle la prisión atenuada, con control a través de una pulsera telemática, en aplicación del artículo 100.2 del Reglamento Penitenciario español. En la práctica, la medida adoptada por el Ejecutivo del PSOE no supuso cambio alguno para el preso ondarroarra, pues continuó recluido en la misma dependencia bajo el control de tres ertzainas.
El propio represaliado y sus familiares venían denunciando que las condiciones del módulo penitenciario de Basurto eran incluso peores que las que soportaba en Basauri. No tenía posibilidad de acceder a una televisión, una radio o un reloj; en las dos visitas semanales, de media hora, no podía haber contacto físico y eran grabadas por los policías que le vigilaban.
Nada más tener constancia de la decisión de Instituciones Penitenciarias, la familia Iparragirre-Burgoa solicitó el traslado del preso enfermo a otras dependencias del mismo complejo hospitalario, «como otros enfermos», aunque no lo lograron. La Ertzaintza les contestó que mientras siguiera ingresado en Basurto iba a permanecer recluido en la habitación y vigilado por los agentes. La pulsera telemática le sería colocada, según la Policía autonómica, una vez se le diera el alta médica y fuera enviado a su domicilio.
Ante esta postura, los allegados sondearon la posibilidad de solicitar el alta voluntaria, de modo que se le colocase la vigilancia electrónica y regresara de nuevo al centro sanitario. La respuesta de la Ertzaintza fue tajante: si a Ibon Iparragirre se le otorgaba el alta sería conducido a Basauri; eso a pesar de que la Junta de Tratamiento no le quería allí. Finalmente, se aceptó lo planteado por el preso.
Dirección del hospital
Las condiciones que ha soportado Ibon Iparragirre en el hospital bilbaino llevaron ayer a LAB a denunciar la actitud de la dirección de Basurto. «Durante los tres primeros días que ha estado ingresado en el hospital, no han sido respetados los derechos mínimos que como paciente y usuario le corresponde a él y a sus familiares», dijeron.
La central abertzale criticó que pese a «su grave estado de salud, se le aplique un régimen más duro aún que en la propia prisión». Por ello, recordó a la gerencia y a la dirección médica que, a pesar de que Iparragirre estaba afectado por el régimen penitenciario, su obligación era garantizar sus derechos como una persona usuaria de la sanidad pública.
Otro ejemplo de la actitud de la dirección del hospital fue que ayer, cuando los familiares se interesaron por la posibilidad de pedir el alta médica voluntaria para evitar el estricto régimen penitenciario, se les advirtió de que el enfermo podía perder las citas y pruebas que tenía pendientes en el centro.
LAB criticó que, desde el martes hasta el jueves, «nadie» comunicara a Iparragirre cuál era su estado y no fue hasta el viernes cuando se informó a su familia de la evolución médica. «Incluso no se les ha permitido hacerle llegar ropa, por lo que ha permanecido descalzo, sin zapatillas, durante todos estos días», añadieron.
La sección sindical en Basurto pidió explicaciones a la dirección sobre el trato que se estaba dispensado al vecino de Ondarroa, que no recibió respuesta porque parecía que no lo tenían claro. Por ello, instaron a los responsables del hospital a que «si existe un protocolo en este sentido se aplique, y si no existe se realice uno, de tal forma que los derechos como usuarios de las personas presas y sus familiares sean también respetados».
Pasadas las 21.00, Ibon Iparragirre abandonó Basurto en dirección a Ondarroa. Fue una tarde tensa, en la que su abogado y sus familiares se afanaron en buscar una salida al galimatías legal que hacía soportar al preso un duro régimen carcelario en el centro sanitario.