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Joxean Agirre Agirre | Sociólogo

Incendiarios e incineradores

A través de este artículo el autor no pretende tanto ahondar en los argumentos encontrados en torno a los diferentes modelos de gestión de residuos como resaltar la necesidad de abordar con seriedad y responsabilidad ese debate. Algo a lo que, en su opinión, no ayudan las declaraciones públicas de dirigentes del PNV de Gipuzkoa, que califica de «brocha gorda en manos de incendiarios e incineradores».

El PNV guipuzcoano está convencido de haber encontrado un filón inagotable. Convertir el problema que el conjunto de la ciudadanía tiene con los residuos que genera en el principal problema de Bildu en las instituciones locales y forales. Con este artículo no pretendo profundizar en el debate acerca de la contraposición de modelos de recogida, tratamiento y gestión de los residuos. Al respecto, el trabajo de información, socialización y praxis diaria de las organizaciones como Zero Zabor, las mancomunidades, los ayuntamientos con el PaP en marcha y otros muchos agentes y personalidades del ámbito de la salud, la universidad o el medio ambiente es intachable y demoledor en sus argumentos. No es de extrañar, por lo tanto, que el PNV huya despavorido de todos los marcos y oportunidades para contraponer ideas sobre el particular y esté volcado en la letra gruesa y la política de brochazo mediático. Tiene los medios y la irresponsabilidad política suficientes como para convertir en estandarte y titular de prensa cualquier majadería.

La derecha política y social de nuestro entorno es prolífica en el ejercicio de la demagogia siempre que las dudas y amenazas sobre la salud de la población, la preservación del medio ambiente y la viabilidad económica de los proyectos que impulsa encuentran contestación social. Está en las hemerotecas el «argumento definitivo» que encontró el PNV para justificar la construcción del monstruo nuclear de Lemoiz: sin central nuclear nuestra dependencia energética nos abocaría a comer únicamente berzas. Hoy en día, tras las catástrofes de Chernobyl y Fukushima, los intereses del lobby nuclear planetario no encuentran defensores en el Euskadi Buru Batzar, pero siempre hay voluntarios para llenar con audacia el saco de los despropósitos.

La portavoz del Gipuzko Buru Batzar, María Eugenia Arrizabalaga, acaba de dar muestras sobradas de ello. En un artículo recogido en varios medios escritos, carga contra el periodista de «Berria» Iñaki Petxarroman y contra la izquierda abertzale por la posición de ambos en relación -entre otras cuestiones- con la incineración y sus consecuencias. Califica de «mentira», sin tapujos ni concesiones a la prudencia, la afirmación de que las emisiones de las incineradoras producen cáncer. Tan rotunda como Rajoy en la crisis del Prestige, cuando calificó como «unos pequeños hilillos de fuel con aspecto de plastilina» los efectos de aquella catástrofe en la costa gallega.

María Eugenia Arrizabalaga ignora a propósito el informe de un grupo de investigadores del Instituto de Salud de la Universidad madrileña Carlos III. Este trabajo, que ha sido publicado recientemente en la revista «Environment International», considera que existen «riesgos significativos» de contraer cáncer para las personas que residen en un radio de treinta kilómetros de las plantas incineradoras. Estas se revelan como «potentes emisores de carcinógenos», subrayan los expertos. Entre otras, emiten sustancias como dioxinas, arsénico, cromo, benceno, hidrocarburos aromáticos policíclicos, cadmio, plomo, tetracloroetileno, hexaclorobenceno, níquel y naftaleno, explican los investigadores del citado Instituto. Para llegar a estas conclusiones, han estudiado 8.098 poblaciones entre los años 1997 y 2006. Además, analizaron 129 instalaciones generadoras de emisiones, entre las cuales había numerosas incineradoras de residuos del tipo de la proyectada en su día para Zubieta.

No seré yo el que se suba al carro del alarmismo o alerte sobre una pandemia en ciernes, pero me parece que es un argumento científico y empírico de peso -otro más- para abordar la discusión del tratamiento de las basuras desde el rigor, la prudencia y la responsabilidad. Información y pedagogía compartida. Que deje el PNV de embarrar el debate. Egibar abrió la veda con su afirmación de que «la izquierda abertzale tiene un problema con los contenedores; antes los quemaban y ahora los quieren quitar». Después nos regaló otra frase digna de Alfonso Ussía: «La actitud de imposición de la izquierda abertzale refleja su estrategia política y militar del pasado». Y ahora Arrizabalaga hace gala en su artículo de conocer las reflexiones internas de la izquierda abertzale en relación con el tema, para concluir que todo es un ejercicio esloganístico, Atez ate, irabazi arte, siguiendo la estela de su valedor y presidente.

Es llamativa la insistencia jelkide en retrotraerse a tiempos pasados para criticar a la izquierda abertzale en cuestiones que, ni afectado por el mayor desorden de ideas imaginable, pueden vincularse entre sí. Tal vez añoren los viejos tiempos y la posición de ventaja que le reportaban en Gipuzkoa y en sus instituciones. Pero me sorprende más la inclusión de las consultas y refrendos populares sobre la implantación del PaP en su argumentario. Quien tras más de tres décadas de gestión prácticamente ininterrumpida en la mayoría de las instituciones del país no ha hecho posible ni el más mínimo plebiscito popular en ninguna parte, es decir, el PNV, tiene muy poca credibilidad al respecto. De lo contrario, cabe preguntarse por qué se opuso con uñas y dientes a la celebración de una consulta popular en las localidades y comarcas en las que, como pollo sin cabeza a la carrera, trató de ubicar la incineradora desde 2003: Txingudi, Urnieta, Landarbaso, Zubieta... ¿Encontrará el PNV en Gipuzkoa un solo pueblo que refrende en las urnas la instalación de una planta incineradora en su término municipal? ¿Por qué apela a la mayoría en Juntas de los partidarios de la incineradora para poner en valor su posición y desprecia lo acordado desde Bildu en los casi 40 municipios en los que cuenta con mayoría absoluta? Ley del embudo, pura y dura.

Para finalizar, el hecho de que bastantes de las plataformas contra el PaP que han surgido en Gipuzkoa, una veintena, lo hayan hecho a rebufo de la iniciativa «Gipuzkoa garbia» del PNV, ni cuestiona su legitimidad ni invalida sus propuestas. Me parece imprescindible que participen activamente en el debate social acerca del modelo de recogida, selección y reciclaje a implantar en cada pueblo, en un marco de diálogo racional, sectorial y participativo. Sus preocupaciones y dudas deben atenderse y abordarse. EHBildu, al igual que la izquierda abertzale, acaba de manifestar públicamente su intención de profundizar en ese diálogo abierto con la ciudadanía, pueblo a pueblo, conscientes de que el debate exige la máxima participación y acuerdos. Sea cual sea la correlación de fuerzas en el consistorio, es responsabilidad de todos propiciarlos. Sería positivo escuchar otro tanto por parte de los máximos responsables del PNV y del PSE, en lugar de alimentar mentiras, como acaba de ocurrir en Oñati, donde un proceso participativo ejemplar y con seguimiento plural y masivo se intenta cortocircuitar con denuncias de «amenazas» que la propia Plataforma local niega. Sin embargo, lo vimos el viernes, el PNV sigue sin distinguir entre la voluntad de solucionar los problemas y el derecho a hacerlo desde un punto de vista propio. En rueda de prensa, dos portavoces del GBB reiteraron su apuesta por la confrontación. Brocha gorda en manos de incendiarios e incineradores.

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