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Carmen Maura rompe con la vocación más internacional del Premio Donostia

No es Meryl Streep y nunca ha rodado en Hollywood. Tampoco es chica Almodóvar, tanto por edad, como por falta de afinidad con el director manchego. De momento es una bruja, porque así lo ha querido Álex de la Iglesia, y juntos vendrán a Donostia a presentar en el Velódromo «Las brujas de Zugarramurdi», título que al igual que «La comunidad» refuerza su imagen de actriz de reparto abonada a los Goya, estatuilla que comparte con un César hablado en francés.
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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

Por primera vez el Premio Donostia va a tener un aire cercano y familiar, ya que a Carmen Maura la conocemos desde que era presentadora de televisión. En nuestro recuerdo ha quedado asociada a la movida madrileña, pues no en vano se hizo actriz con las películas ochenteras de los directores Fernando Colomo, Pedro Almodóvar y Fernando Trueba.

De aquella etapa le ha quedado la etiqueta de «chica Almodóvar», que suena tan ridícula como anticuada. Resulta impropia para una mujer que lleva más de cuarenta años actuando, y eso que, empezó algo tarde, cuando ya había cumplido los 25. Su conservadora familia se llevó un disgusto con una decisión que implicaba la ruptura con un estilo de vida ya establecido, después de renunciar al matrimonio y a un trabajo seguro.

Si se hubiera dedicado al teatro y al cine, que son como «más dignos», pero no fue así... La televisión y la publicidad han sido desde entonces el pan de cada día para ella. Lo alimenticio ha estado siempre peleado con lo artístico, y de ahí puede que vengan sus líos, con «¡Pedro!» y hasta con el mismísimo José Luis Moreno, productor del fallido remake en la televisión española de «Las chicas de oro».

Dicen que si Carmen Maura no se ha hecho de oro, ha sido por no saber administrar sus ganancias. Cometió el error de ponerlas en manos de su pareja sentimental, que la abandonó dejándola con lo puesto. Y otra vez, vuelta a empezar.

¿Volver o no volver?

Cualquier espectador de cine es capaz de darse cuenta de que Pedro Almodóvar y Carmen Maura se necesitan. Artística y comercialmente les fue muy bien a ambos con su reunión en «Volver», pero no saben compartir los éxitos en armonía. Les pasó lo mismo con «Mujeres al borde de un ataque de nervios», cuando se pelearon a cuenta de la ceremonia de los Óscar. Entonces hicieron públicas sus desavenencias a través de la prensa, y ahora, ya el mal tono, se ha trasladado a internet. En respuesta a las declaraciones de la actriz sobre su tajante negativa a volver a trabajar con el manchego, por considerar sus rodajes «tensos», la productora El Deseo contestaba en Twitter, por medio del hermanísimo Agustín, que tampoco pensaban llamarla.

Carmen Maura está en una edad en que se puede dar el lujo de ser sincera, así que no le duele en prendas reconocer abiertamente que se siente más a gusto trabajando con Álex de la Iglesia, que la entiende mejor como la estupenda actriz de reparto que en realidad es. Ella no se lleva bien con la estelaridad, ni con la idea que tienen en Hollywood de las protagónicas. Motivo por el que han saltado chispas cuando ha actuado con Penélope Cruz. Lo suyo es más la coralidad, de la que salió reforzada en «La comunidad», como seguro ocurrirá de nuevo en «Las brujas de Zugarramurdi».

Carmen Maura lleva trabajando en el mercado francófono desde su ruptura con Almodóvar, pero allí no es tan conocida como en el Estado español, aunque ahora se enfrenta al reto de una serie de televisión en el horario de máxima audiencia. Le gusta París, porque puede ser ella misma, sin que le reconozcan en la calle o en los comercios. En cambio, en Madrid se siente presionada por la prensa y la opinión pública. Es lo que tiene salir en los anuncios y llevar tanto tiempo en el candelero, sin tomarse nunca un descanso.

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