Eduard FERNANDEZ | Actor
«Hamlet me ha hecho mejor persona, más humano»
El Teatro Arriaga acoge este fin de semana el estreno oficial de «Hamlet» y «La tempestad», dos producciones propias dirigidas por Lluís Pasqual. Eduard Fernández protagoniza la primera e interpreta un papel menor en la segunda. El camaleónico actor catalán, premiado con dos Goyas, siente que se enfrenta a «lo más gordo» de su carrera.
Se le nota cansado a Eduard Fernández (Barcelona,
1964). Cansado, pero satisfecho, tras ofrecer la primera representación de
“Hamlet” el pasado sábado. «Estuvo bien. La gente incluso se puso en pie, y
dicen que en Bilbao eso pasa pocas veces», dice. Estos días ensaya “La
tempestad”, donde tiene un papel de menos peso, a la espera del estreno oficial
de ambas obras de Shakespeare, que tendrá lugar pasado mañana. Con una hija de
11 años, Eduard Fernández lleva una carrera imparable tanto en teatro se in
inició como mimo y después pasó varios años en Els Joglars, como en el
cine, con intervenciones brillantes en películas como “Smooking room”, “Los
lobos de Washington” o “El método”. Tras finalizar el rodaje de “Alatriste”,
espera ponerse de nuevo a las órdenes de Cesc Gay.
Dicen que para un actor hacer de Hamlet es lo máximo. ¿Cómo está viviendo esta experiencia?
Es gordo, sí. Y dentro de lo que he hecho, es lo más. Estoy muy a gusto, me entiendo muy bien con Pasqual, es la tercera vez que curro con él. Antes de empezar, cuando me lo propuso, me dijo: ésta es una obra de actor, por tanto, actor y director tienen que estar como uña y carne. Y así ha sido: hemos trabajado muy juntos. Además, volver a hacer teatro, después de tanto cine, es un gustazo. Muy cansado también, agotador, no paro.
¿Cómo es su Hamlet?
No lo sé. Esto cuesta mucho responder, porque yo no lo veo desde fuera. Yo lo vivo y me cuesta mucho juzgarlo. AHamlet le ocurren una serie de cosas muy bestias desde el momento en el que su padre le pide que le vengue. Y él no es alguien a quien le gusten las armas, es de leer y estudiar. Hamlet nunca encuentra el momento de pasar a la acción, a la venganza, y no entiende por qué sigue viviendo sin hacer lo que tiene que hacer.
Este tipo de personajes con tanta carga de pensamiento, ¿le hace replantearse muchas cuestiones sobre la vida?
Algunas. Me afecta más en el trato con mis compañeros. Me da la sensación de que Hamlet me ha hecho muy humano, me ha hecho mejor persona a la hora de ser grupo, de entender al otro.
Lluís Pasqual presenta ambas obras como una reflexión sobre la violencia.
Son las dos caras de enfrentarse a la violencia. A Hamlet le dan el mandato de matar, y cuando mata muere un poco. En “La tempestad”, sin embargo, Próspero no cumple su venganza. Creo que siempre hay una venganza posible, siempre hay alguien que te hace daño a ti o a alguien de tu familia; por eso, o lo corta alguien, o siempre estaremos matándonos y haciéndonos daño. El otro día, alguien que vino a ver “La tempestad” dijo que los del PP deberían verla: a lo mejor aprenden algo.
Hamlet oscila entre la lucidez y la locura.
Y quién no. Dice Hamlet que todos tenemos miedo a la
muerte y que eso es lo que nos hace quedarnos con lo que tenemos en vez de ir en
busca de lo desconocido. Ir en busca de lo desconocido tiene que ver con el
miedo a perder la lucidez.
En Bilbo hay mucha expectación con este doble montaje producido por el Arriaga. ¿Cómo lo ha vivido el equipo?
En el equipo ha habido muy buen ambiente. Y es que nos han tratado muy bien en el Arriaga. Es muy difícil montar una producción tan gorda y realmente nos lo han puesto todo en bandeja. Bilbao es un buen sitio para ensayar.
¿Ha hecho vida en la ciudad o ha estado muy concentrado?
Hacemos vida en Bilbao, sí. El Casco Viejo está al lado del teatro. Cuando salgo de ensayar algo tan intenso como Hamlet, yo no puedo irme a casa, me volvería loco. Así que me tomo unos vinos en el Casco Viejo con la gente. Muy a gusto.
Hizo su rodaje teatral en Els Joglars. ¿Qué recuerdos tiene de aquellos años?
Aprendí mogollón. Boadella es muy buen director de teatro. Viajé mucho, hice muchos bolos, muchas tablas. Yo venía del mimo y Els Joglars fue un buen paso para el teatro de texto.
¿Cómo ve ahora al teatro catalán?
Yo creo que ha bajado, o igual es que yo me he hecho mayor y me aburro más. Creo que se copian fórmulas y me da la sensación de que se hacen cosas muy estudiadas en vez de originales. No me gusta demasiado.
¿Y al cine catalán? Hay muy poco cine en Catalunya, la industria
está en Madrid. Pero, casualmente, yo los Goyas me los he llevado por películas
catalanas. Ahora voy a hacer otra con Cesc Gay.
El trabajo en el cine, usted lo ha dicho, es muy diferente porque el personaje se lo prepara uno solo en casa. ¿Eso le hace sufrir? Sí, yo soy un poco sufridor en eso. Llega el día
de ponerte delante de la cámara y no sabes si habrás acertado o no... Hay muchos
directores a los que no les gusta ensayar ni hablar mucho del personaje y hay
que acoplarse a eso. Yo tengo claro que a mí me pagan por ayudar al director a
contar lo que él quiere.
En el cine le descubrimos en «Los lobos de Washington». ¿Ha sido Mariano Barroso el director que más jugo le ha sacado como actor?
No lo sé... Con Mariano me entiendo muy bien, es de los que ensaya mucho con los actores. El y Javier Bardem tenían una parte en la producción de esta película y fueron quienes se empeñaron en que yo hiciera el co-protagonista, a pesar de que era un desconocido en el mundo del cine.
¿Le interesa el debate sobre el Estatut?
En primer lugar, yo no me he leído el Estatut. En segundo lugar, me parece una salvajada y una falta de respeto y de ética la actitud de algunos partidos de manipular a la sociedad de esta manera brutal enfrentando al resto de España con Catalunya. El otro día vi por televisión a una mujer en Cádiz a la que preguntaban qué había firmado: ‘yo, en contra de los catalanes’, dijo. Pero, señora ¿usted me conoce? ¿qué tiene en contra mío? También me pone de los nervios que se niegue el diálogo. Alos políticos les pagamos para que hablen y negocien, es su trabajo; si usted no habla, es un defraudador.
¿Cómo le sienta que se rechace en Madrid lo que se ha acordado en Catalunya? Claro, es un poco fuerte. Yo no soy
nacionalista. Pero en épocas de Aznar, cuando empezó a lanzar tan mal rollo,
dije: yo no soy nacionalista, pero soy práctico. Si me insultas, claro que me
quiero ir de tu casa.
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