«La cena», de Josep María Flotats y Carmelo Gómez, llena el Gayarre
IRUÑEA
El teatro Gayarre acoge durante cuatro días, con todas las entradas prácticamente vendidas, la representación de “La cena”, de Jean Claude Brisville, dirigida, producida y protagonizada por Josep María Flotats, a quien da réplica sobre el escenario Carmelo Gómez.En conferencia de prensa, Flotats elogió ayer el texto de Brisville, quien, como en otras de sus obras, parte de un hecho histórico para recrear una situación, en este caso, las conversaciones mantenidas entre Joseph Fouché, duque de Otranto, y Charles Maurice de Talleyrand, príncipe de Benevento, en la Francia de 1815, cuando, tras la derrota en Waterloo, Napoleón regresa a París y abdica en favor de su hijo. Fouché es nombrado presidente del gobierno provisional, Luis XVIII regresa acompañado por Talleyrand y los vencedores de Waterloo ocupan la capital. En un momento en el que no se sabe si gobernará el país la república de Fouché, la monarquía de Luis XVIII o el imperio de Napoleón II, Fouché y Talleyrand se reúnen, en presencia de Wellington, en un encuentro del que ambos salen para compartir una cena en la que decidirán el futuro de Francia. «Hay una rotunda contemporaneidad en las motivaciones de dos personajes de baja estofa, sin moral, que sólo piensan en seguir en el poder», señaló ayer Flotats, quien indicó, como muestra del «transfuguismo» de estos personajes, que, «en una época en la que cambiar de régimen suponía casi que te cortaran la cabeza por estar con el anterior, Fouché sirvió bajo ocho regímenes y Tayllerand bajo doce». A estos protagonistas les ponen el contrapunto dos de los sirvientes, que hacen de «la voz del pueblo», dijo un Flotats que aseguró haber respetado la época en el montaje, «con la voluntad de que el espectador perciba unos diálogos y razonamientos de unos hombres de poder que se reparten el Estado y Francia». Respecto al texto, subrayó la ironía que rezuma y que es «una obra de un altísimo nivel de escritura pero accesible a todos los públicos», algo que se ha pretendido respetar en la traducción al castellano, de Mauro Armiño, «fiel al estilo, con un lenguaje directo y de ato nivel».
«Seres en descomposición» El «elegante» estilo francés se ha mantenido también en el vestuario, lucido por «seres en descomposición», cuya degradación moral contrasta con el «envoltorio exquisito».
Esta falta de moral es a la vez un reto interpretativo, ya que, normalmente, «siempre hay algo del personaje que hace que el actor se identifique con él, pero aquí nada de lo que dice Tayllerand me permite hacerlo».En cuanto al trabajo de Carmelo Gómez, Flotats señaló que «lo he dirigido con placer, y está fantástico, magnífico». Recordó que pensó en él para este papel «porque es un buen actor y podía hacer un Fouché convincente. Fouché tenía que ser un actor con fuerza, de peso, ya que no puede haber desequilibrio en el escenario, y lo que uno Talleyrand tiene por la escritura el otro Fouché lo debe tener por la fuerza en el escenario», declaró Flotats en el Gayarre.
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