Dice el dicho que aprendimos en tiempos de bachiller, que la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. Y habrá que agregar que, dígala o no Agamenón y ratifíquela o no su porquero, la mentira es mentira. Más aún, la verdad tendrá valor de prueba judicial cuando Agamenón ­o su porquero­ la puedan probar. Lo demás son pamplinas.

Ayer conocimos que, sobre uno de los graves cargos que pesan sobre los acusados en el macroproceso 18/98, la pertenencia a KAS, (que a servidor no le parece cosa tan grave, después de haber conocido a cientos o miles de ciudadanos que militaban en KAS a la luz del día) la prueba de cargo que presenta Garzón al tribunal es un informe policial que, de forma textual, reza: «según la Cadena SER, Bixente Askasibar es de KAS». Si no estuvieran en juego la libertad, el patrimonio y la vida de Askasibar, esta columna sería espacio de humor. Pero el asunto es grave.

Dice Garzón que le dice la Policía que ha oído en la Cadena SER que Bixente Askasibar ­un hombre probo al que conozco y aprecio­ es de KAS. Y como lo ha dicho la Cadena SER, Garzón le saca a empellones de su cama, lo incomunica, lo interroga, lo encarcela y lo procesa. Suerte tuvo Garzón de que el informe no lo redactara el fiscal Fungairiño, el que sólo atendía a los reportajes sobre animales de la segunda cadena de la TVE: Hubiera encarcelado a una cebra o un elefante.

El despropósito relatado debiera motivar algún grado de reflexión en la profesión periodística. Es inútil, ya lo sé, pedir reflexión en la Audiencia Nacional, porque es inútil demandar reflexión a un instrumento, a una mera herramienta, al lazo del verdugo, a la tea del pirómano, a la bañera del torturador. Los instrumentos, ya se sabe, no reflexionan. Y la Audiencia Nacional no es más que eso, un instrumento. Por eso es imprescindible demandar sensatez, mesura y reflexión a los medios de comunicación. Porque una información sin contraste puede alcanzar la categoría de acusación formal si llega a manos de un irresponsable (dicho sea con mesura por si las moscas) y puede ser, peor aún, razón de cárcel.

No pido, ni mucho menos, silencio ni autocensura. No admitiría que la situación política pueda llegar a castrar al noble oficio de informar, pero no se engañen: el policía que dijo haber oído en la Cadena SER que Askasibar era de KAS es, probablemente, el mismo que se lo filtró a la Cadena SER. Y Garzón, de oyente. -