En una semana particularmente trágica el debate sobre el derecho de autodeterminación se ha colocado en el centro mismo del debate político. Por más que se empeñen algunos en desviar la atención hacia otros elementos de despiste, el derecho a decidir de quienes componemos la nación vasca se erige ahora en verdadera piedra angular de todo lo que aqui pasa. Y de lo que pasará, claro.Ayer en «El Mundo», Tomás Fernández Auz le zurraba la badana a ZP por dejarse embaucar por los ‘cantos de sirena’ del soberanismo vasco.
Decía Fernández Auz que Zapatero «se equivoca al ofrecer buena voluntad a la banda: ella no la tiene. No sólo hay que terminar con ETA, sino con sus ideas; el método es aplicación del ideario». Guarden esta perla.
Desarrolla más aún la teoría de los no-derechos el columnista:«el derecho a decidir se llama democracia, y no hay más. Pretender el absurdo de la autodeterminación por ‘ofensas’ de enjundia propia de los Picapiedra es querer oficializar el chantaje como método de presión política. No en vano ésa es la especie que los terroristas canjearían por su retiro: conseguida esa carta de extorsión, la volencia se vuelve innecesaria».
Y es que Fernández Auz cree que la reivindicación de la autodeterminación no pasa de ser la búsqueda de un instrumento que sirva de chantaje a los gobernantes autonómicos para conseguir mejoras en el cupo, competencias más jugosas o no se sabe bien qué tipo de prebendas. No cree, por ejemplo, el articulista que el derecho de autodeterminación sea simplemente la potestad de elegir libremente los destinos de cada pueblo. El problema es que, para algunos, la realidad pasa por negar la existencia misma del pueblo vasco.
Y eso le lleva a escribir a Fernández Auz a escribir cosas como las que siguen:«este País Vasco en la botella es lo que el Estado de Derecho tiene que evitar, luchando con ideas por el pluralismo, despojando de languidez el ánimo de unos ciudadanos que ignoran su condición de posmodernos. El atraso ideológico de nuestro provincianismo de invernadero convierte a Euskadi en una rareza europea, en una especie de parque temático de folclorismo orate y artesanía conceptual».
Y todo esto se explica, simplemente, porque las vascas
(y los vascos, claro) queremos disfrutar de algo de lo que ya han disfrutado el
resto. msoroa@gara.net