Alfonso ABELLA | Miembro de la Junta Directiva de la asociación de consumidores Bio-Alai
«Calidad y precio no concuerdan y muchos productos alimenticios son de todo a cien»
Bio-Alai es una asociación de consumidores de
productos naturales de Gasteiz. Alfonso Abella, miembro de su Junta Directiva,
explica su evolución, la oferta existente en su almacén de productos ecológicos
y los fines que persigue.
¿Qué fines persigue Bio-Alai?
El objetivo no pasa por tener un almacén de productos ecológicos, eso es una consecuencia, sino que su creación está vinculada con la sostenibilidad del territorio. Somos conscientes de que nuestros esfuerzos son un granito de arena y una de las fórmulas que hemos elegido es el voto útil, que supone la acción de compra de esos productos porque se está demandando y creando una tendencia.
Hábleme de la evolución de la asociación.
Lo milagroso es que ya ha cumplido doce años, lo cual, todo el mundo que está en una asociación sabe lo difícil que es sin tener subvenciones y partiendo de cero. Nació con unas cien familias que empezaron a comprar productos y a recibir las mercancías en casa, hasta que se logró un establecimiento. Luego llegaron la tienda y el almacén. Hoy en día estamos en 115 localidades, 72 son de Araba, 15 de Trebiñu y el resto de otros territorios. El ámbito geográfico es muy amplio.
¿Echan de menos el apoyo de las instituciones?
En parte, quizás es culpa nuestra, pero con esta palabra tan de moda, que no es otra que el empoderamiento, nos hemos dado cuenta de que no hay ninguna asociación cómo la nuestra, ni siquiera Landare de Pamplona. Saber que hay miembros en 115 pueblos es una golosina. Pero precisamente, como no estamos detrás de las instituciones y no saben clasificarnos, no recibimos ayudas. Este año, no obstante, vamos a pedir la parte del pastel que nos corresponde, pero sin entregarnos a una Administración. Esta cuestión la extendería también a las Cajas de Ahorros, que no puedo decir que nos hayan dado un trato muy especial.
¿Es necesario cumplir algún requisito para ser socio de Bio-Alai?
No hay ningún requisito especial. Es preciso firmar un papel en el que ratifiquen que están de acuerdo con los fines de la asociación. Se les puede pedir también colaboración en forma de voluntariado. Por lo demás, se paga una cuota inicial, que es de por vida para la familia, de 180 euros, y luego una cuota anual de 18 euros.
¿Qué productos alimenticios puede encontrar el consumidor?
Los comunes a una tienda de alimentación, pero en otras gamas. Por una parte, recibimos directamente agriculturas locales de Araba, Gipuzkoa y Bizkaia, con productos frescos de la huerta y frutería. Tenemos, por ejemplo, un proveedor de huevos de Lantarón. Y luego tenemos otros productos procedentes de distintos lugares.
¿Cuáles son los productos más demandados?
Quizás en el ranking de los más vendidos estarían los derivados de la proteína de trigo. Así, con el gluten del trigo se hace el seitán, que produce una serie de preparados listos para cocinar y que sustituye desde el punto de vista proteínico. Hay un altísimo consumo de cereales y leche, que ya nos gustaría que fuera de aquí, pero no tenemos un proveedor que nos suministre suficiente. Se vende mucho también lo que llamamos coloquialmente leche de soja, que es una especie de horchata, en todas sus variedades.
¿Existe la posibilidad de adquirir otro tipo de productos?
Sí. Hay muchos productos de limpieza, cosmética y salud. Los más representativos son los de higiene, todos aquellos que se usan en el hogar, bien para la lavadora, para limpiar a mano o para fregar los platos. Siempre buscamos que sean realmente biodegradables, para que los restos no hagan daño. Tenemos toda la variedad que cualquiera pueda imaginar sobre productos alternativos.
Los consumidores, ¿se ajustan a un perfil determinado?
Justo en estos momentos nos encontramos en fase de conocer el perfil de los socios consumidores. Hay todo tipo de edades y tendencias. Respecto a los hábitos de alimentación, hay vegetarianos o macrobióticos, pero también se vende carne de producción ecológica.
Generalmente, este tipo de productos suelen ser más caros que los «convencionales».
En buena parte es porque los productos alimenticios son, la mayoría de las veces, de todo a cien. Se están pagando productos agrícolas a precios de hace veinte años. La calidad no se conjuga con el precio. Es lo mismo que cuando vamos a un restaurante, que no miramos lo más barato. Si vamos a hacer la compra y cogemos siempre lo de oferta, probablemente no tengamos lo mejor y, muchas veces, ni siquiera lo bueno. Si a esto se añade que debería tener el precio adecuado para el agricultor y que el circuito comercial es más pequeño, el sobrecosto es evidente. -
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