Iñaki Altuna
Lucha y paz
Comparto la afirmación de la secretaria del EBB, Josune Ariztondo, de que «creer que el proceso está atado pase lo que pase es un ejercicio de infantilismo». Ciertamente, un proceso integral para la superación del conflicto cuenta con demasiadas dificultades como para interpretar que todo lo que está sucediendo estos días no es más que mero decorado en los prolegómenos de una vía lineal hacia un final idílico. Parece entenderse que hasta que el proceso no se encuentre más encarrilado no puede descartarse que se produzcan expresiones de violencia. Resulta destacable, aun así, que el Estado español no se esté limitando a detonar sus particulares bombas, sino que sigue provocando víctimas mortales y coloca nuevos artefactos con temporizador que pueden estallar en fases futuras de ese eventual proceso. Como muestra un botón: la medida de aumentar la condena de cumplimiento real a 30 años de cárcel a presos que tendrían que salir en los próximos meses supone una losa añadida hoy y puede perjudicar futuros escenarios. Por ejemplo, si así se tercia, cuando haya que definir cómo y en qué plazos máximos se debe producir la indiscutible salida colectiva de los presos. Llegado el caso, quienes se apresuran a amontonar munición de guerra en forma de legislación penitenciaria podrían apelar, para dificultar entonces las excarcelaciones, al respeto a este entramado legal que impone la cadena perpetua. No se puede evitar la sospecha de que se trata de una toma de rehenes para condicionar el proceso político. Está visto que las dificultades y problemas son consustanciales al trayecto a recorrer para un escenario de solución. La única forma de hacerles frente reside en no perder de vista las cuestiones centrales a resolver. El derecho a decidir se muestra como la llave maestra para desatascar los problemas y desarmar el conflicto. Su articulación constituiría el núcleo del proceso democrático que, metodológicamente, todo el mundo parece asumir que se debe producir mediante dos mesas. Ese camino, en contra de lo que algunos proclaman en nombre de la calma, no se puede recorrer de la mano de la desmovilización. No se puede concluir sólo gracias a las virtudes del trabajo de «cocina» de unos pocos. Por eso son importantes las jornadas de movilización. Por eso mienten quienes hablan de lucha y paz como conceptos antagónicos. -
|