Raimundo Fitero
Un estilo
“Cuarto Milenio” es puro estilo. Si lo miro desde el otro lado del prismático podría decir que es pura retórica. Y si lo miro frontalmente me parece un entretenimiento presentado con demasiadas ínfulas. Iker Jiménez ha tomado el estilo añejo de quienes intentan que cualquier detalle circunstancial se convierta en una prueba fundamental. Nos hace fijarnos en detalles nimios sobre asuntos irrelevantes y lo hace enfatizando en sus narraciones, desmontando la fluidez lógica de los hechos y apoyándose en suposiciones, rumores, conjeturas imaginativas. Tiene algo a su favor: no se esconde. Nos señala que tal dato es puramente subjetivo, que tal otra apreciación no está demostrada. Nos pone algunas cartas sobre la mesa, pero nos oculta la fundamental, casi todo parte de un acto de fe. De creer que existe un mundo azaroso que se controla desde fuerzas ocultas, desde el averno o desde la cúpula de una capilla.
Su programa en Cuatro es seguido por un público aficionado a las ficciones, a lo oculto, a las casualidades, a las seriadas admoniciones, los gestos insignificantes y que creen que el seis no es la suma del tres y el tres, o de cuatro y dos, sino una parte de un mensaje diabólico. O cosas similares. El estilo utilizado nos recuerda a otros comunicadores que se movían por el mismo filo de lo inverosímil, de lo esotérico, de lo que necesita de una participación del telespectador. En ocasiones nos gusta que se le note que viene de la radio, y así se da cuenta que en televisión no sirve solamente el testimonio incidental de un supuesto especialista que se refiere a algo que leyó escrito tras una entrevista sesgada con algún pariente cercano a un supuesto testigo. Hacen falta imágenes. Y en estos asuntos no abundan. Todo es narración oral, leyenda, y cuando se tiene algún vídeo es casi siempre sospechoso. Parece bastante normal que se caiga un archivo de una editorial en una zona que sufre seísmos.
Este fue su asunto central del último domingo, y sus colaboradores empezaron a descubrir fechas: 6 del 6 a las 6; una exhumación en ese momento del cadáver de un antiguo empleado que se suicidó. Un estilo que roza con la lógica racional. -
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