Nada más producirse la declaración de ETA, Ibarretxe anunció su intención de constituir una mesa de partidos y convocó la correspondiente ronda a todo correr. Otras formaciones le acusaron, no sin razón, de actuar con precipitación y un afán de protagonismo un tanto desmedido.

La salida de caballo árabe del lehendakari ha dado paso a la parada de burro manchego de Imaz. El presidente del EBB está poniendo el énfasis en retrasar la mesa, porque, explica, es el tiempo de la paz, tras lo que vendrá, añade, hablar de normalización. Quiere distanciar lo más posible los dos planos, pero no crean que ello responde a un ejercicio dirigido a que ambas cuestiones se diluciden de la mejor manera posible. Lo que la dirección del PNV quiere evitar es que el desarrollo del proceso venga a dar la razón en términos históricos y políticos a la lectura que del conflicto y del ciclo autonómico ha realizado la izquierda abertzale. Se trata, pues, de puro partidismo.

Así se entiende la confusión que existe en el panorama declarativo. Ya no se sabe qué es lo que pretende cada uno. ¿A qué responde, por ejemplo, la última denuncia de EB-IU que sitúa a la izquierda abertzale, y no al PNV, entre quienes pretenden dilatar la formación de la mesa? No deja de ser una acusación curiosa si se tiene en cuenta que Batasuna no para de llamar al resto de fuerzas a poner las bases del foro de resolución.

Pese a las cortinas de humo como ésta lanzada por IU, se impone la sensación de que el partido jelkide teme que el proceso le sea poco rentable en términos electorales, y de ahí las alusiones, un tanto paranoicas, a la supuesta pinza que realizarían Batasuna y el PSOE. La incomodidad jelkide en el actual momento resulta muy preocupante, pues todos sabemos que son capaces de pinchar el balón si creen que el partido no les resulta beneficioso. Lo difícil es acertar con el antídoto para el mal que aqueja a ese mundo trufado de intereses crematísticos. Las declaraciones realizadas por otros de que no deben entender el proceso como una herramienta de desgaste en la contienda político-electoral no parecen calmar a Imaz y los suyos, que han respondido sacando a la Ertzaintza de caza.

¿Qué se puede hacer? ¿Qué quieren los jelkides a cambio de que no la vuelvan a hacer y no boicoteen esta nueva oportunidad? ¿Que los ciudadanos les prometamos el voto de antemano? -