un año despues de las autonomicas del 17 de abril (Y II)
EHAK, un partido legalizado por Acebes, dio voz y voto a la izquierda abertzale
Estaba a punto de cerrarse el ciclo de elecciones sin presencia legal de la Izquierda abertzale. Habían pasado las municipales y forales, las de Cortes españolas y las europeas. Y al llegar las autonómicas de la CAV, con una plataforma electoral ya prohibida, de pronto apareció EHAK. Un partido legalizado con Angel Acebes en el Ministerio de Interior, que vino a dar voz y voto a la izquierda independentista.
En cuanto Juan José Ibarretxe convocó elecciones, Batasuna reclamó su derecho a participar en ellas. Incluso presentó a sus candidatos. Pero la Junta Electoral no tomó en consideración sus demandas. Pronto se conoció también que los servicios de inteligencia del Estado y la Guardia Civil habían estado realizando «un trabajo de campo» para «tratar de detectar a los candidatos aparentemente limpios de vinculaciones con Batasuna que podrían tratar de incorporarse a una agrupación de electores». Se hablaba de listados con los nombres de más de 1.500 personas. Todo un escándalo que prácticamente nadie denunció.Ante la evidencia de que no todas las siglas iban a poder concurrir a los comicios, un grupo de ciudadanos, referentes del mundo de la cultura y con relevancia social, impulsaron la creación de Aukera Guztiak para posibilitar una verdadera pluralidad ideológica en las elecciones y garantizar su carácter democrático. Mucha gente tuvo que movilizarse en un tiempo récord para reunir la firmas necesarias. Y se consiguieron más de 30.000. Pero la voluntad popular volvió a estrellarse contra los aparatos del Estado. No se veía el nuevo talante de Rodríguez Zapatero, su fiscal general exigía condenas a ETA y su ministro de Justicia hablaba de «lista negra y sucia». El Tribunal Supremo cerró el paso a Aukera Guztiak sin demasiados miramientos, a pesar de reconocer que no había prueba alguna contra los candidatos ni constancia de «un acuerdo determinado con Batasuna». La investigación policial llegó a cada uno de los 30.000 firmantes que apoyaron a esta agrupación electoral. La prohibición tuvo más dificultades para contar con el visto bueno del Tribunal Constitucional que, aunque avaló finalmente por unanimidad el fallo del Supremo, cuestionó algunos de los elementos considerados por este tribunal. Con la campaña ya en sus primeras horas y prohibida, Aukera Guztiak convocó entonces a varios partidos a una reunión en Bilbo. PNV, EA y EB no asistieron «por problemas de agenda» Sí estuvieron presentes Aralar y otra sigla desconocida. Al término del encuentro saltó la sorpresa. El Partido Comunista de las Tierras Vascas- Euskal Herrialdeetako Alderdi Komunista hacía suyo el compromiso de Aukera Guztiak por el derecho de todas las opciones a participar y ofrecía sus siglas legales para luchar por la democracia y la paz.
Una sonrisa maliciosa
La formación, desconocida hasta ese momento, había sido inscrita en el registro de partidos políticos el 29 de julio de 2002, cuando José María Aznar era presidente del Gobierno y Angel Acebes su ministro de Interior. Al conocerse que la izquierda abertzale podría contar con una papeleta legal, una sonrisa maliciosa se contagió entre una buena parte de la ciudadanía de Euskal Herria. En el seno de la propia izquierda abertzale hay opiniones diferentes sobre cómo fue posible que EHAK estuviera presente en los comicios. Unos piensan que Rodríguez Zapatero lo consintió conscientemente aunque reiteran que no hubo al respecto ningún tipo de pacto entre Batasuna y el PSOE. Otros creen que después de los problemas que el Tribunal Constitucional puso a la ilegalización de Aukera Guztiak y a quince días de las elecciones, no hubiera sido posible emprender ni la suspensión de actividades de EHAK a través de la Audiencia Nacional, ni su ilegalización o expulsión de la campaña por el Supremo.
«Ya sabeis que votar»
Sea como fuera, desde que EHAK dio el paso, los medios y Batasuna iniciaron un extraño juego sobre qué haría la formación independentista, que anunció que consultaría la decisión con sus bases. Mientras los dirigentes abertzales callaban en público y algunos analistas pontificaban sobre la dificultad intrínseca de que la ciudadanía votara a un partido que defiende la dictadura del proletariado, las bases de la izquierda abertzale tenían más que clara cuál era su papeleta. Arnaldo Otegi señala en el libro «Mañana, Euskal Herria» que en un mitin en Barakaldo, antes de que Batasuna hubiera hecho pública su petición de voto, se encontró con un inusitado despliegue de medios. Entonces dijo a la concurrencia: «Hoy ha venido la prensa a ver para quién pedimos el voto, como si tuviera que decirlo. Ya sabéis todos a quién tenéis que votar». Y resalta Otegi que «lo sabían. No necesitamos televisiones para eso. Tenemos la suerte de que la gente, con una reflexión, sabe lo que tiene que hacer». Esa capacidad de reflexión, sin embargo, no llega a todo el mundo. Había analistas que hablaban de que EHAK lograría dos o tres escaños, cuando los peores resultados de las listas ilegalizadas garantizaban siete. Habló la ciudadanía y EHAK obtuvo 150.645 votos y nueve escaños, mejorando los resultados de EH cuatro años antes. El Pabellón de la Casilla, en Bilbo, donde este partido había convocado a sus simpatizantes, se convirtió en una fiesta que fue creciendo según se conocían los resultados y que estalló cuando aparecieron Arnaldo Otegi y otros compañeros de la Mesa Nacional. ¿Por qué sería? -
«En el Parlamento, hoy por hoy, somos la única oposición y alternativa»
Nekane ERAUSKIN
| Portavoz parlamentaria de Ezker Abertzalea
Nekane Erauskin recuerda las elecciones de hace un año y las semanas que les precedieron como «un tiempo muy intenso, en el que pasaron muchas cosas en pocos días. Fue algo diferente a lo que yo estaba acostumbrada, pero una experiencia positiva. Vivimos la ilusión de la gente en la calle, sus ganas de ayudarnos y de apoyarnos». Primera aparición en unas elecciones y más
de 150.000 votos, ¿a qué lo atribuyen? A la ilusión de la gente de la izquierda abertzale de poder votar a una opción legal, y a que el lema «Demokrazia eta pakea» aglutinaba mucho. Vieron que íbamos en serio y eso hizo que confiaran en nosotras. De no pensar en ser parlamentarias a
encontrarse ya en la Cámara pasaron pocas semanas. ¿El trabajo en el Parlamento
es como imaginaban? No teníamos ni idea de cómo era el trabajo y sí que nos hemos llevado sorpresas. Por ejemplo con el propio funcionamiento del Parlamento o cómo se tratan los temas, que son cosas que hemos tenido que ir aprendiendo sobre la marcha. Empezaron fuerte, manteniendo la negativa a
votar a Atutxa. Uno de los datos que vimos enseguida es que aquí hay muchas cosas heredadas y, entre ellas, la idea de que unos mandan y todos tenemos que bailar a su son. Nosotras admitíamos que correspondía al PNV, como fuerza más votada, presidir el Parlamento, pero entendíamos que Juan María Atutxa ni reunía el consenso necesario entre los grupos ni podíamos olvidar sus actuaciones contra la izquierda abertzale siendo consejero de Interior. Tomamos la decisión de no votarle y nosotras, cuando tomamos una decisión, vamos adelante con ésa. Dijimos que si el PNV cambiaba de candidato le daríamos el voto y así lo hicimos. Aquello nos pasó factura. Nos dejaron fuera de la Mesa, cuando el reparto debiera ser proporcional a los votos, y nos dieron sólo la presidencia de una comisión, cuando grupos con menos representación tienen más. Luego Juan José Ibarretxe fue investido
lehendakari gracias a dos votos de Ezker Abertzalea. Dijeron entonces que era
«para abrir una oportunidad de futuro» y le pidieron que no la desaprovechara
como ha desaprovechado otras. ¿Está cumpliendo sus expectativas? Fueron dos votos por esa razón y porque en su discurso había defendido el reconocimiento de Euskal Herria como pueblo y su derecho a decidir. Creíamos también que podría jugar un papel muy importante en un proceso como el que ahora se empieza a abrir, pero vemos que no lo está haciendo. El tiene que ayudar a que se constituya una mesa sin exclusiones ni políticas ni territoriales y vemos que ha hecho una ronda de partidos pero que no se está implicando como debería hacerlo. Y, además, mientras Ibarretxe dice que está a favor de la resolución del conflicto, mantiene a un consejero de Interior, Javier Balza, que no hace más que poner obstáculos a esa resolución, apaleando manifestaciones, prohibiendo actos de «Orain herria, orain bakea» en locales privados y cerrados, enviando informes a la Audiencia Nacional... Eso no ayuda al proceso. El lehendakari está jugando de forma muy ambigua. ¿Qué balance hace de este año de trabajo
parlamentario? En el terreno de la búsqueda de la resolución del conflicto, siempre hemos mantenido una actitud positiva en los debates, demandando el diálogo y la negociación entre todos para buscar soluciones. Otra línea de trabajo ha sido la de intentar hacer aportaciones desde la izquierda y la construcción nacional. En ese sentido iban nuestras enmiendas a los presupuestos redactadas después de habernos reunidos con sindicatos y colectivos para saber cuáles eran sus necesidades, que fueron todas rechazadas. En materia de euskara, nuestra intervención sirvió para que se admitiera el fracaso de las políticas desarrolladas hasta ahora. En materia social, nuestras aportaciones van encaminadas a demostrar que el problema es el techo autonómico, por lo que pedimos que no se diga que no hay competencias para abordar un problema, sino que se supere esa situación. También hemos tomado iniciativas en relación al TAV, porque aquí se habla mucho del trazado y lo que hay que decidir primero es si este país necesita ese modelo de tren. Lo que se está demostrando en la práctica es que hoy por hoy somos la única oposición. Los grandes temas se están aprobando con el apoyo del PSE y el PP va a lo suyo, que no tiene nada que ver con los problemas de la gente. Somos la única alternativa y oposición. También estamos teniendo una línea de respuesta a la represión. A petición nuestra comparecieron varios torturados y también adoptamos iniciativas contra la dispersión. Lo que ocurre es que los presidentes de cada comisión controlan los tiempos, e iniciativas presentadas en febrero todavía no se han discutido. Tienen la Presidencia de la comisión de
Mujer y Juventud... Es muy importante para nosotras. Somos nuevas, pero
estamos tratando de dotar de contenido a esta comisión. Hay una ponencia que
estudia la violencia de género desde diferentes puntos de vista, conociendo
aportaciones directas. También hemos conseguido que cada vez que haya una
agresión a una mujer el Parlamento responda con un protocolo de actuación. -
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