Como desde hace muchos años, esta mañana de setiembre de 2030 Luis se ha levantado temprano para acudir al trabajo. Aunque puede quedarse en casa a trabajar y tele-presentarse en la oficina, prefiere moverse un poco y desplazarse hasta esta última. Mientras se prepara el desayuno, su Personal Digital Assistant recoge datos médicos de los microsensores que, por motivos de control sanitario, tiene instalados en el brazo y otros órganos del cuerpo. Mientras tanto, piensa en el debate en el que participó ayer a través de su televisión 3D, en el que discutieron sobre los cambios sociales que se avecinan y que, de forma recurrente, auguran el fin del trabajo asalariado».

Así comienza uno de los capítulos del libro “Futuro del trabajo, trabajo del futuro”, una publicación que recoge las ponencias y ensayos presentados en 2005 con motivo de la Escuela de Verano Futuro del Trabajo organizada por el Centro de Investigación en Gestión (MIK) del Grupo Mondragon Corporación Cooperativa (MCC).

El título del libro ya nos ofrece una pista de las cuestiones que se plantean en sus 172 páginas: cómo va a ser el trabajo en el futuro y cómo serán los trabajos del futuro. Las respuestas corren a cargo de catorce expertos que se aventuran a describir las empresas, las ocupaciones, los lugares de trabajo y las tecnologías que podrían predominar de aquí a unas décadas. Pero además de eso, algunos autores se atreven a esbozar el perfil del trabajador del futuro.

Juanjo Brizuela, director gerente de AZK Komunikazioa, reflexiona en torno a la importancia del «trabajar para vivir», una filosofía que, en su opinión, ya ha calado en la sociedad actual y que debería liderar «la nueva era».

Estima que «el vivir para trabajar» y la ecuación «más trabajas, más ganas, mejor calidad de vida obtienes» ya es pasado, en tanto que formó parte de la vida de nuestros padres, madres y mayores. No obstante, basándose en las últimas estadísticas relacionados con la vida personal y el trabajo, admite que el cambio no va a ser fácil.

En este sentido, trae a colación algunos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que apuntan que la depresión es la cuarta causa de muerte en el mundo y que para 2020 podría ser la segunda. «Están apareciendo nuevos síndromes ­como la combinación de estrés, depresión, angustia y presión­ como respuesta a un ambiente de hiperactividad y fuerte presión que se manifiestan en olvidos frecuentes y dificultades para establecer prioridades», señala Brizuela. «Algunos expertos creen que este síndrome está en vías de convertirse en una epidemia en las grandes organizaciones empresariales de EEUU», añade.

En vista de este panorama, considera que hay que empezar a actuar «desde ahora mismo» y que es preciso «reenfocar» la relación entre el trabajo, la vida personal y las empresas. «No podemos permitir que esta situación siga ocurriendo sin reaccionar. Y esta situación es generalizada.Les ocurre a los empresarios, a los grandes jefes, a los mandos intermedios, a los peones, a los becariosŠ a todos. No hay jerarquías».

El director de AZK Komunikazioa apuesta por el aprovechamiento del tiempo libre para evitar el estrés, pero también plantea otra receta: «trabajar mejor para vivir mejor». Explica que «en los espacios laborales se tiende cada vez más hacia espacios abiertos, para compartir con nuestros compañeros el trabajo y trabajar en equipo, quizá para mitigar la presión de nuestro trabajo, pero, sobre todo, para ser más productivos y mejores y potenciar las relaciones humanas entre todos los que integran las organizaciones».

En resumen, según Brizuela, «debemos reenfocar nuestra relación con el trabajo, nuestra relación con nuestra vida, para ser cada día un poco más felices y para disfrutar más de nosotros mismos y los demás».

El teletrabajo

Camilo Agromayor, director gerente de Ofita y profesor de la Escuela Europea de Estudios Universitarios y de Negocios (ESEUNE), es también de la opinión de que el ocio y las relaciones personales están adquiriendo un mayor protagonismo en las prioridades de las personas. En su descripción del «nuevo entorno» que se abre, al margen de citar ésa y otras tendencias que han comenzado a causar «un gran impacto» en la cultura laboral, Agromayor esboza algunas de las características de la nueva generación que está tomando posiciones en el mundo empresarial.

Ese colectivo, al que denomina «la generación Z», «no concibe el mundo sin las tecnologías y su convivencia con otras culturas es mucho mayor. Su individualismo es superior; disminuye su lealtad hacia la empresa, porque los miembros de esta generación buscan su logro profesional y personal; son mayores consumidores de ocio y de productos que aseguren su futuro; buscan el equilibrio entre su vida personal y profesional ; y su preocupación ecológica es mayor que las generaciones precedentes».

En cuanto a la estructura empresarial, el profesor señala que las empresas están comenzando a experimentar nuevas formas corporativas, entre ellas, la descentralización. «Las empresas tienden a crear unidades de dimensiones más pequeñas y organigramas planos, mucho menos burocráticos y sin barreras que dificulten la comunicación entre departamentos y personas.Los departamentos se convierten en empresas de servicios independientes», puntualiza.

También habla del teletrabajo, «uno de los fenómenos que está conociendo mayor desarrollo y que va a cambiar nuestra forma de trabajar en las próximas décadas». Esta nueva modalidad ofrece la posibilidad de desarrollar todo o parte del trabajo de manera remota ­a distancia­ sin importar la ubicación, todo ello gracias al uso de las telecomunicaciones.

Fernando Andreu, gerente de tecnología de Euskaltel y profesor de la Universidad del País Vasco (UPV), coincide con Agromayor en que las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) desempeñarán un papel clave en el futuro. Es más, considera que su uso masivo es una de las estrategias más apropiadas para aumentar la productividad de las empresas. «Hay evidencias empíricas que determinan que aproximadamente el 50% de los aumentos de productividad en las empresas provienen del uso de las TIC», destaca.

Cree que en el Estado español todavía no se ha aprovechado suficientemente la primera ola de uso de las TIC, por lo que aboga por aprovechar la siguiente ola por ser ésta la que marque «una recuperación o una tendencia definitiva de acumulación de retraso tecnológico». En cualquier caso, Andreu indica que, si se aprovechan todas las posibilidades tecnológicas de la información y comunicación, «podemos imaginar un escenario en el cual el trabajador pueda estar permanentemente conectado durante su jornada laboral, aumentando significativamente su productividad».

Aprender a aprender

Carlos Fernández Isoird, director de investigación del Centro de Investigación en Gestión (MIK) del grupo MCC, por su parte, hace hincapié en la gestión empresarial y defiende la necesidad de crear «organizaciones inteligentes». Según su propia definición, «una organización inteligente es aquella en la que el método de aprendizaje en el que se basa es ampliamente difundido y cuyo mayor potencial consiste en su capacidad de aprendizaje». Se tratan, por lo tanto, de «organizaciones que aprenden a aprender».

En palabras de Fernández, una organización de este tipo «tiene la habilidad de aprender a crear, adquiere y comparte conocimiento, y modifica su comportamiento para enseñar nuevas percepciones y conocimiento. Consecuentemente, la organización que aprende nunca podrá tener un producto terminado; es un proceso continuo y que cambia constantemente», explica. En definitiva, subraya que «el aprendizaje y la capacidad de innovar son claves en la supervivencia de la empresa».

Eso sí, por encima de organizaciones y estructuras empresariales, reconoce que «las personas son la organización». Otros expertos, como Igor Calzada ­responsable de MIK y coordinador del libro­, adelanta que «el talento de las personas va a ser fundamental en los trabajos del futuro».

El profesor de ESEUNE, Camilo Agromayor, también lo tiene claro. «Si hay un rasgo que defina esta nueva era, ése es, sin lugar a dudas, el valor de las personas. Las personas no son sólo el principal activo de las empresas. El talento hoy es todo. Ahora la principal responsabilidad de una dirección profesional y responsable es gestionar a sus personas, atraer a los mejores, entusiasmarlos con un proyecto de éxito, y conseguir que afloren sus mejores capacidades», concluye. -

MCCko Ikerketa Kudeaketa (MIK) zentroko arduradun eta “Futuro del trabajo, trabajo del futuro” liburuaren koordinatzaile Igor Calzadak hauxe adierazi zuen: «Gure semeei zortzi ordu zertan igarotzen dugun azaltzea gero eta zailagoa gertatuko zaigu etorkizunean; hau da, zertan lan egiten dugun esplikatzea». Baieztapen hori liburuaren aurkezpen ekitaldian egin zuen, eta, gainera, teknologiek lan egiteko tresnen eta guneen «iraultza ekarri» dutela nabarmendu zuen. -