Miguel Sanz no para. Se emplea a fondo en la cruzada contra el proceso de paz. Llegó Rajoy, le dio dos palmaditas en el hombro y después es peor. Y parecía imposible.

Empezó con la carta y se mantiene a sí mismo y mantiene a sus incondicionales en conflicto permanente con la fiabilidad de las informaciones policiales. La carta a un empresario vasco, cuñada al parecer después de que ETA anunciara el alto el fuego, le llevó a hacer una de sus mejores declaraciones de principios. «Me fío más de la profesionalidad de los funcionarios de Correos, que son quienes ponen el matasellos, que de las impresiones de la Policía». Lo cual es muy loable, casi le dignifica, porque nada más meritorio que confiar en la profesionalidad de los trabajadores, sean de Correos, de limpiezas albañiles o de la Volkswagen. Claro que tampoco hay que confundir profesionalidad con infalibilidad. El caso es que las impresiones policiales eran erróneas y la carta estaba puntualmente sellada. Y es que cuando priman la ilusión y los esfuerzos por un proceso de paz, no se vende fácilmente el discurso de «ni mesas, ni diálogo, ni negociación»; hay que acompañarlo un poquito.

Apenas dos días después, los informes policiales que señalaban, qué casualidad, a dos miembros de la izquierda abertzale como promotores de los incidentes durante la concentración de los trabajadores de la Volkswagen ante el Parlamento de Navarra eran de una fiabilidad absoluta. Los informes identificaban a un señor que insultó a un policía. Nombre, apellidos y filiación, «sin ningún género de dudas», añadían. El sindicalista tan precisamente «identificado» se hallaba en aquellos momentos en Donostia. Pero la total credibilidad de los informes refuerza la convicción del presidente del Gobierno foral de que la actual situación de la Volkswagen, se debe a la mano negra abertzale, como todos los males de Navarra, y a la roja de no sé cuántos sindicatos.

Y cuatro días después los informes policiales vuelven a perder fiabilidad. Esta vez señalan que el incendio de Barañain no obedece a órdenes de ETA. ¡Y eso sí que no! Claro que hubo órdenes de ETA, que lo sabe él. Ordenes de la cúpula directamente. Él también tiene informes, que sí son de fiar, porque son de otra policía que es «su» policía. Y, por lo tanto, lo que hay que hacer es paralizar inmediatamente el proceso de paz.

Si bien la irresponsabilidad de un político es un asunto serio y grave, por lo general de dolorosas consecuencias, no es de extrañar que triquiñuelas tan burdas causen risa hasta en Radio Nacional. Que ya es decir. -