Iñaki Altuna
Tapar vergüenzas
En su último libro autobiográfico publicado tras su fallecimiento, creo, Mario Onaindia desvelaba un dato muy significativo al relatar cómo representó a su partido en Madrid en las negociaciones con el Gobierno español sobre el proceso autonómico en gestación. Según su propio testimonio, tras oír las posiciones gubernamentales, el líder de EE replicó que él no esperaba tanto. Así, después de abjurar de los principios del movimiento independentista, EE se convirtió en guardián de ese techo que Madrid estaba dispuesto a conceder y que, para Onaindia, era poco menos que la repanocha. A partir de ese momento, la mínima posibilidad de que otra vía política lograse mayores cotas de libertad para el pueblo vasco suponía una auténtica bofetada a la trayectoria de los conocidos, de forma más que despectiva, como «liquis». Y, por ello, EE hizo suyo el marco emanado de la reforma del franquismo, hasta el punto de dar, ya en su crepúsculo como partido, un «sí inequívoco» a la Constitución española. Algo similar parece que le está sucediendo ahora al PNV de Imaz. Después de casi tres décadas, la dirección jelkide prefiere que el proceso político a desarrollar ande justo de gasolina antes de que su puesta en marcha, en términos de reconocimiento de derechos, saque a la luz las vergüenzas de aquella apuesta autonómica. Una apuesta que ofrecía a Madrid la oportunidad de enterrar el proyecto de Euskal Herria para siempre, y a los peneuvistas, una capacidad de gestión nada desdeñable. Fue la izquierda abertzale la que frustró la operación y la que impidió, en terminología de la época, que «la reforma se asentara en Euskadi». Esta vez es Imaz quien va a Madrid. No sabemos si, como a Mario Onaindia, le habrá parecido mucho lo que le ofrece el representante gubernamental, personificado esta vez en Rodríguez Zapatero. Por de pronto, sabemos que le ha prometido su apoyo. ¿Dónde se sentaría el presidente del EBB si se produjera una negociación con el Gobierno español? ¿Junto a Zapatero? Imaz y los suyos no debieran obcecarse en justificar su pasado. Nadie se lo pide. Y ello no les debiera arrastrar a repetir la historia. El PNV tiene que formar parte de la representación del pueblo vasco que vaya a negociar con Madrid los modos y maneras en los que se aplique lo acordado en Euskal Herria para articular el derecho a decidir. -
|