El paso de las tropas franquistas por Euskal Herria y la represión posterior dejó un largo reguero de sangre y dolor. Se calcula que 5.500 habitantes fueron fusilados, 3.000 en Nafarroa, 1.100 en Gipuzkoa, 1.000 en Bizkaia y 350 en Araba. Tan sólo en Hernani, entre finales de setiembre y comienzos de noviembre 200 personas fueron ejecutadas en la Cuesta de la Muerte, cerca del barrio de Antziola, y en el cementerio, siendo ésta una de las fosas comunes más grandes en Euskal Herria.

La historia es conocida. Gipuzkoa cayó en poder de los franquistas dos meses después del alzamiento militar del 18 de julio de 1936. El Frente Nacional entró casi a la par en Donostia y Hernani, el 12 y 13 de setiembre respectivamente, y de camino a Bizkaia las tropas fueron eliminando físicamente a miles de ciudadanos. De acuerdo con las investigaciones realizadas por el historiador Iñaki Egaña, la mayor parte fueron fusilados en Hernani y Oiartzun, que acogen los cuerpos de unas 400 personas. El resto se encuentra diseminado en pequeñas fosas por Donostia, cerca de la muga con Lapurdi, en Bergara, Ataun, Tolosa, Lazkao, Zarautz... Estos datos son parte de un exhaustivo trabajo de investigación realizado por un equipo dirigido por él mismo, y recogido en la enciclopedia «1936. Guerra Civil en Euskal Herria». Algo similar hizo Altaffaylla Kultur Elkartea, que ha publicado la recopilación más exhaustiva de la represión franquista en Nafarroa.

Tal y como consta en esta amplia documentación, hasta mediados de 1937 la mayoría de estas ejecuciones fueron extrajudiciales. La exhumación de estas fosas no es para nada tarea fácil. Algunas han sido halladas gracias a los recuerdos de infancia de quienes vivieron aquella tragedia. Ese fue el caso, por ejemplo, de los dos restos que en 2002 fueron rescatados en Zaldibia por arqueólogos de Aranzadi. El testimonio de Martin Ibarguren permitió su localización. Esto es lo que, en su día, relató a los medios que cubrieron el hallazgo: «Mi padre y mis hermanas estaban recogiendo manzanas cuando escucharon una ráfaga de ame- tralladora. Se asustaron y regresaron a casa. Sin embargo, poco después recibieron el aviso de que fueran a enterrar los dos cuerpos que se encontraban en un manzanal de su propiedad». Y así lo hicieron. Las dos víctimas tenían orificios de bala en la cabeza. El paso del tiempo y los cambios producidos en estos 70 años imposibilitan la tarea de hallar más fosas.

La identificación tampoco suele ser sencilla. En setiembre de 2002, tras la firma de un acuerdo con el Ayuntamiento de Hernani, Aranzadi se sumergió en la búsqueda de las identidades de las 200 personas que fueron fusiladas y enterradas en este municipio. Gracias a la documentación que alberga el Archivo Municipal y, en especial, a un documento del entonces comandante del puesto de la Guardia Civil en Hernani, fechado el 17 de junio de 1958, pudo identificar los cuerpos de José Ariztimuño Aitzol, Martín Lekuona, Gervasio Albizu, José Adarraga, Celestino Onaindia, José María Elizalde o Gabino Alustiza. Según este documento, otras 190 personas fueron ejecutadas en la localidad.

Romper el muro de silencio que impuso el franquismo y preservar la memoria de las estas víctimas es el objetivo del programa «Hernani 1936-2006». Ayer, el consejero de Justicia de Lakua, Joseba Azkarraga, y la diputada foral de Derechos Humanos, Mari Carmen Marín, presentaron el acuerdo de colaboración que han firmado con el Ayuntamiento de Hernani para impulsar los actos de conmemoración del 70 aniversario. «El poder se em- peñó hacer ver que aquello no existió, en borrar la historia. Eliminó físicamente a quienes defendían la libertad y el progreso e, incluso, les quiso robar hasta su propia identidad», subrayó Azkarraga.

En reconocimiento a los fusilados, en el próximo mes de octubre, siete décadas después de aquella masacre colectiva, se colocará una escultura en la entrada del cementerio de Hernani. -

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