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Gara > Idatzia > Jendartea 2006-05-05
Informe de la OMS «combustible para la vida»
Cocinar con carbón y madera causa 1,5 millones de muertes al año
Es un mito que el aire puro está en el campo, ya que más de las tres quintas partes de las exposiciones a elementos contaminantes se producen en zonas rurales de los países en vías de desarrollo. Más de la mitad de las familias del mundo utilizan para cocinar o calentarse combustibles sólidos como madera, carbón, excrementos o residuos agrícolas. Todo ello contribuye a generar una mezcla de contaminantes nefasta.

GINEBRA

Cada año, la contaminación atmosférica por cocinar en las viviendas con combustibles sólidos es responsable de 1,5 millones de muertes. El progreso en este terreno de la salud desde 1990 ha sido insignificante. Es conocida la imagen de una madre africana cocinando con un niño o una niña atados a su espalda, y es el espejo de esa mayor exposición de los niños a la combustión tóxica. La concentración de las partículas del humo, medida en microgramos por metro cúbico, es de 3.000 en una cabaña con un fuego encendido, mientras que en una calle de Bangkok es de 240 y en el centro de Berlín, de 30. El nivel máximo de concentración de estas partículas permitido en los países de la Unión Europea es de 50 microgramos por metro cúbico, y no puede excederse más de 35 días al año.

La población dependiente de combustibles sólidos se puede reducir a la mitad de aquí a 2015 si en los próximos diez años 485.000 personas accedieran cada día a fuentes de energía más limpias para cocinar en sus hogares, indicó ayer la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Esa es la cifra necesaria para contribuir a la consecución de los objetivos que fijó la Asamblea General de la ONU en la Cumbre del Milenio (2000) y cuyos beneficios serían no solamente económicos, sino que tendrían una amplia repercusión a nivel de salud. La OMS difundió en Ginebra el informe ‘‘Combustible para la vida’’, que señala que si el número de casas que para cocinar usan gas licuado, biogás o combustibles modernos aumentara en 100 millones, disminuiría en 473 millones el número de personas expuestas a los efectos nocivos de la contaminación del aire de los locales cerrados.

Reducir las cifras

Asimismo, el total de muertes anuales por enfermedades respiratorias se reduciría en 282.000, especialmente en el Africa subsahariana y el sudeste asiático, donde cada año se registran, respectivamente, 396.000 y 483.000 fallecimientos como consecuencia de la utilización de esos carburantes. Cocinar con madera, estiércol, carbón y otros combustibles sólidos en cocinas tradicionales, sin embargo, es para más de la mitad de la población del planeta una realidad que provoca altos niveles de polución del aire doméstico y un factor mayor de riesgo de neumonía entre los niños y de enfermedades crónicas respiratorias entre los adultos.

Para coincidir con la cator- ceava reunión de la Comisión de Naciones Unidas sobre el desarrollo sostenible, la agencia global de la salud pública lanza este nuevo informe que demuestra cómo esa inversión en combustibles más limpios ahorrará millones de vidas.

El documento también establece la relación entre pobreza y uso de energía, y apunta que el porcentaje de población que se sirve de combustibles sólidos como los anteriormente citados es mayor cuanto más pobre es.

La utilización de combustibles sólidos para encender fogatas u hornillos tradicionales a fin de cocinar o calentarse genera altos niveles de contaminación del aire en interiores. Esta es provocada por diversos contaminantes nocivos para la salud, como partículas pequeñas y monóxido de carbono, y causa hasta 1,6 millones de defunciones por año, la mayor parte de ellas entre niños menores de 5 años debido a infecciones respiratorias agudas. En países en desarrollo con alta mortalidad, este riesgo sanitario desatendido es la causa de un 3,7% de las defunciones, es decir la principal después de la malnutrición, el comportamiento sexual peligroso y la falta de agua potable y de saneamiento adecuados.

Pero en casos como los de Brasil y México, ese tipo de combustibles lo utiliza el 29 y 35% de la población, respectivamente, mientras que en otros como El Salvador y Nicaragua el porcentaje asciende al 33 y al 58% y en Bangladesh, Etiopía o India se sirven de ellos más del 80% de sus habitantes.

Entre la población rural más desfavorecida esas cifras son mayores y llegan al 68% en Brasil, al 71% en México y a más del 95% en Bangladesh, India y Etiopía.

«Estamos hablando de un problema abandonado, pero para el que existen soluciones eficaces, y por eso queremos que en la agenda energética global se tome en consideración la dependencia de los pobres respecto a los combustibles domésticos contaminantes», señaló ayer la directora de la OMS para Salud Pública y Medio Ambiente, María Neira.

Por tan sólo 6 dólares, según los cálculos de la organización, las familias podrían instalar cocinas tanto más eficientes como mejor ventiladas, y si la mitad de las que todavía utilizan biomasa o carbón en fogones tradicionales dispusieran de ellas, se ahorrarían 34.000 millones de dólares en combustible.

Reducir a la mitad el número de personas que cocinan con combustibles sólidos en todo el mundo costaría 13.000 millones de dólares al año, si bien el beneficio económico del cambio, en cuanto a mejora de la salud y de la productividad, sería equivalente a siete veces la cantidad invertida.

«Esa gente ya está utilizando un sistema que además de suponerle un gasto afecta a su salud y le quita un tiempo que podría estar utilizando en ac- tividades más provechosas, por eso buscamos que lo sustituyan por otro más seguro», sostuvo Neira. Agregó que algunos países como Uganda e Indonesia ya han respondido al problema y han puesto en marcha programas piloto en materia de energía doméstica, por lo que apeló a todos los países para que ese esfuerzo se multiplique a escala global.

En particular, la meta de reducción de la pobreza que persigue la OMS con sus Objetivos del Milenio sólo se podrá alcanzar si el número de personas que dependen casi totalmente de la biomasa tradicional para cocinar y calentarse se reduce a menos de 1.850 millones.

No obstante, según la hipótesis de referencia del Organismo Internacional de Energía, el número de esas personas aumentará de 2.400 millones en 2002 a 2.550 millones en 2015 y a 2.630 millones en 2030. Por consiguiente, considerando el crecimiento de la población, para alcanzar la meta de reducción de la pobreza los gobiernos deberán hacer extensivo el uso de los combustibles modernos para cocinar y calentar a otros 700 millones de personas para 2015.



Los ambientes cerrados generan un alto grado de contaminación

GINEBRA

Cerca de mil millones de personas en todo el planeta, en su mayoría mujeres y niños, están expuestas con regularidad a un grado de contaminación en ambientes cerrados que excede las pautas internacionales más de 100 veces, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los pulmones del ser humano son mil veces más vulnerables a la contaminación del aire en ambientes cerrados que al aire libre. La exposición a esa contaminación puede producir enfermedades respiratorias como asma, obstrucción pulmonar crónica, enfermedades cardiovasculares y cáncer de pulmón.

La exposición a partículas de materia suspendidas en el aire aumenta el riesgo de las infecciones respiratorias, según el organismo con sede en Ginebra.

En América Latina, donde aproximadamente el 25% de los hogares utiliza combustibles sólidos como madera, carbón y residuos de cosecha para cocinar, la OMS calcula que 30 mil personas mueren cada año de infecciones respiratorias atribuibles a la mala calidad del aire en las viviendas.

En India, donde más de 80% de las familias usa combustibles sólidos, se calcula que medio millón de niños mueren cada año debido a la contaminación del aire en los ambientes cerrados. En Africa subsahariana dicha contaminación ha sido vinculada a entre 300 mil y 500 mil muertes por año.

Pero las casas y las oficinas modernas no son inmunes a este problema. La contaminación de los ambientes cerrados también afecta a países industrializados como Canadá y Estados Unidos o a la propia Europa.

Un estudio realizado por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos en las escuelas estadounidenses descubrió que esta contaminación causa enfermedades en los niños, quienes disminuyen su rendimiento educativo.


 
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