El proceso de decisión del voto que solicitará Esquerra de cara al referéndum de junio no ha sido fácil, y sólo el tiempo dirá si la forma elegida por ERC para mostrar su rechazo al pacto estatutario sellado entre CiU y PSOE es la más adecuada para trasladar el sentir de ese amplio sector de la ciudadanía catalana que no comparte las rebajas aplicadas en Madrid al texto acordado en el Parlament.

La Executiva Nacional de Esquerra se decantó inicialmente por un voto nulo preferente. Una fórmula que permitía satisfacer las exigencias de los socios de gobierno, para los que resultaba más digerible una opción de rechazo un poco más neutra, que evitara esa imagen de dos socios de gobierno pidiendo el «sí« y el tercero haciendo campaña abierta por el «no». Sin embargo, la abstención de dos miembros de las juventudes ya dejó entrever que en el seno del partido había sensibilidades diferentes. De hecho, las juventudes de ERC abrieron una campaña de cara a sensibilizar a la dirección del partido sobre la «hipoteca generacional» que implica, a su juicio, un texto que «no aporta avances significativos e impide un salto hacia adelante de cara a los próximos años» y anunciaban una campaña en favor del «no sin matices».

Esa perspectiva se veía confirmada en once de las doce asambleas de ERC. Tras expresarse de este modo la militancia, la Executiva Nacional reconoce la legitimidad de todas las formas de voto crítico al Estatut reformado, aunque decide asumir el criterio expresado en las asambleas, y pedir el «no». La unanimidad con que se adoptó esa decisión permite a ERC salvar la papeleta interna y hasta hacer gala de la «radicalidad democrática» que ha marcado el proceso de decisión. Un argumento con el que no contaba la dirección republicana pero que ­a costa de complicarle las relaciones en el gobierno­, puede darle un perfil más nítido en la campaña.

No estaría de más que de esta peripecia tomaran nota quienes tienen dificultades para asumir que un referéndum puede servir para respaldar las propias posiciones, pero también para contradecirlas, sobre todo si se tiene en cuenta que la opinión contraria a las intrigas palaciegas expresada por la militancia de un partido que apareció claramente en alza en las últimas elecciones pudiera ser el reflejo de un sentimiento más extendido en la sociedad catalana de lo que algunos esperan. -