Tabacalera, «fábrica de ideas»
la tabacalera protagonizo ayer los encuentros en torno a los proyectos culturales de Donostia celebrados en el museo San telmo. el director del cicc, josean muñoz, expuso, por primera vez con cierta extension en publico, las lineas del proyecto.
Dos ponentes de lujo, Josep Ramoneda y Berhard Serexhe, abrieron ayer la jornada, dando cuenta, respectivamente, de las experiencias del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona y el ZKM de Karlsruhe, ambos, equipamientos de referencia para el Centro Internacional de Cultura Contemporánea que se proyecta en Tabacalera. Pero fue la intervención del director de éste, del CICC, Josean Muñoz, la que suscitó probablemente una mayor expectación, pues era la primera vez que hablaba del proyecto en público con cierta amplitud.Muñoz advirtió que, al menos hasta fin de año, en que presentará un proyecto definido, sus respuestas no satisfarían todas las preguntas posibles, pero sí avanzó algunas ideas. «El CICC no será un museo, sino, ante todo, un centro de producción. El reto es precisamente convertir lo que antes era una fábrica de tabaco en una fábrica de cultura, de ideas», indicó. El CICC tampoco parte de la nada, sino que surge en el seno de «un ecosistema cultural muy rico», en el que tiene que encontrar su nicho. En este sentido, recordó que las tareas que se le han encomendado son las de «producción, reflexión, exhibición, formación y archivo» y que existe ya una especie de programa base, que incluye un centro ligado a las nuevas tecnologías audiovisuales, arte contemporáneo (con especial atención a la fotografía, a través de la colección Ordóñez-Falcón), la Filmoteca Vasca, una oficina de información cultural que actúe como «antena» de las nuevas tendencias, una biblioteca (quizá la nacional), servicios de ocio, etcétera. Todo esto hay que ordenarlo teniendo en cuenta que el CICC es «un proyecto que nace en el siglo XXI, es decir, no ya con internet, sino después de internet, cuando la red no es sólo una herramienta, sino también una lógica», dijo Muñoz, a modo de metáfora del cambio de paradigma. Un cambio que, entre otras cosas, ha puesto de manifiesto que «la cultura ya no está al margen del mercado, sino que éste está en el centro mismo de la producción cultural, y que la industria no es ya una actividad a la que se pueda acudir desde la cultura en el último momento en busca de financiación, sino que debe estar íntimamente ligada a la producción cultural». La «arquitectura» del CICC estaría representada por un edificio, con su solera a la que Muñoz se refirió como «la plaza», su cuerpo y su tejado. Por este último eligió empezar el director, por un tejado constituido por tres grandes áreas temáticas: la ciudad, la lengua y el cuerpo humano. «Es preciso empezó a desarrollar el contenido de las áreas temáticas que abramos Tabacalera a la ciudad, tanto arquitectónica como conceptualmente. ¿Pero a qué ciudad? ¿A Donostia?, ¿a Gipuzkoa?, ¿a la eurociudad Donostia-Baiona?, ¿a Euskal Hiria?, ¿a Euskal Herria? La definición de ciudad es problemática y más en un momento en el que la construcción de las identidades están sometidas a revisiones profundas», dijo Muñoz. La segunda área temática del tejado sería todo lo relacionado con la lengua o las lenguas. Muñoz, ya antes de abordar la cuestión de la «arquitectura» de Tabacalera, había advertido de que «el euskara no será algo que se quede en la puerta del CICC, sino que estará en su propio fundamento». Señaló que, si bien hay quien puede considerar que contar con dos idiomas es una debilidad, en realidad, es una ventaja. «No sólo porque conocer dos lenguas siempre es mejor que conocer sólo una, sino porque, como decía Anjel Lertxundi, son una buena escuela de convivencia y, cuantas más conozcamos, mejor preparados estaremos para escuchar las nuevas que llegan, en un momento en el que también la ecología de las lenguas se está modificando aceleradamente». Muñoz planteó que el CICC debería trabajar con euskara y castellano en una doble vía. Citó la idea de Koldo Izagirre de que el meridiano del euskara quizá no pasa por Greenwich, quizá no pasa por el eje Madrid-París, o por Nueva York, sino «más al norte», por pueblos cuyos parámetros sociolingüísticos y culturales sean más homologables a los de Euskal Herria. La vía «castellana», en cambio, sería una puerta directa no sólo al Estado español, sino a Latinoaméirca. «Tener esas dos vías abiertas y transitarlas luego a través de un mundo temático transversal es, sin duda, una ventaja», afirmó. La tercera área del tejado giraría en torno al cuerpo, en torno al individuo. El otro extremo de la arquitectura de Tabacalera sería el suelo, «la plaza, el espacio de la vida». Josean Muñoz utilizó el término para indicar que el CICC deberá estar abierto a todos, «sin distinción entre enterados y todos los demás». La plaza y el tejado estarían en relación a través del cuerpo del edificio, en cuya parte superior siempre se situaría el concepto de «innovación», pero, por innovadoras que fueran las propuestas, siempre deberían estar de algún modo conectadas con la plaza. En la mesa redonda que siguió a la exposición de Josean Muñoz, el director del Plan Estratégico de Donostia, Kepa Korta, hizo hincapié en que el CICC no debería ser «un elemento de exhibición, un elemento tractor, como pueda serlo el Guggenheim, sino de producción». Mikel Lejarza, consejero delegado del Grupo Arbol (Globomedia), se mostró completamente de acuerdo con la idea. «En materia de exhibición, no estamos bien, sino muy bien, y es en la producción donde yo creo que más hay que incidir», afirmó.
Cualquier cosa, menos aburrir Lejarza recordó que él es, ante todo, un hombre de televisión, «un medio del siglo pasado, envejecido, sin duda, y muy denostado. Sólo la Iglesia bromeó tiene peor imagen, según las encuestas». Sin embargo, recordó que el 88,6% de las personas afirma ver la televisión todos los días, mientras que sólo el 44% lee prensa y el 31% navega en internet. Consideró que la televisión, en sus orígenes, tuvo dos virtudes básicas: democratizar el ocio como nunca otro medio había hecho hasta entonces y crear un lenguaje propio. «Pero ese lenguaje no surgió de la noche a la mañana, sino que la televisión fue creándolo a partir de medios existentes, como el vodevil, el cine o del teatro. El gran reto de la era digital es crear su propio lenguaje, y para ello puede utilizar el de la televisión como palanca, del mismo modo que la televisión utilizó como palanca lenguajes de otros medios. Yo creo que Tabacalera puede ser un agente muy activo en la creación y desarrollo de ese lenguaje».
Lejarza, recordando citas de Chaplin y Billy Wilder, concluyó con una recomendación: «Podemos hacer cualquier cosa menos aburrir. El objetivo de las vanguardias es terminar formando parte de la vida cotidiana de la gente, y para eso es preciso hacer las cosas entretenidas».Cerró la mesa redonda dedicada a Tabacalera Lourdes Fernández, directora de ARCO, quien citó algunas líneas sobre las que trabaja la feria madrileña que podrían encontrar eco en el CICC, como la distribución de viodeoarte. -
|