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Gara > Idatzia > Mundua 2006-05-13
Subcomandante MARCOS | Miembro del Ejército Zapatista de Liberación Nacional
«Un pueblo organizado no puede ser vencido más que con la bomba atómica»
El Estado nacional mexicano atraviesa una grave crisis. La clase política en su conjunto ha dejado de representar a la sociedad y ese vacío está siendo llenado, torpemente, por los grandes consorcios de comunicación, que ni siquiera están preparados para ello. Son opiniones del subcomandante Marcos expresadas en una extensa entrevista con “La Jornada”, la primera que concede en cinco años. GARA ofrece al lector un amplio resumen.

Hermann BELLINGHAUSEN ("La Jornada")

Desmiente las interpretaciones de que por donde pasan Marcos y La Otra Campaña surgen conflictos. «Los conflictos ya están. La Otra Campaña los hace visibles». Niega también que él haya desencadenado los hechos en Atenco. De ser así, ironiza, la resistencia «habría salido bien». Al respecto, dice que los medios azuzaron el uso de la fuerza y construyeron una versión que de cualquier manera la gente de abajo no cree.

­Hay quien asegura que La Otra Campaña hace el juego a la derecha, que dinamita el camino de la opción de izquierda a la Presidencia, o sea, de López Obrador ¿Es cierto?

Primero, no es cierto que muchísima gente piense que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es la opción de izquierda. La Otra Campaña, a la hora de criticar a la clase política, ve de abajo hacia arriba. Dice éstos son los problemas, éste es el sistema, y siempre aparece la clase política como corresponsable o como correa de transmisión de esa injusticia, de ese despojo, de ese crimen, de esa represión, y no importa qué partido político sea. Lo señalamos en Yucatán con Acción Nacional; en Quintana Roo, Campeche y Veracruz con el PRI. Dijimos los nombres, aquí son éstos, de tal partido. Pero como hasta ahora el negocio era pegarle a López Obrador, lo único que sacaban los medios de comunicación eran las críticas a AMLO y lo demás lo omitían.

­Pero mucha gente insiste en que los dueños del dinero quieren dejar a un lado a AMLO. No quieren que sea él porque lo ven como una amenaza a la hegemonía del capital. De ahí la insistencia de que todo lo que se diga contra AMLO favorece a la derecha.

Eso no es cierto: el hombre más poderoso de este país, Carlos Slim, ya le prometió que va a traer el beisbol aquí, que no nomás va a traer equipos de futbol, y AMLO se precia de que lleva una buena relación con él.

­De todos modos, los medios...

Ese es otro problema. Los medios de comunicación electrónica no quieren perder lo que ganaron, sin luchar, a la hora en la que se dio la crisis en el Estado nacional. Antes, la clase política gobernaba a los medios, luego en este periodo de crisis gobernó con los medios y ahora es gobernada por ellos. O sea, ningún medio de comunicación masiva va a permitir que nadie de la clase política se salga del huacal. Se trata de que obedezca, que vaya por la línea que le están marcando. Y si AMLO o Calderón, o Madrazo o Patricia Mercado o Campa o el Dr. Simi, cualquiera de ellos se sale y pretende tomar decisiones sin los medios de comunicación, entonces lo van a acorralar. Y se da todo este proceso de desgaste entre los medios y AMLO.

­¿Lo están domesticando?

Sí, lo están domando, a él y a toda la clase política. No temen a una posición de izquierda, sino a una posición que no obedezca sus indicaciones y AMLO lo que está diciendo es «voy a administrar todo, incluyendo esto». López Obrador está ofreciendo una «nueva administración», es la posición política más avanzada que hay allá arriba y que no se nota porque éste está en el mismo juego. O sea, si Madrazo propone la imposible vuelta al pasado, lo único que hará es que el país acabe de destruirse; Calderón propone la mano dura, el fascismo, sacar el Ejército a las calles y la Policía a todos los lugares y a gobernar con la fuerza represiva del Estado y no con leyes ni nada, aunque él dice que con leyes.

­Bueno, con las leyes que están haciendo...

La propuesta de López Obrador es hacer un Estado nuevo, o sea, el otro ya se destruyó: él no piensa regresar al Estado priísta; dice que la cosa está tan mal, que lo que se necesita es otro que no toque los fundamentos del sistema capitalista; un Estado moderno que administre esa crisis para mantener las cosas dentro del cauce; es la misma propuesta que hizo Lula en Brasil. Pero el gran capital dice que no hay problema; los gringos, que son los que mandan en este país, el Departamento de Estado estadounidense, dice que no hay problema; los bancos dicen que no hay problema, Slim dice que no hay problema. Los que dicen que hay problema son los medios de comunicación porque éste no obedece. Tienen miedo de haberlo alentado tanto que se sienta fuerte y quiera desprenderse de ellos; ése es el juego con las encuestas.

­¿Qué está pasando con lo de Atenco?

Es un caso ejemplar. Yo estuve viendo la televisión, la radio, y todo era «acaben con ellos». En la marcha salimos de Chapingo con 1.000 gentes, y llegamos a Atenco con 5.000. ¿De dónde salieron esos 4.000? Era gente de ahí. No había manifestaciones de repudio. Al revés, eran de adhesión. Eso ya lo habíamos visto desde la marcha de 2001, cuando los medios estaban en que la paz y no sé qué y la gente empezó a saludar al EZLN, a los indígenas, a contrapelo de los medios.

Cuando abrazan a la clase política, los medios abandonan una actitud crítica, cuestionadora, que es el deber de todo medio, y convierten la comunicación en un intercambio de opiniones. De un tiempo para acá, los columnistas políticos comentan lo que dice otro medio de comunicación, no lo que está pasando. Hasta que la realidad revienta, como en Atenco.

­También se dice que lo de Atenco fue azuzado por Marcos.

Si hubiera estado organizado se habría hecho bien. Hay una imagen que es elemental, que es cuando están pateando al policía. Sí, tú dices: «Esa gente está enojada y fuera de control». Por tanto, no está organizada; cualquiera hubiera dicho «mejor agárrenlo, amárrenlo y llévenselo. Lo entregan, lo catean o lo que sea. Pero de nada sirve que lo pateen, ¿para qué?

­Ahora Marcos anda diciendo: «Vamos a derrocar al Gobierno por vías civiles y pacíficas; se van a ir los ricos y los políticos a la cárcel». ¿De qué está hablando?

De una movilización política y del artículo 39 de la Constitución, que dice que el pueblo tiene derecho en todo momento de cambiar su gobierno. La clase política en el gobierno está operando la destrucción, hay que quitarla, y no debíamos quedarnos ahí; debíamos cambiar el sistema de una vez.

­¿Y cómo quitar esa clase política que tiene el poder, el dinero y la fuerza pública?

Con movilización civil y pacífica. Lo que pasa es que estamos, o están ustedes, atrapados en el cómo si no es con la violencia; lo clásico de un ejército armado o una insurrección que toma el Palacio de Invierno y entonces ahora sí. Y cuando La Otra Campaña dice no, ahora entre todos vamos a ver nuestra fuerza y lo que podemos hacer, siempre insistiendo en la vía civil y pacífica, siempre van a salir muy buenas ideas, propuestas y todo de abajo; no se trata de una insurrección ni un comando central. En varias partes donde se ha propuesto la lucha armada es el EZLN el que ha dicho que no, porque ésa es una opción excluyente, sólo entran los que pueden y tienen con qué, y la mayoría queda afuera o en medio, ni siquiera afuera. Hay que construir algo que sea incluyente.

­¿Un cambio que no haga sufrir a la gente? Los de arriba tienen armas, y no se van a dejar.

Sí, pero la gente en muchas partes tiene muchos recursos, no se trata de enfrentar a un ejército contra otro. Si entras en la lógica de cuántas armas tienen ellos, entonces dices «nosotros necesitamos tantas o más».

­Unos no las tienen o no van a usarlas, y los que las tienen están dispuestos a usarlas...

Y el que no tiene se chingó. Por eso tiene que ser una opción que no sea militar, que no excluya, que todos tengan su espacio y su forma de lucha. Un pueblo así, organizado, no puede vencerse más que con una bomba atómica. No hay ejército ni policía que quiera o pueda acabar con eso. El caso es que el gobierno tiene que cambiar, y si la vía no es por arriba, tiene que caer como han caído en muchas partes, muchos gobiernos: con movilizaciones.

­¿Es posible, vía pacífica, que se desfonde el poder existente?

La clase política actual sí. Su fundamento de estado ya está desfondado.

­Entonces las elecciones y el próximo gobierno, ¿qué significan?

Es este cambio de administradores, cuando allá arriba en Estados Unidos dicen «no hay problema quién gobierne, la derecha o la izquierda, nos arreglamos porque la vía económica en lo fundamental no se altera».

El administrador puede ser quien sea, la empresa es la misma: México, SA. Qué importa si es Madrazo (incluso tendrían reticencias en cuanto a Madrazo, porque ése va a seguir robando). Respecto a Calderón se puede decir que va a agudizar la rebelión social; si Calderón llega al poder lo que va a provocar es que vuelvan a entrar en acción las fuerzas armadas. A la hora que reprimes un pueblo o le metes miedo, busca por otro lado y es cuando las organizaciones político-militares dicen aquí es lo mío.

­¿Y qué va a pasar si gana López Obrador?

Si no hay otra opción, va a reconstruir el Estado nacional con una nueva administración de la crisis.

­¿Es viable la propuesta de «echar a los ricos del país»?

Claro, si ya ha pasado. Donde se han ido las cosas siguen avanzando, y mejor. Se fueron los finqueros del territorio zapatista, y decían que las tierras van a estar ociosas. Ahora están produciendo más que cuando ellos las tenían y las usaban nada más para ganado. Mejoró nuestra alimentación, mejoró el precio del café, construimos cadenas de comercialización sin coyotes y mejoró la producción. Mejoró la producción en Euzkadi cuando tomaron la fábrica.

En los lugares donde los colonos han hecho su propia organización, el índice de delincuencia es el más bajo del país, más incluso que en las colonias residenciales donde tienen vigilancia privada, porque la vigilancia privada les da el aviso a los secuestradores. En todos los lugares donde la gente está organizada, las cosas van mejor.

­Las estructuras económicas y el poder económico son muy grandes. En Atenco la violencia fue tan aplastante que la Policía ganó la batalla, una batalla desigual. Si eso se reproduce a escala nacional, ¿no se está mandando a la gente al sufrimiento, a la represión, al castigo?

No, la represión y el castigo están, lo que no hay es una alternativa. ¿Qué hizo que Texcoco se viera? El paso de La Otra Campaña; de por sí eso estaba. En otras partes se repiten esos hechos y no sale. Cuánta gente no es asesinada y dicen que es ajuste de narcotraficantes. En todos lados hay despojos, desalojos, que no salen si no influyen en la decisión electoral. -



Batasuna se suma al clamor contra la represión
Batasuna se ha sumado al clamor internacional contra la represión que han causado los recientes sucesos de Atenco, donde una intervención policial se saldó con un niño muerto, cientos de arrestados, violaciones y observadores expulsados. Según “La Jornada”, se han realizado protestas en relación a Atenco en 36 ciudades de 17 países. Además de marchas y mítines frente a las embajadas y consulados de México, se han enviado cartas de protesta contra el gobierno de Fox. -



«La clase política y el sistema no tienen remedio»
H. B. (“La Jornada”)

MEXICO

En la última parte de la conversación con “La Jornada”, Marcos hace algunas caracterizaciones de lo que es la izquierda, vista desde La Otra Campaña, a partir de la constatación de que la clase política y el sistema «no tienen remedio».

Marcos basa la evolución del zapatismo en un análisis teórico sobre lo que sucede hoy en día. «En la etapa actual, el neoliberalismo, se da la destrucción de los estados nacionales. A la hora en que se derrumban las fronteras para que pasen mercancías, se erigen nuevas fronteras para que no pase la gente. A la hora en que se destruye el estado nacional, se destruye la clase política que lo hizo posible». Y esa clase política ya «no tiene remedio».

A quienes dicen que La Otra Campaña no tiene el apoyo de la «izquierda civilizada o democrática», les habla de honestidad: «Es una escuela no sólo para la misma gente, sino para las políticas de la izquierda. La izquierda que va a salir de La Otra Campaña va a sorprender a muchos, entre otros a los que ahora dicen que ahí están los de siempre. Son ‘los de siempre’, pero su característica común es que no se vendieron ni rindieron. Con todos sus defectos, pero es gente honesta, a lo mejor no les gusta su modo. Y esa honestidad que les permitió no venderse y no rendirse les está sirviendo para poder aprender de los otros».

Tras hacer una valoración muy poco optimista sobre la situación del campo en México, afirma que «si no hacemos La Otra Campaña, lo que podría pasar es una guerra civil. Es la única alternativa para que este país sobreviva. Cómo lo va a hacer, con qué sistema, eso es algo que vamos a tener que construir entre todos».

Cuando se le pregunta si cree que hay una transformación real en América Latina, con los recientes cambios de gobierno, responde que «no todavía. Hay dos ejemplos encontrados: el de Lula en Brasil, que nosotros pensamos que es la opción del poder norteamericano para América Latina y para el mundo, la reconstitución de los estados administrados por la derecha y hablados con la izquierda; y lo que significa Bolivia, por esta implicación del movimiento insurreccional y la llegada al poder de Evo Morales».

En Bolivia, «a diferencia de México, hay un movimiento popular que rompe una estructura de dominación y logra meter a uno de ellos. Entonces se enfrenta a un montón de problemas de cómo se da la relación entre gobierno y movimiento, entre gobiernos... Ahí lo que se debe hacer es mirar hacia abajo, hacia el movimiento que hizo posible eso».


 
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