Llegó Pedro J. Ramírez a Gasteiz, reunió a lo más granado del unionismo y les echó un sermón de cuidado sobre lo que debemos hacer y lo que no debemos hacer las vascas y los vascos. Luego se fumó un puro y escribió un editorial sesudo titulado «Montenegro no es Euskadi». Otro que ha descubierto América.Y para retorcer su argumento se sintió en la obligación de retorcer también la realidad:«Arnaldo Otegi compareció ayer ante la prensa para equiparar la situación vasca con la de la República de Montenegro, que el próximo domingo decidirá en referéndum si se desgaja o no de su federación con Serbia». No es cierto, pero a Ramírez la verdad le parece un accidente.
Lo que dijo Otegi es que un futuro en paz pasa por que las vascas y los vascos podamos decidir en libertad sobre nuestro propio futuro y eso a Ramírez le parece «un auténtico disparate político». Y, ¿por qué? Pues porque «como acertadamente explicó Jesús López-Medel en estas mismas páginas, la posible secesión de los montenegrinos no es el fruto de un deseo unilateral sino la consecuencia de un acuerdo bilateral previo, incluido en la Constitución de la federación y bendecido por la Unión Europea. Ninguna de esas características se da en el caso del País Vasco». Pues de eso se trata, Ramírez, de que la otra parte, la que gestiona ZP, reconozca ese derecho.
Pero lo que le pone a Ramírez es hablar de ética:«que alguien que todavía hoy justifica las atrocidades de ETA ose preguntarse en público si ‘los estados español y francés tienen cultura democrática’ debería hacernos reflexionar a todos sobre el grado de degradación moral en el que estamos empezando a adentrarnos. El Gobierno debería dejarle claro a Otegi que en España se pueden defender todas las ideas siempre que no se recurra a la violencia». Pregunta:¿Se pueden llevar a la práctica todos los proyectos siempre que no se recurra a la violencia?
Y, al final, hojas de laurel sobre su propia
coronilla:«Hará falta mucho tiempo para que se cierren todas las heridas. Por
eso sería bueno que el Gobierno dejara claro que no vinculará el fin de ETA con
un cambio en el estatus jurídico del País Vasco. Que como ayer propuso en
Vitoria el director de ‘El Mundo’ primero se aborde la paz, luego la
reconciliación y, por último, la política. De lo contrario, cualquier cambio
estatutario se interpretará como una concesión a los terroristas». Va dado. - msoroa@gara.net