Cuando se lucha con un ideal en el corazón, no hay fuerza ni bayoneta que sea capaz de doblegar el alma de un pueblo». Esta frase se pudo escuchar ayer en el monte Artxanda (Bilbo), uno de los lugares donde los luchadores vascos plantaron cara a las tropas fascistas durante la guerra de 1936. Y fue pronunciada en el marco de un acto organizado para homenajear a los gudaris que lucharon en aquella contienda y a sus familias. Se vieron ikurriñas junto a banderas republicanas españolas. Fueron cente- nares las personas que se acercaron hasta el lugar. Muchas de ellas, de avanzada edad, vivieron el acto con especial emoción. No en vano, hace setenta años estaban en ese mismo sitio defendiendo su libertad con las armas en la mano.
No sólo quienes participaron en el acto. También quienes, tras sendas pancartas, mostraron su desacuerdo con el modo en que se ha gestionado toda esta situación. A las puertas del recinto, integrantes de las asociaciones Ahaztuak 1936-1977 y Geureak 1936 reclamaban «verdad, reparación y justicia». Dentro, la formación política ANV, cuyos integrantes formaron varios batallones durante la guerra, desplegó otra pancarta frente al escenario.
Estos tres colectivos cuya presencia fue ignorada en los informativos de la cadena pública ETB han venido denunciando durante los últimos días que el homenaje estaba «vacío de contenido» y que el objetivo de los representantes institucionales y políticos era «salir en la foto».
Recuerdo a los ausentes
La frase que da comienzo a esta crónica fue pronunciada por Juan José Ibarretxe. El lehendakari quiso hacer extensivas sus palabras a los gudaris «de todo tipo y condición», a los que expresó su agradecimiento «con la tristeza de recordar la memoria de los ausentes que entregaron su vida en defensa de la libertad de nuestro pueblo».Recordó el exilio sufrido por muchas familias también la suya y tuvo un recuerdo especial para las mujeres. «Esposas y madres que soportaron estoicamente el horror de la incertidumbre por el destino de sus maridos e hijos en el frente. Madres de coraje. Esposas de firmeza. Ellas fueron nuestras raíces, ellas son nuestras alas».
El lehendakari señaló ante los gudaris y sus familias que «vuestro ejemplo es un recuerdo imborrable para futuras generaciones» y destacó que «vuestro sacrificio no fue en vano. Con vuestra sangre y vuestro sudor regasteis las semillas de libertad de la tierra vasca. Aquellas semillas permanecieron enterradas bajo el negro manto de la dictadura pero seguían vivas y hoy, casi setenta años después, podéis tener la satisfacción de ver sus frutos. La Euskadi de hoy, esa que se puede otear desde esta simbólica atalaya, no se podría entender sin vuestro sacrificio de ayer».
Amnesia de la transición
Precisamente, un representante de Ahaztuak criticó, en declaraciones a GARA, la «amnesía» y la «lectura maravillosa» que se realiza de lo que se ha venido a denominar «transición» tras la muerte de Francisco Franco. Para tratar de subsanarlo, repartieron un millar de folletos informativos entre los asistentes.El acto estaba organizado por la asociación Aterpe 1936. Su presidente, José Moreno, agradeció las ayudas recibidas, recordó el reconocimiento moral que la sociedad debe a los gudaris y sus familias, y se mostró dispuesto a la reconciliación, pero no al olvido. «Perdón sin rencor, pero olvidar nunca», subrayó.
También tomaron el micrófono el alcalde de Bilbo,Iñaki Azkuna, y el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao. El primero, cuyo padre también tomó parte en la defensa de la ciudad, definió el acto como «un homenaje al sacrificio colectivo y el esfuerzo de unos hombres por vivir antes de que les arrebataran la libertad». Por su parte, Bilbao señaló que «la realidad hoy es que vosotros ganastéis, nosotros ganamos y nuestros hijos y nuestros nietos ganarán gracias a vosotros».
Finalizados los discursos se procedió a la inauguración de una escultura de grandes dimensiones que representa una huella dactilar y que se ha instalado en un mirador desde el que es posible contemplar toda la capital vizcaina.
Su autor, el portugalujo JuanJosé Novella, manifestó que «es una obra que servirá para el recuerdo y la memoria» y la definió como «un elemento humanizante que pretende dar cabida a todo el mundo y cuyo mayor potencial radica en la posibilidad de hacer reflexionar».
Los presentes, entre quienes hubo una nutrida representación política, depositaron a sus pies claveles rojos en recuerdo que quienes perdieron su vida en aquella lucha contra las tropas franquistas. -
