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Gara > Idatzia > Jendartea 2006-06-19
Richard STALLMAN | Referente del Movimiento en pro del Software Libre
«Si el software es libre, el usuario tiene la oportunidad de gozar de su libertad»
El software libre es mucho más que la oportunidad de cambiar un programa informático al antojo del usuario, es una manera de vivir en libertad y crear herramientas para poder compartirlas con otros usuarios libres. Porque si no se tiene el control de la obra, no se tiene libertad. Así lo cree Richard Stallman, referente del movimiento e impulsor del sistema operativo libre GNU/Linux.

Richard Stallman lanzó el movimiento de software libre en los años 80 tras conocer de cerca dos filosofías; la del software privativo ­en la que cita el copyright y califica de restrictiva­ y el software libre, que conoció en los años 70. Considera necesario reforzar la filosofía del software libre para que los usuarios de la misma sean capaces de vivir en libertad. Ayer participó en las jornadas organizadas por el gaztetxe Putzuzulo de Zarautz, y hoy impartirá dos ponencias; en Tknika de Errenteria a las 11.00, y en Koldo Mitxelena, en Donostia, a las 19.00.

­¿Cómo surgió la idea de software libre y qué valores recoge en su filosofía?

En los años 80 decidí construir una nueva comunidad de software libre y necesitaba el sistema operativo ­porque sin él la computadora no funciona­, pero no existía un sistema operativo libre. En los 70 usábamos un sistema libre, pero no valía para las computadoras, porque eran obsoletas. Decidí desarrollarlo, para así poder crear una comunidad de cooperación. Los valores son la libertad y la comunidad; cada uno debe ser libre de hacer sus cosas y de cooperar con los demás. Creo que un programa es libre si el usuario tiene ciertas libertades.

­¿Cuáles son esas libertades?

La libertad de ejecutar el programa como quiera, de estudiar el código fuente y de cambiarlo. La libertad de ayudar a la comunidad, de distribuir e incluso publicar tus versiones. Todas estas libertades son esenciales. Además, los que no saben programar pueden comprender la necesidad de estas libertades por las recetas; los programas y las recetas son obras de propósito práctico y, si uno no tiene el control de la obra que usa, no tiene el control de su vida. Es decir, no tiene libertad. Frente a esta filosofía hay otro punto de vista que es más práctico; el que valora el software libre sólo por su comodidad.

­¿Plantea que algunos usuarios están congregándose en torno al software libre por razones puramente prácticas?

Muchos de ellos sí, por sus ventajas prácticas. Y me gusta que tenga ventajas prácticas, pero creo que son secundarias. Es posible tener libertad y comodidad si tenemos un programa libre que permita ser mejorado. Un programa privativo no admite mejoras, porque esa opción está en su licencia, y restringe el acceso a los usuarios. Por eso, el único camino para llegar a tener los dos es guardar siempre la libertad.

­Entonces, ¿entre los retos de cara al futuro estaría el de extender esa filosofía?

Claro, porque no basta con otorgar la libertad. Para una libertad perdurable hay que enseñar a la gente a valorar su libertad.

­Algunos expertos sostienen que el salto del software privativo al libre conlleva un cambio de costumbres para el usuario. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?

Algunas veces sí y otras no. Hay muchos programas libres que pueden usarse sin cambiar nada fundamental, pero la posibilidad de participar en la comunidad plantea la oportunidad de adaptarse.

­Ha titulado la ponencia que impartirá en Putzuzulo «Copyright vs. Comunidad». ¿De qué priva el copyright a la sociedad?

El problema es que el derecho de copia es el poder de unas empresas sobre la gente, y se usa para prohibir la competición. Pero la competición es un derecho, es la solidaridad social, y prohibirla es completamente inmoral. Hay desarrolladores de software privativo que lo diseñan no para servir al usuario, sino para restringirlo. Es injusto en sí, y también impide el uso de software libre.

­Algunos afirman que, desde una perspectiva nacional, traería beneficios en ámbitos como la educación o la economía. ¿Lo cree así?

Sí, pero para mí eso es secundario. Pienso que las obras de uso práctico como el software y las recetas deben ser libres, pero no digo lo mismo para las artes, porque hay razones que sólo se aplican a las obras de propósitos prácticos. Entonces, para las artes, todo el mundo debe tener la libertad de distribuir copias exactas, no comercialmente.

­Expertos de Euskal Herria han asegurado que el uso de software libre podría impulsar las lenguas como el euskara.

Por supuesto. Todo el mundo puede modificar un programa libre, incluso cambiarlo para funcionar en otro idioma. Si el usuario desea un cambio en un programa privativo tiene que rogarle al desarrollador, porque él tiene el poder sobre los usuarios. Por esto es injusto el software privativo.

­La existencia de sistemas operativos libres plantea la necesidad de que los manuales también sean libres o modificables. ¿Está cubierta esta necesidad?

Es un problema. Muchos programadores se interesan por el desarrollo de software, es decir, se ponen a escribir programas pero no hacen lo mismo con los manuales. Tenemos que animarlos a escribirlos.

­Además de los citados, ¿cuáles son los retos del sistema GNU/Linux?

Ahora el programa para el desarrollo del sistema está en los dispositivos cuyas interfases son secretas. Hay empresas que venden dispositivos para computadoras pero no dicen cómo se usan, y así es difícil escribir un programa libre. Creo que tenemos que organizarnos para presionar a las empresas.

­Algunas distribuidoras de software libre adicionan paquetes privativos al sistema básico libre. ¿No va esto en contra de su ideología?

Esto demuestra la debilidad del valor de la libertad en nuestra misma comunidad. Hay muchos que usan, disfrutan y aprecian el software libre pero no aprecian la libertad. Por lo tanto, hay que enseñar a valorar la libertad y no sólo las ventajas prácticas. -


 
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