RAMADI
Miles de soldados estadounidenses e iraquíes iniciaron ayer la anunciada operación contra la ciudad de Ramadi, en el oeste de Irak, y levantaron campamentos para dar paso a la ofensiva con la que esperan tomar el control de la ciudad.
El Pentágono negó que estemos ante un «asalto a gran escala», y lo presentó como «una táctica de aislamiento para evitar que los insurgentes reciban ayuda exterior».
Dos columnas de tropas estadounidenses e iraquíes cercaron el sur de Ramadi, la capital de la provincia de Anbar. «No encontramos tanta resistencia como habíamos previsto», afirmó el comandante del primer batallón estadounidense implicado en la operación, V.J. Tedesco.
Cerca de Ramadi, en la vecina Falujah, ocho civiles iraquíes de una misma familia murieron el sábado cuando un avión de combate estadounidense bombardeó una vivienda en las cercanías de la ciudad.
La televisión Al Jazeera ofreció imágenes de los cadáveres de varios niños entre los escombros. El Pentágono guardaba silencio.
Quince iraquíes murieron, diez fueron secuestrados y aparecieron diez cadáveres en una nueva jornada sangrienta en el Irak ocupado.
