Ni UPN ni CDN creen en la educación pública. Se entiende debido a su tradición ultracatólica y poco dada a ejercer el espíritu laico. La derecha teme una ciudadanía formada y crítica, pues sabe que una ciudadançia educada nunca votaría a quien le disgusta el libre pensamiento. Las Administraciones Públicas, en verdad, deberían de preocuparse más por la educación, la plena escolarización y la mejora de la calidad de la enseñanza.

Entendemos que el Ayuntamiento debe actuar como agente educativo para toda la ciudadanía. Está obligado a comprometerse y liderar la transformación de la ciudad desde la educación. Para ello, debería dar respuesta a la demanda de los padres y madres en la preinscripción de plazas escolares ya que colegios públicos como Elorri o Patxi Larrainzar no disponen de suficientes plazas que garanticen una educación en el modelo D para todos los niños y niñas de Mendillorri o Rotxapea.

La escuela es un lugar privilegiado; el espacio, en el que tanto los educadores, auxiliares, padres, madres, directores y administraciones deberían implicarse y participar en todo el proceso educativo de nuestros hijos e hijas. Dicho proceso se basará en la igualdad de oportunidades, igualdad de derechos y en un modelo participativo que propicie el debate. La educación pública, laica y abierta es la solución.

De ahí que insista en la necesidad de que las diferentes administraciones se impliquen todavía más en la defensa de los valores cívicos de la enseñanza. Pero no con criterios de minimizar los costes de la educación, sino, al contrario, de maximizar el aprendizaje de los escolares. El Ayuntamiento es la administración más cercana a la ciudadanía, la que conoce mejor la realidad, lo que le obliga a que actúe mediante propuestas, sugerencias y proyectos dinamizadores. De esta manera lideraría un proceso de transformación de nuestra ciudad mediante la educación. Lo demandan la ciudadanía, lo demandan Mendillorri y Rotxapea.

No cabe duda de que la labor del educador es esencial, pues es la persona que ayudará a nuestros hijos a que potencie su personalidad, sus emociones, su inteligencia; en definitiva, su propia evolución. Pero para ello, el niño necesita un centro educativo organizado, con una buena distribución de espacios y equipamientos. Y esto no ocurre en las diferentes colegios públicos de Pamplona. Se prometen reformas que no se llevan a cabo, se prometen más plazas para cubrir la demanda existente que no se cubre, etc.

Es de justicia que padres y madres de estos dos barrios defiendan, por lo tanto, el derecho a la educación y en euskara, así como diferentes reivindicaciones: aumento de la financiación que responda a las necesidades de la escuela pública, planificación y recursos para le integración de los inmigrantes, mejora de las condiciones laborales del profesorado, funcionamiento consensuado entre los sectores de la comunidad edu- cativa, fortalecer la autonomía de los centros y sus proyectos educativos, potenciar el valor educativo y la educación en valores y, por último, el derecho a la enseñanza en euskara en toda Navarra.

En conclusión, la escuela pública es un espacio de vida donde nuestros hijos e hijas pasan buena parte del día junto con otros niños y niñas y personas adultas. Y, aunque la relación personal básica está asegurada en el entorno familiar, la escuela pública debe proporcionar al alumnado un espacio educativo como complemento a la educación y el cariño familiar para que puedan desarrollar todas sus capacidades por medio de proyectos pedagógicos y educativos. Esperemos que tanto el Ayuntamiento como el Gobierno de Navarra se implique en esta función. De momento sólo se escabullen.

Ya lo he dicho: la derecha no cree en la educación pública. -

(*) Ainhoa Aznarez Igarza es concejala del PSN-PSOE en el Ayuntamiento de Pamplona-Iruñea