Gloria Rekarte - Ex presa política
Hombres de Dios
La Conferencia Episcopal está preparando un documento sobre «grandes cuestiones», una de las más importantes, al parecer, la unidad de España. Pero sin meterse en política, ¿eh? Cada cosa es cada cosa, así que los obispos abordarán el tema de la unidad de España desde el punto de vista religioso y moral. Ah, pues cuando se publique, igual hasta lo leo porque me come la curiosidad. No sé si hace falta decirlo, pero el tema está «abordado» de antemano. Parece ser que al final de una plenaria ordinaria de éstas de obispos y arzobispos, cuando casualmente los pertenecientes al sector moderado se habían ido a casita y sin que la cuestión figurara siquiera en el orden del día, los restantes decidieron que la Conferencia debía pronunciarse sobre la unidad de España, porque «es un bien moral a proteger»; «un bien superior». La frase, no me digan, tiene todo el ADN ideológico de la que fuera icono del franquismo, «España es una unidad de destino en lo universal». Desde el punto de vista religioso entiendo mal esta preocupación de los obispos. No se qué puede tener que ver con los mandamientos, Jesucristo, la fe o cualquiera de tantas cuestiones de las que les atañen. Pero entiendo menos, mucho menos, la carga moral, digna de protegerse y defenderse, que pueda desprender la unidad de España. O la pretendida unidad de España. Desde Catalunya 27 personalidades, entre ellas el obispo de Girona que debe andar más justico en bienes morales el hombre..., les responden puntualizando que la unidad de España no es un bien pastoral, sino una propuesta política. Que, en efecto, es lo que es y lo que ha sido siempre. Una propuesta, un proyecto político. Lo que es, lo que ha sido y lo que sigue siendo. Un proyecto político que por imposición se ha perpetuado a lo largo de siglos, sin terminar de cristalizar nunca. Cierto que espadas, hogueras, fusiles y represión echaron abajo unas fronteras y levantaron otras; impusieron reyes, generales y generalísimos, gobiernos y dictaduras. Pero nunca han conseguido suplantar por otra irreal y ficticia la identidad de pueblos que tuvieron y defendieron la suya propia, que fueron soberanos, que nunca han renunciado a serlo, y que siguen luchando por recuperar su soberanía. Viejos y malos vicios los de la iglesia en su alineación con la represión, el poder, los ejércitos o las juntas militares. Y, por lo que parece, difíciles de erradicar. Y eso en el Estado español, que es un estado laico. Claro, España, la de la unidad, es otra cosa. -
|