Suso DE TORO | Autor de «Hombre sin nombre»
«Cuando hay una guerra, nadie queda moralmente a salvo completamente»
Suso de Toro ha visitado Euskal Herria con motivo de la presentación de «Hombre sin nombre». Su último libro trae a la memoria los horrores de la guerra. El escritor gallego se sitúa en el papel de un anciano, en los últimos momentos de su vida. El protagonista recuerda fusilamientos, torturas y otros actos en los que, de alguna forma, ha intervenido.
Suso de Toro (Santiago de Compostela, 1956) considera ‘‘Hombre sin nombre’’ (Lumen) su obra más ambiciosa. En este título, dice, «están mis temas recurrentes el doble, las relaciones paterno-filiales, el viaje al pasado, las reflexiones metafísicas sobre la muerte pero, además, aparece un diálogo con toda la literatura occidental. Básicamente hay un diálogo con el Barroco en lengua inglesa y en lengua castellana, y hay un diálogo con el pensamiento europeo de la Ilustración, del Romanticismo o el pensamiento alemán». Esta novela es fruto, pues, de años de escritura y de dos años de investigación. «La idea surge hace seis años para una pieza de teatro, pero luego fue evolucionando, acudieron mis temas de siempre y acudió también la necesidad de contar la historia que nos está prohibida. Suspendí la escritura del libro durante un año para dedicarme a investigar donde había poca documentación, lo que había ocurrido en mi ciudad,en Santiago. Tuve que hablar con historiadores pero también con testigos», relata el autor. El protagonista de ‘‘Hombre sin nombre’’ vive sus últimos días en la cama de un hospital. El anciano acaba contando su historia, la de su participación en fusilamientos, torturas y violaciones, de las que no se arrepiente, de las que se jacta.
«No es novela histórica» Asegura Suso de Toro que no ha escrito una novela histórica. Tampoco se considera a sí mismo un novelista. «Como escritor afirma no me gusta la novela. Este personaje, por lo tanto, no es realista, no hay naturalismo.Es un personaje que va más allá de lo real. Existen biografías parecidas pero no creo que nadie lo haya vivido del modo tan literario, tan estético e incluso tan filosófico en que lo vive el personaje».
De Toro opina que «la literatura, con su lenguaje estético expresa, muchas veces, la verdad de las cosas de forma más eficaz que la historia, la novela histórica o la sociología».El escritor se ha metido en el pellejo de un criminal. Soldado en Madrid, Berlín y en Leningrado, miembro de la División Azul, narra desde su cama del hospital hechos terribles. Explica el autor gallego que «la cultura occidental nos sitúa en el punto de vista de la víctima posible, todos nos sentimos víctimas posibles.Me interesaba conocer el otro punto de vista, el del verdugo, el del asesino. El protagonista de mi obra es alguien que reflexiona sobre lo que hace y que lo hace conscientemente». Para ahondar en su personalidad, Suso de Toro salta al pasado, ofreciendo un retrato sicológico del mismo. El lector puede encontrar una explicación sicológica pero también otras, ya que «el libro tiene muchos planos. Cada uno puede escoger la explicación que más le convenga, la que le parezca más justa o una combinación de todas.En último término, es un libro religioso. Cuando se llega al final del libro ese componente metafísico y religioso es dominante. Yo lo leería en esa clave», recomienda. Utiliza el lenguaje de forma muy calculada. Con todo, el libro «se podría llamar examen de conciencia», en palabras de su creador. El compañero de habitación, un hijo no reconocido o una mujer que lo visita colaboran con esa función de interpelar al anciano y obligarle a que cuente lo que lleva dentro. La historia trascurre en la habitación de un hospital, durante dos días. Por ese escenario aparecen esas otras personas que ilustran, además, «una tesis del libro, una tesis histórica precisa De Toro, y es que los asesinos han sido los dueños de nuestras vidas, del marco en el que nos hemos criado generaciones. El viejo habla en primera persona porque es un amo, en cambio el resto no lo hace. Son personajes débiles, a los que les falta algo».
Revolver las emociones ‘‘Hombre sin nombre” busca revolver las emociones del lector. «Quien lo lea debe saber que este libro no es un relato que distrae simplemente, sino que es una experiencia. Algo así como lo que pretenden las atracciones de feria». Añade que, «además de revolver las tripas, también va a cuestionar las ideas que uno tiene. Aquí aparece un discurso muy enunciado, el del viejo, que es el del nihilismo, el de la desesperación, un discurso terrible pero lúcido, que en el plano meramente de la razón es imbatible y que sólo puede ser vencido a través de los sentimientos».
Es consciente de que pisa un terreno delicado cuando cuestiona también a las víctimas. «Los asesinos siempre son culpables pero eso no quiere decir que todas las víctimas sean buenas de un modo automático. Yo creo que la literatura nunca debe caber dentro de ninguna ideología política y debe buscar la verdad. La verdad es compleja. La verdad es que cuando hay una guerra nadie queda moralmente a salvo, nadie puede salvarse completamente».Mira a Euskal Herria y apunta que, «evidentemente, esta reflexión sirve también si hablamos de víctimas y verdugos en el País Vasco». El libro es un acercamiento a la historia europea del siglo XX. Se refiere también a la Guerra del 36, con muchas heridas abiertas. Suso de Toro opina que la sociedad española es incapaz de enfrentarse con su pasado porque «hay gente que cree ser dueña de la sociedad, que quiere impedir que conozca su pasado y nos amenaza.Esa derecha que se siente heredera del Franquismo nos amenaza con cosas terribles si miramos hacia atrás». A su juicio, el futuro no será distinto si no desaparece
esa derecha y es sustituida «por un partido de centro derecha que tenga algún
tipo de tradición política que no sea el mero Franquismo y la reivindicación del
Valle de los Caídos». -
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