Más del 12% de los trabajadores de la Europa de los Quince dice haber sido objeto de algún tipo de agresión física o sicológica durante el último año». Esta afirmación es de Vittorio Di Martino, autor de un estudio encargado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre violencia laboral.
Este organismo, creado en 1919 a través del Tratado de Versalles convenio suscrito tras la Primera Guerra Mundial, es la agencia más antigua de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y aglutina a 178 estados. Di Martino, economista y especialista en problemas de estrés y violencia en el trabajo, compareció precisamente con motivo de la conferencia anual de esa entidad, evento clausurado el pasado 16 de junio en Ginebra tras más de dos semanas de debates.
En su intervención ante los medios de comunicación, el experto italiano afirmó que la violencia laboral cada vez es más frecuente y afecta ya a más de uno de cada diez empleados en todo el mundo.
Más abusos sicologicos
Tras señalar que en los últimos tiempos se ha detectado un aumento de los abusos sicológicos en detrimento de los físicos, explicó que cerca del 9% de los trabajadores de la Unión Europea (UE) se queja de haber sufrido la primera de esas violencias. Añadió que el 2% reco- noce haber sido objeto de acoso sexual y que ese mismo porcentaje revela haber padecido agresiones físicas.
Di Martino destacó que la violencia afecta a casi todos los sectores, aunque admitió que este fenómeno ha entrado con fuerza en la enseñanza, «donde los profesores sufren cada vez más la violencia de sus alumnos». También dio a conocer otros ámbitos en los que se está extendiendo, como son los servicios sociales y la atención sanitaria. «Los enfermos desquitan su frustración con los profesionales», apostilló.
No obstante, a pesar de la expansión a nuevos sectores, informó de que el ámbito más expuesto es el del transporte, «principalmente en los taxis».
Por otro lado, estimó que la mayor presencia de mujeres en ciertos sectores tiene qué ver con el incremento de las agresiones en esos ámbitos, aunque advirtió de que las víctimas masculinas de acoso sexual van en aumento.
Otros factores que influyen en esa descompensación son, según indicó Di Martino, que las mujeres son percibidas como más débiles física y emocionalmente por los agresores. Remarcó que también influye el hecho de que ocupen puestos de menor jerarquía y de que reciban salarios más bajos.
Al margen de los daños sicológicos y físicos que puede ocasionar la violencia laboral entre los trabajadores, el economista aseguró que a los empresarios también les salpica este problema. En este sentido, el estudio defiende que este tipo de violencia puede causar pérdidas millonarias a las empresas, debido al absentismo laboral y a los gastos médicos. Sobre esto último, el informe señala que el desem- bolso económico puede llegar a ubicarse entre el 0,5% y el 3,5% del PIB de un país.
Pero aún más preocupantes pueden ser otros daños, como el deterioro de la imagen pública de la empresa, del ambiente de trabajo, de la productividad o de su competitividad.
La conferencia de OIT, que contó con 4.000 representantes de gobiernos, empresarios y trabajadores, sirvió para consensuar acuerdos relacionados con «el trabajo decente». El director general de la OIT, Juan Somavia, dijo que «se han adoptado normas para el siglo XXI que son pertinentes y aplicables para todos los países del mundo y todas las etapas de desarrollo».
El mayor acuerdo fue la aprobación de un convenio y una reco- mendación para la promoción de la seguridad y la salud en el trabajo, a través de una cultura preventiva implantada por medio de programas estatales. Se aprobó también una recomendación para que los estados miembros adopten una definición clara de «relación laboral».
Otra resolución acordada fue la relativa a la eliminación de la exposición de los trabajadores al asbesto, un mineral de composición similar al amianto, pero de fibras duras y rígidas, que por inhalación causa unas 100.000 muertes al año. Igualmente, se acordó hacer lo necesario para rescatar, en un plazo máximo de diez años, a los cerca de un millón de niños, de los que 400.000 se encuentran en Latinoamérica, que trabajan en minas y canteras.
Por último, se debatió sobre la violencia en el trabajo, aunque sin tomarse ninguna medida al respecto. -
DONOSTIA