El premio Nobel de Literatura Günter Grass ha conseguido llamar la atención sobre su autobiografía “Pelando la cebolla”, que, apresuradamente, se publicó el pasado miércoles. La editorial Steidl adelantó la publicación de la obra, prevista para el próximo 1 de setiembre, después de que el propio autor confesara que había sido miembro de las SS de Armas. Lo hizo en una extensa entrevista de página y media concedida al diario “Frankfurter Allgemeine Zeitung” (FAZ), publicada el pasado día 12 de agosto. Desde entonces la República alemana habla, opina e informa sobre las SS de Armas, la División de las SS Frundsberg y Grass. Sin embargo, nadie habla de las consecuencias que conlleva este debate de cara al nazismo.

Las reacciones fueron dispares: su biógrafo Michael Jürgs se mostró «desilusionado como persona» y habló del final de una «instancia moral». El cristianodemócrata Friedbert Pflüger criticó que Grass debería haber explicado mucho antes «cómo era posible que jóvenes prestaran servicio militar en las SS de Armas». Charlotte Knobloch, la presidenta del Consejo de los Judíos Alemanes, relacionó el «reconocimiento» de Grass con la publicación de su autobiografía y por eso lo consideró como un «acto de marketing». En defensa de Grass salieron varios escritorios, entre ellos el superviviente del holocausto Ralph Giordano que piensa que es peor no hablar sobre un error político que reconocerlo.

Los hechos, tal y como los cuenta Grass en la entrevista al FAZ son estos: en 1944, con 17 años, el miembro de la Juventudes Hitlerianas se presentó como voluntario. Le atraían los cuerpos de élite: o los submarinos o las SS de Armas. Los primeros ya no admitían a jóvenes y por eso vistió el uniforme de la Calavera con los huesos cruzados. «Quería escaparme de la familia», recuerda Grass. Dice no haber participado en crímenes de guerra.

Las SS de Armas fueron ideados como un cuerpo paramilitar de policía que después de la «victoria final» vigilaría las regiones del Gran Imperio Alemán. Además, el jefe de las SS, Heinrich Himmler, quería disponer de un cuerpo militar para hacer competencia a la Wehrmacht. La primera división, la Totenkopf (Calavera), fue compuesta por miembros de las SS que hacían servicio en los campos de concentración. Su brutalidad se vio técnicamente modernizada y extendida por todo el continente. En un principio, sus crímenes de guerra repugnaron a la cúpula militar, pero a lo largo de la contienda miraron para el otro lado porque fueron parte de los éxitos militares. La División Acorazada Frundsberg luchó en Normandía. El incondicional combate de las SS de Armas causó temor entre las tropas aliadas y bajas muy extremas entre sus propias filas. Muchas veces fueron fruto de la falta de conocimiento militar y del fanatismo. Hay sólo muy pocos documentos sobre la división de Grass. El Tribunal de Nuremberg declaró las SS en su totalidad una «organización criminal». Cuando Grass cayó prisionero no ocultó haber sido soldado de las SS. El US Army le metió en un campo preparado especialmente para miembros de las Juventudes Hitlerianas. Grass relata al FAZ cómo se topó ahí con un ferviente católico, un tal Joseph, que quería hacer carrera en la Iglesia católica. Deja entrever que se trata realmente de Joseph Ratzinger, el actual Papa Benedicto XVI. «Es una bonita historia, no?», responde Grass a la pregunta de que si estaba realmente preso con el ahora Pontifex Maximus.

Mientras todos hablan del pasado de Grass, nadie tiene en cuenta el apoyo propagandístico que se brinda al neonazismo. Grass eligió un buen momento para su «confesión». La película “El hundimiento”, que relata los últimos días de Hitler en su búnker, mejoró la imagen de las SS de Armas. Los principales protagonistas llevan su uniforme e interpretan papeles muy positivos, a pesar de que se conocen los crímenes que estos individuos cometieron en la realidad. Ya desde los años 50 los veteranos de esta unidad quieren ser «rehabilitados» siendo reconocidos como un «cuarto ejército» que luchó junto con los soldados de los Ejércitos de Tierra, Aire y de la Armada. Se consideran como un cuerpo de élite que se

destacó por sus «valores militares». En 1985, cuando el entonces canciller Helmut Kohl visitó con el presidente de EEUU Ronald Reagan el cementerio militar de Bitburg, donde yacen también los restos de integrantes de las SS de Armas, esta organización recibió cierta rehabilitación. Entonces Grass se

mantuvo callado. Los neonazis alaban a las SS de Armas como el primer «ejército europeo» por las divisiones extranjeras que reunían en su seno. Hasta ahora no ha habido ninguna persona de la izquierda ­Grass ha apoyado varias veces a los socialdemócratas­ ha reconocido públicamente su pertenencia a esta organización criminal. Sabrán sacar aprovecho de la situación.

Al Premio Nobel no le queda otro remedio que posicionarse más que nunca contra el creciente neonazismo. Por ejemplo, podría enfrentarse a sus ex compañeros que se reúnen para rendir homenaje a los caídos, bajo la protección de un cargo cristianodemócrata. -