GaraAzkenak - Paperezkoa - English Edition  |  Le Journal
EUS | ES | FR | ENG
 » PAPEREZKOA
  -Aurkibidea
  - EuskalHerria
- Jendartea
- Ekonomia
- Iritzia
- Mundua
- Kultura
- Kirolak
 » AZKENORDUA
 » ENGLISH EDITION
 » DOSIERRAK
 » DOKUMENTUAK
 » IRUDITAN
 » HEMEROTEKA
 » Produktuak
Gara > Idatzia > Jendartea 2006-08-19
Martin GARITANO
Fuga en un todoterreno
·LA VIDA SIGUE IGUAL (LVIII)

El impacto de las postas destrozó la imagen de Santa Ana que presidía el pequeño retablo de la ermita. El disparo, accidental, había salido de la escopeta de Huesitos que acababa de descorrer el seguro en el momento de escucharse el grito que provenía del túnel.

Por un instante, el tiempo parecía haberse parado. El hombre que apuntaba a Simón con una pistola desde la boca de la galería se dejó caer hasta el fondo mientras los cuatro amigos se retiraban y dispersaban por la nave.

Simón fue el primero en hablar:

­¿Qué ha pasado?

­Pues que se me ha escapado un tiro. Estaba corriendo el cerrojo y esos gritos me han sobresaltado.

­Pues casi lías una buena, Luis Mari.

Gotzon, que ya había desenfundado el machete, puso orden:

­No empecéis a discutir, coño. ¿Qué hacemos ahora?

Xuxú respiraba con dificultad, abrazado a la escopeta:

­Yo creo que lo mejor es largarse de aquí. Ese tipo puede volver a aparecer.

­Pues si aparece lo vuelo como he volado a la santa ­apostilló Huesitos apuntando a la puerta del confesionario­.

Al final, el cura tomó la decisión:

­Vámonos, pero en orden. Huesitos, tú sales el último. Sigue apuntando al túnel.

Al abrir la puerta de la ermita vieron que todo estaba, en apariencia al menos, igual que cuando entraron. Sólo Xuxú se percató del vehículo todoterreno aparcado al final del prado que se extendía ante ellos, semioculto por unas zarzas.

­Ostias, allí va ese tipo.

­El cura también creyó reconocer al hombre que le había encañonado durante un instante. Venía corriendo de las rocas, portaba una mochila de grandes dimensiones y, en la mano, algo oscuro que no podía ser otra cosa que la pistola. De forma instintiva, los cuatro se agacharon y Huesitos encaró otra vez la escopeta. Simón le paró:

­Para quieto Luis Mari. A ver si vamos a organizar un follón...

El desconocido alcanzó su furgoneta, arrancó y en un santiamén desapareció por el camino de Uriondo.

­¿Habéis visto la matrícula?

­Yo no he visto más que el color negro de la pistola y el verde de la hierba. Para ponerme a apuntar matrículas estoy...

­Tranquilo Xuxú. Ya se ha largado. Ahora tendremos que denunciar todo lo que ha pasado. El juez Cañizo se va a poner de uñas con nosotros.

­Pues por lo que comentaste, el comisario de la Ertzaintza...

­Primero hablaré con el juez.

Al regresar al pueblo, decidieron quedarse los cuatro en la casa parroquial. Era muy probable que tuvieran que prestar declaración esa misma tarde y lo más práctico sería seguir los cuatro juntos.ra.  

ALTA TENSION EN LA CASA CURAL

Al entrar en la casa, Simón escuchó el sonido del televisor y recordó el problema surgido por la relación de Sergio y Mila. Dudó, pero no le constaba que Gotzon supiera nada de lo ocurrido, así que invitó a los tres hombres a pasar al salón.

El argentino sesteaba plácidamente frente al televisor.

­Venga gandul, que no son horas para echar la siesta.

Al despertarse y ver a Gotzon junto a su tío, Sergio sintió que el corazón le iba a saltar en pedazos. Mila ya le había dicho que su marido sabía quien era el que aquella mañana ocupaba su lugar en la cama. Balbuceó unas palabras de disculpa y se dirigió a la cocina:

­Si quieren tomar un café. Voy a preparar una cafetera...

Simón asintió:

­Sí, prepara café porque la tarde será larga. Yo voy a llamar al juzgado de Bergara.

Mientras Huesitos y Xuxú buscaban en el mueble bar del cura algún licor con el que hacer más llevadero el susto que aún les agarrotaba los músculos, Gotzon salió del salón con la excusa de ir al cuarto de baño. Cruzó el pasillo y, al pasar frente a la cocina no pudo resistir un impulso. Abrió la puerta y se dirigió a Sergio, que en ese momento manipulaba la cafetera:

­Eres un hijo de puta. Te voy a capar, pero tú no te vas a llevar a mi mujer. ¿Entiendes?

Sergio sentía que la ropa se le empapaba de sudor:

­Pero yo no...

­Ya está todo dicho.

Gotzon entró en el cuarto de baño mientras el argentino se secaba el sudor de la cara y las manos con un trapo de cocina. Gotzon le había dicho que, efectivamente, le iba a castrar. “Y eso es lo que vengo presintiendo desde el primer día. Cualquiera de estos tres me capa”, pensó.

Sergio dejó la cafetera sobre la mesa del salón. Xuxú y Huesitos habían dado con una botella de pacharán. Sacó del armario unas pastas y se disculpó ante los tres hombres:

­Bueno, yo tengo que salir. Voy a ver si hablo con Eusebio de lo de trabajar en el bar. Lo de la conservera no me convence demasiado.

Mientras, en el despacho de Simón la escena era de alta tensión. El párroco de Uriondo estaba explicando al juez Cañizo todo lo ocurrido en las últimas fechas: la confidencia de Lurdes, el descubrimiento del túnel, la agenda con anotaciones, el tiroteo... El juez se hacía cruces:

­¿Me está usted diciendo que han estado jugando a policías y ladrones, armados con escopetas y con un cuchillo...?

­Bueno, no estábamos jugando a nada. Yo quería saber qué estaba pasando en mi ermita, eso es todo.

­Quédense en la casa cural. Esta misma tarde me personaré ahí con la Ertzaintza para tomarles declaración. Se han metido ustedes en un buen lío. Y con gente peligrosa, además.

­Eso no hace falta que lo diga.

Sergio cruzó la plaza a paso ligero. Entró en el K.O. pero Eusebio no estaba. Uno de sus hijos atendía la barra.

­El aita no está. Vendrá sobre las siete.

­Bueno, pasaré luego otra vez. Ponme un café.

El argentino meditaba sobre lo ocurrido cuando sonó el teléfono. Miró el número: era el de Miren.

-¿Sergio? Xuxú me ha llamado contándome no sé que lío. Dice que está en la casa parroquial y que no pueden salir hasta que llegue el juez y que eso no será antes de las siete. ¿Por qué no vienes a tomar un café?

El argentino sintió un temblor que casi no podía controlar. No contestó.

-¿Sergio, estás ahí?

-Voy ahora mismo.

(CONTINUARA)


 
Inprimatu
...Albiste gehiago
Jendartea
Denuncian la discriminación que sufren los afectados
Euskal Herria
El PNV, Ibarretxe y el PSOE se autoexculpan y tratan de restar importancia a la crisis
Euskal Herria
Ingredientes para una crisis
Euskal Herria
«Buscan forzar que presionemos a la izquierda abertzale, y no lo lograrán»
Ekonomia
Trabajadoras de Conservas piden a Cebek «un acuerdo para todos»
Mundua
El programa de escuchas de Bush, inconstitucional
Kirolak
Astillero Kontxan ez dela izango, ofiziala
Mundua
El Ejército libanés toma el control de un país que llora a sus muertos
  CopyrightGara | Kontaktua | Norgara | Publizitatea |  rss