DONOSTIA
“The Fountain” es una película protagonizada por Hugh Jackman (“X-men”, “Operación Swordfish” o “Van Helsing”) y Rachel Weisz (“El jurado”, “La momia” o “El jardinero fiel”). Los protagonistas se zambullen en una búsqueda de siglos en pos de un misterio maya.El filme de Darren Aronofski, con un planteamiento sin duda arriesgado, ha sido calificado como «experimento», y mezcla la metafísica con el realismo y la magia.
Al final de la proyección matutina de ayer, parte del público aplaudió y otra parte no dudó en abuchearla.
Del mismo modo, la crítica se muestra dividida. Hay quien la considera ambiciosa y quien, por el contrario, la considera muy pretenciosa.
Ayer, en Venecia fueron también noticia los madrileños Daniel Sánchez Arévalo y Jorge Sánchez Cabezudo, quienes presentaron sus óperas primas, “AzulOscuroCasiNegro” y “La noche de los girasoles”, respectivamente, en la Jornada de los Autores, sección que la Mostra dedica a las películas de directores prometedores.
Tanto Arévalo como Cabezudo coincidieron en subrayar que la clave de su éxito es haberse dedicado a «contar historias», en lugar de apostar por la «pirotecnia» de los efectos especiales o los «experimentos e instrospecciones» que muchas veces alejan al público del cine.
«Volver a contar historias»
«El espectador busca que se le meta en un mundo y se le cuente algo; lo agradece mucho cuando ocurre», comentó al respecto Sánchez Arévalo, que cree que «se está desacostumbrando» al público a ver ese tipo de cine en favor de una «piroctecnia vacía de contenido».
Parecidas palabras empleó Sánchez Cabezudo: «A la gente le gusta sentarse y que le cuenten historias. como decía Billy Wilder, la gente se cansarán algún día de ver estrellarse el coche ochocientas veces y querrá volver a escuchar historias, que es una necesidad primaria del ser humano desde que se reunía alrededor de la hoguera».Estos argumentos no tienen por qué ser epopeyas. «Tanto la película de Daniel como la mía son narraciones de personajes que nos podemos cruzar por la calle y son historias sencillas, a pesar de la estructura, porque lo que cuentan son hechos sencillos», destacó Sánchez Cabezudo. Sánchez Arévalo reconoció la sencillez de la suya: «Rodé en mi ciudad, en mi calle, y para mí todo es extremadamente cercano».