A medio año de las presidenciales, Nicolas Sarkozy emerge como líder de la derecha gala, con un discurso demagógico mezcla de proteccionismo gaullista, de chauvinismo, de racismo y de homofobia. Lo cual muestra en qué lamentable situación se encuentra no sólo la derecha francesa, obligada a tirar de semejante tipo, sino la misma sociedad gala en la que cala un mensaje de este pelo.
Johnny Hallyday, el sexagenario rocker francobelga con complejo de Elvis que sigue desgañitándose penosamente en los escenarios, se ha sumado a su corte electoral. Allí ya estaba el actor Jean Reno, de nombre Juan Moreno, hijo de unos inmigrantes de Sanlúcar de Barrameda. Andaluces que, de haber tenido que buscarse la vida hoy en Francia, se hubiesen topado con la ley Sarkozy, o sea, con una patada en el culo. Este fin de semana el ministro del Interior presentó a su última estrella, Doc Gynéco, un rapero rasta de origen afroamericano que ha sorprendido a todos con un discurso parecido al de Le Pen, o sea, el de Sarkozy. Ya le han aconsejado que deje las drogas.
El mismo consejo podría dársele al alcalde socialista de París, Bertrand Delanoë, objeto de una revelación mística que le ha llevado a poner el nombre de Juan Pablo II a la plaza de la catedral de Notre Dame. Podría pensarse que ese tránsito desde el laicismo republicano y socialista hasta el catolicismo opusdeiano sólo puede realizarse gracias al ácido. Porque, o son las drogas o algo inquietante está sucediendo en el seno de la sociedad francesa, algo que la retrotrae hacia un conservadurismo irracional.
Y así las cosas, frente a Le Pen y Sarkozy, la izquierda de Delanoë no sabe a qué virgen encomendarse. Ya se prefigura el perfil inmaculado de Segolène Royal como candidata a gestar la campaña que conciba la victoria socialista. Pero esta Notre Dame del PS tiene demasiados detractores en su propria iglesia.Peca de ausencia de proyecto, dicen. Y en estas circunstancias puede que la izquierda más social no quiera asistir el parto electoral, como ya sucedió con Lionel Jospin.
Francia se encuentra en una situación embarazosa. En efecto, algo inquietante sucede en su sociedad para que un papa responsable subsidiario, entre otros pecados, de la propagación del sida en el mundo presida el corazón de una República que se dice laica. Eso no lo arreglará Royal. Aún menos Sarkozy. Que su Dios les coja a todos confesados. -