Va para un lustro que Sabino Ormazabal, transmutado en arcángel, me anunció: «Tú eres Jon y alumbrarás un artículo sobre las Torres Gemelas y tal». Menos mal que yo no me llamaba Pedro, porque lo mismo me ordena que funde otra Iglesia. No recuerdo ya qué enormidades puse, salvo que recomendé dar tiempo a Hollywood para que facturase algún film sobre los hechos y desentrañase el busilis de la cosa y el siniestro. Si Kevin Costner lo intentó con “JFK”, Oliver Stone puede hacer otro tanto con su por estrenar “World Trade Center” con el paranoico Nicolas Cage haciendo de bombero-torero.
Hablando de bomberos, ya saben que tienen prohibido hacer declaraciones sobre lo que vieron. La historia oficial sostiene que los incendios debilitaron los edificios que se derrumbaron; por cierto, no eran dos, sino tres. El tercero se desplomó solito. Ahí estaban las oficinas del FBI y la CIA, claro que no había nadie. Un bombero sabe que un rascacielos de acero reforzado no se viene abajo por un incendio. El acero se derretiría con 1.500 grados Celsius, pero el queroseno de los aviones no pasa de 800. Por no mencionar el avión que chocó contra el Pentágono también hay película, del que no se encontró ni un resto del fuselaje, lo que permite sospechar que se tratara de un misil.
Pero son los que albergan serias dudas sobre la versión oficial los que son tachados de «peliculeros» y amantes de las teorías conspirativas. Resulta divertido que lo digan los que más defendieron la tesis de las armas de destrucción masiva en poder de «Satán» Hussein. Lo cierto es que las torres se desmoronaron demasiado rápidamente. Y en vertical. Esta hipótesis cobra auge. Con ella la autoría de la socorrida Al Qaeda se hace puré y chamusquina. Una Al Qaeda que nació en 1987, en los campos islamistas de Pakistán, apoyada por la CIA que luchaba en Afganistán contra los soviéticos. Es entonces que la CIA recluta a Bin Laden. Hassan Nasralá, de Hizbula, cree que Al Qaeda es una creación del imperialismo (Nasralá condenó los atentados de Nueva York). El ex ministro británico de Asuntos Exteriores, Robin Cook, dijo que «Al Qaeda era el nombre de una base de datos de la inteligencia estadounidense», un archivo para computar a los muyaidines.
No sería la primera vez que el Imperio por antonomasia «fabrica» excusas y alibis para expansionarse mediante la guerra. Ahí está Pearl Harbour, el Golfo de Tonkin en Vietnam y casi hasta el Maine en Cuba. Como hicieron los nazis quemando el Bundestag alemán para acusar a los comunistas. Y en el presente al «terrorismo islámico». No se para en barras esta banda de delincuentes y embusteros. -