Validados los comicios irregulares
El Tribunal Electoral del Poder Judicial encontró irregularidades en las elecciones presidenciales del 2 de julio pero considera que las mismas tanto las que se produjeron durante la campaña electoral como las habidas en el recuento de los votos no son suficientes para anular y repetir los comicios. Por lo tanto, declaró vencedor al candidato del derechista PAN, Felipe Calderón, por un margen de 233.832 papeletas, el 0,56% de los votos. El previsible fallo del tribunal no ha servido para desactivar la idea de buena parte del pueblo mexicano de que en las elecciones presidenciales se produjo una conjura de los poderes económicos y políticos para cerrar el paso a Andrés Manuel López Obrador, reactivándose los usos antidemocráticos que mantuvieron durante setenta años al PRIen el gobierno. Por ello, los simpatizantes de la coalición Por el Bien de Todos no han cesado en sus movilizaciones a pesar del dictamen del tribunal.
A estas alturas nadie duda de la existencia de irregularidades en las elecciones. Lo admite el propio Tribunal Electoral que, para salvar la situación, lo que ha hecho es no dar un carácter determinante a aquellas que se dieron durante la campaña electoral intervención partidista del presidente Vicente Fox, intromisión con publicidad contra López Obrador del Consejo Coordinador Empresarial... y ampararse en formalismos como fallas en los recursos de la coalición izquierdista para limitar el efecto a las evidencias de fraude que se dieron durante el escrutinio. Y, a pesar de ello, y recontando una reducida proporción de los votos, el propio Tribunal Electoral halló irregularidades en la atribución de 227.000 papeletas a los cinco candidatos. Esa es prácticamente la diferencia que separa a Calderón de López Obrador, lo que no hace descabellado pensar que un nuevo recuento voto por voto, casilla por casilla, podía cambiar la elección final.
México se encuentra ahora en una difícil encrucijada. Calderón ha sido proclamado presidente, pero López Obrador ha lanzado un pulso a los poderes y mantiene movilizados a sus seguidores en demanda de higiene democrática. Al líder de la coalición Por el Bien de Todos se le acusa de no acatar las leyes de la democracia. Sin embargo, una parte importante de la población mexicana se pregunta qué puede hacer para cambiar las estructuras del país, cuando las instituciones que debieran actuar como árbitro de la contienda toman parte descaradamente y dan por buenas unas elecciones irregulares. -
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