BRASILIA
Cuando faltan catorce días para los comicios presidenciales en Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva continúa como favorito y la oposición empieza a dividirse ante lo que algunos ya consideran una derrota anunciada. Una nueva encuesta divulgada ayer por el instituto Ibope señala que el presidente Lula ganará con el 50% de los votos en primera vuelta y ratifica así lo que han vaticinado todos los sondeos conocidos en las últimas semanas.
Según Ibope, la intención de voto por Lula supera en nueve puntos porcentuales la suma de apoyo que tienen los otros siete candidatos y su gobierno es aprobado por el 49% de los brasileños, lo que supone la mejor tasa de los últimos tres años en ese apartado.
El mayor adversario de Lula, el socialdemócrata Geraldo Alckmin, aparece estancado en un 29% y, según coinciden todos los analistas, nada indica que pueda mejorar mucho en los quince días que restan de campaña.
Lula está ahora en mejor situación incluso que hace cuatro años, cuando quince días antes de las elecciones contaba con un 42% de apoyo. En el 2002, ganó la primera vuelta con un 47% y tuvo que ir a una segunda, en la que se impuso con el 61%, por lo que las encuestas de ahora le sitúan como más favorito que nunca.
Desconcierto opositor
Esos pronósticos han hecho cundir el desconcierto en las filas opositoras, en las que han comenzado a aparecer profundas grietas y duras críticas a Alckmin y a la forma en que conduce su campaña, que no termina de calar entre el electorado.
Quien más claramente ha dejado deslizar la desilusión opositora ha sido el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, antecesor de Lula y que ha criticado en duros términos la «tibieza» de Alckmin. «El mejor candidato era José Serra», aseguró esta semana Cardoso en alusión a su «delfín», que en las elecciones internas del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) fue derrotado por Alckmin y finalmente aspira a la gobernación del estado de Sao Paulo.
