Kutxa tiene una buena imagen social, mucho se preocupan de ello sus dirigentes, pero a su vez tiene otra cara oscura que no quieren que se conozca. Es público que Kutxa ha estado implicada, de un modo u otro, en operaciones especulativas y sumamente sospechosas e irregulares en el Estado español. Es necesario que sus directivos den explicaciones detalladas sobre dichas implicaciones y las de sus empresas participadas o socios en el affaire Marbella, la llamada operación Malaya y otras. Me refiero a las muchas informaciones que han trascendido a la opinión pública de que Kutxa ha estado involucrada, en proyectos inmo- biliarios irregulares, ligados a prácticas inaceptables y de las que quiere desaparecer sin hacer demasiado ruido. No se trata de negocios intrascendentes, ya que ascenderían a más de 40.000 millones de las antiguas pesetas las destinadas a proyectos especulativos como la construcción de 9.000 viviendas en Murcia y cercanías. ¿Es esta la forma de cumplir su obligación de hacer una función social? No y rotundamente no.
Es sumamente grave que se mantenga un escrupuloso silencio y se estén dedicando a calmar a los directivos y trabajadores de la Caja cuando es a toda la sociedad guipuzcoana a la que tienen que rendir cuentas. La gravedad de estos hechos no concluye en ellos mismos, sino que puede ser la punta del iceberg, lo que es altamente preocupante para quienes defendemos otro modelo de caja al servicio de la ciudadanía y de la sociedad.
La tendencia observada en los últimos tiempos tanto en Kutxa, como en el resto de cajas vascas a una expansión alocada, lejos de la ciudadanía vasca y de sus órganos participativos, hace precisamente sospechar que existen otras operaciones en las que la tentación de lograr dinero fácil hace pasar por alto los principios y fines de la entidad a los que los dirigentes de Kutxa se deben pero que en demasiadas ocasiones demuestran no hacer ni caso. Todo esto es la punta de un iceberg que deja suficientemente claro que existe un profundo deterioro en lo que debe ser Kutxa, tanto por sus orígenes como por sus estatutos, y se está convirtiendo en una entidad financiera clásica donde lo que menos importa es cómo, en qué, dónde y cuándo se invierte con tal de obtener beneficios rápidos. No les importa que los proyectos sean irregulares o que su función social se esté convirtiendo en meras campañas publicitarias, como la que ahora está en televisión, mientras invierten en proyectos inconfesables.
Es necesario y urgente, a nuestro entender, reorientar las inversiones para convertirlas en un instrumento de creación de empleo y desarrollo económico y social de este pueblo y para que no se vuelvan a producir escándalos como el presente. Esta sí que sería la verdadera misión de Kutxa, como les gusta decir a sus directivos.
Ante la trascendencia de estos hechos, es imprescindible que se tomen medidas urgentes. En primer lugar, Kutxa debería llevar a cabo una profunda catarsis interna, no basta desentenderse rápidamente de los negocios que mantenía con los empresarios involucrados para escapar de la denigración resultante. Necesita realizar un profunda reorientación de todo el capítulo de inversiones, y profundizar en su función social, ya que está obligada a ser «una entidad nacida del pueblo guipuzcoano para darle cobertura, con visión empresarial y la máxima calidad a cuantas necesidades se le plantean en el plano de los servicios financieros... manteniendo siempre presente la dimensión social».
Sería frustrante que Kutxa no aprovechara esta circunstancia para primar iniciativas centradas en las necesidades de Gipuzkoa y de Euskal Herria, y recuperar así la enorme credibilidad social ganada en otras épocas, y de la que todavía es usufructuaria, aunque cada vez se dedica más a proyectos ajenos a este territorio y a este país.
Por otro lado, la dirección de Kutxa debe aportar una clara explicación y disculpas públicas ante la sociedad guipuzcoana así como poner los mecanismos de control social oportunos para que no se puedan volver a cometer tropelías como las denunciadas. Asimismo deben depurarse las responsabilidades pertinentes, que detrás de este affaire hay quienes a sabiendas lo han permitido y autorizado. No pueden ser recompensados como si no hubiera ocurrido nada. Tampoco se debe desviar la atención hacia el anterior presidente, como se ha pretendido en algún medio de comunicación, puesto que aunque las decisiones fueran toma- das en tiempo del señor Spagnolo, es evidente que hay una notoria continuidad en los grupos directivos y, sobre todo, en quienes han decidido desde la política quiénes dirigen Kutxa.
En este sentido es necesario que PNV y EA, que son quienes controlan los órganos de dirección de Kutxa, asuman su parte de responsabilidad y no escurran el bulto mediante silencios inadmisibles. Es necesario un cambio y ellos pueden darlo, pero me temo que prefieren continuar con esta forma de actuar, aunque de vez en cuando les traiga problemas o pretendan ocultar sus responsabilidades intentando culpar a quienes destapan estos hechos o piden explicaciones.
Quienes apostamos por otra forma de actuar en Kutxa, donde prime de verdad su Función Social, reclamamos una revisión inmediata y urgente de las inversiones de las cajas, un cambio profundo de las mismas a favor de Gipuzkoa y Euskal Herria. Queremos que beneficien a su ciudadanía y donde las apuestas estratégicas para este país sean apoyadas de forma importante y decidida así como la recuperación del carácter fundacional y social de Kutxa y de las cajas vascas. Por ello entendemos que proyectos especulativos como los denunciados son incompatibles con el buen hacer de la entidad y es necesario que se den explicaciones y se depuren responsabilidades. -