Llevo 23 años trabajando en la enseñanza pública, cubriendo plazas vacantes año tras año en diferentes centros de la geografía vasca y dando clases de diferentes materias, no siempre de la especialidad que me corresponde. En muchas ocasiones no han sido plazas fáciles ni cómodas. No me quejo por ello. Durante casi todos estos años he pertenecido al colectivo de profesorado con compromiso de estabilidad (en un principio 900, ampliado posteriormente a 1.500 profesores y profesoras). Este compromiso nos ha dado una serie de ventajas con respecto a los cerca de 4.000 sustitutos y sustitutas que igualmente prestan sus servicios en el sistema educativo. Las ventajas más importantes eran el mantenimiento del puesto de trabajo y la fijación en el centro de referencia. El compromiso de estabilidad fue un logro importante en la negociación de las condiciones laborales del profesorado no universitario, sin parangón en ninguna otra Comunidad.
Acabamos de empezar el curso 2006-07 y lo hemos hecho con una muy mala noticia: la decisión unilateral del departamento de Educación de quitarnos de un plumazo la estabilidad a las 1.500 personas del compromiso. Eso quiere decir que cerca de un 7% de la plantilla de enseñantes vamos a trabajar más en precario: ¿dónde estaré el curso que viene? ¿Habrá plazas de mi especialidad? ¿Y si no apruebo las oposiciones? ¿Qué cursos de formación voy a poder realizar?...
No se puede esgrimir el argumento de que las oposiciones son el mayor garante de la estabilidad. Algunos y algunas ni siquiera tendremos plazas de nuestra especialidad para presentarnos. Cumplimos con todos los requisitos que se nos exigían para mantener la condición de estables y queremos seguir manteniendo este derecho negociado y adquirido a lo largo de muchos años de experiencia. Por cierto, también se ha negado para siempre el acceso a la estabilidad a cientos y cientos de sustitutos y sustitutas que llevan años prestando sus servicios en la enseñanza pública.
En lugar de recortar gastos, el departamento de Educación debería aumentar presupuesto para mantener la estabilidad del profesorado, incluso ampliarla y mejorar asimismo otros muchos aspectos del sistema educativo (ratios, atención a necesidades especiales...) que reverterían en una mejora de la calidad de la enseñanza y en beneficio del profesorado, alumnado, padres y madres y de la sociedad en general.
Hemos sido, somos y seguimos siendo necesarios. ¿Por qué, señor consejero, esta decisión de quitarnos la estabilidad? Ha sido un verdadero batacazo para muchos trabajadores y trabajadoras de la enseñanza. Lucharemos para recuperarla.
Ana Agirre Sáenz de Cámara